Ella siguió avanzando, hasta que
Kareth se situó ante ella, cortándole el paso, sujetando sus manos con las
suyas, sin apretar, hasta que las colocó a cada lado de su cuerpo y ella dejó
caer la espada. El contacto con el cuerpo de él hizo que remitiese el poder de
Agonía poco a poco.
Su cuerpo comenzó a estremecerse y las
cálidas manos del príncipe pasaron a sujetarla por la cintura, ejerciendo más
calor sobre su cuerpo. Ya con el control absoluto sobre sí misma, comenzó a
llorar desconsolada, abrazándole. Kareth la apretó con dulzura contra su pecho,
acariciando su melena, que había recuperado su color de siempre.
-
Ya
ha pasado… - susurraba Kareth
Entonces, ella perdió el sentido de
nuevo…
Con la elfa en sus brazos, se aproximó
al lugar en el que Thelarien seguía gimoteando.
-
Se
lo que has hecho Thelarien… Y pagarás por ello..
-
-
¿Y
ella qué? Es una maldita psicópata! – discutió
-
-
Ella
no te incumbe y no te atrevas a volver a mencionarla – le miró con desprecio
Tardó varios días en despertar… Cuando
lo hizo, sus compañeros ya habían completado con éxito la misión en la Puerta
de la Cólera y habían regresado a Dalaran. El resto de tropas de paladines
habían vuelto ya a casa, a excepción del equipo de Kareth Theron, que
permanecía en la ciudad mágica siguiendo órdenes de su capitán.
El sol se colaba por un pequeño hueco
entre los gruesos cortinones violetas, iluminando la habitación. Se sentía agotada
pero, aún así, se forzó a levantarse.
En un sillón cercano dormía Kareth,
con aquella faz afable.
Su corazón latió con fuerza; tratando
de controlar los impulsos de acercarse, se asomó al balcón, desde el cual se
veía todo Dalaran, con vistas al Bosque
Canto de Cristal y la Ciudadela.
Suspiró hondo, disfrutando de los
rayos de sol sobre su piel, curiosamente, aquella mañana no la molestaban.
-
Buenos
días – oyó detrás
-
Hola..
– respondió casi en un susurro
-
¿Tienes
hambre?
-
No..
– se sintió extrañamente vergonzosa
-
Llevas
cuatro días durmiendo, deberías comer algo..
-
¿Cuatro?
– se sobresaltó – Pero.. la misión..
-
La
expedición ha vuelto ya con éxito, de hecho los equipos han vuelto a sus casas.
– vio su cara de preocupación – Tus amigos siguen preocupados, esperando
noticias.
-
-
¿Qué ha pasado con Thelarien? – fue directa al grano
-
Cumple
su condena en la cárcel de Tierras Fantasma. Me he encargado personalmente de
que pague por lo que hizo. – anunció con orgullo
La elfa suspiró, algo más relajada,
apoyando su espalda contra la barandilla.
-
¿Por
qué haces todo esto? – preguntó sin alzar la vista
-
-
¿El
qué?
-
-
Preocuparte
por mí.. – dijo en voz baja
-
-
¿Sinceramente?
Creerás que estoy loco, pero no lo se.. – reconoció – Desde la
-
primera
vez que te vi en Trabalomas algo se despertó en mí. – se acercó a ella –
Y no pasa un solo día en el que no recuerde tu mirada…
Con suavidad, levantó el mentón de
ella, obligándola a mirarle… De nuevo sus miradas se fundieron..
- -
Mataría
por un beso tuyo en este momento… aunque después me matases tu a mí… - susurró
Su
corazón golpeaba su pecho… Él había retirado ya la mano de su mentón pero
seguía cerca, mirándola… Ella bajó la mirada, mordiéndose el labio inferior…
- -
Será
mejor que.. – dijo Kareth separándose
- -
Hazlo..
– susurró ella
- -
¿Qué?
- -
Hazlo…
bésame..
Popcorn volvió
sobre sus pasos, un poco temeroso aún por la posible reacción de ella, pero
esta no se movió… Con delicadeza deslizó
sus dedos entre su cabello, acercando despacio sus labios a los de ella hasta
fundirse en un beso. Ella le correspondió, separándose de la barandilla,
momento en el que Kareth colocó una mano en su cintura y deslizó la otra por su
espalda, para reunirse con su compañera. El roce de su mano caliente sobre la
cicatriz provocó en ella una sensación extraña, cálida, acogedora…
Permanecieron
así durante varios minutos, él sujetándola por la cintura, ella apoyada sobre
los brazos de él, con los ojos cerrados, disfrutando de aquel extraño
sentimiento, de aquella atracción tan fuerte. Hasta que unos sonoros golpes en
la puerta rompieron el clímax. Fue ella quien se separó con lentitud, abriendo
de golpe los ojos, que se toparon con los ojos azules de él, que estaba
sonriendo. Ella, con cierta timidez, le devolvió la sonrisa mientras el elfo
acudía a abrir la puerta.
- -
¿Por
qué tardaste tanto en abrir? – preguntó con impaciencia Kredis
- -
Esto…
yo… - titubeó
- -
Oh,
ya veo… - le miró con una sonrisa pícara- ¿Cómo se encuentra?
- -
Si
hablas de mí, estoy bien – se acercó seria - ¿Dónde está mi equipo?
- -
En
la posada, esperando noticias tuyas – respondió cordialmente. – Iré a
anunciarles que estás despierta.
- -
Gracias,
diles que ahora iré
El paladín,
contrariado de recibir órdenes de aquella extraña, miró a su capitán que
asintió, dejándoles de nuevo solos.
- -
¿Te
vas?
- -
Si
- -
¿Por
qué?
- -
Tengo
que hacerlo, he de volver a mi lugar
- -
Tu
lugar no está en Acherus, Nyn… No eres un caballero de la muerte!
- -
No
sé ni lo que soy.. Kareth…- suspiró – Sólo sé que hasta ahora es el único lugar
en el que me encuentro cómoda.
- -
¿Por
qué no vuelves a Lunargenta?
- -
¿A
Lunargenta? ¿Para qué? – de nuevo su rostro mostraba el dolor
- -
Conmigo…
- -
Kareth…
no me conoces, ni siquiera sabes mi verdadero...- se llevó las manos a la boca
- -
¿Tu
verdadero qué? – cuestionó
- -
Pasado…
- tardó en responder
- -
Cuéntamelo
- -
No…
- -
¿Por
qué?
- -
Ni
puedo contártelo ni puedo volver a Lunargenta, ni siquiera tú podrías salvarme.
- -
¿Salvarte
de qué?
- -
De
mi perdición
Presa de los
sentimientos que estaba experimentando, le dio la espalda... Él, molesto, la
giró con brusquedad, quedando de nuevo frente a frente.
- -
Cuéntamelo,
te lo ordeno – le salió decir
- -
¿Me
lo ordenas? – le miró muy seria -
Príncipe Theron… mi familia tenía tanto poder como la tuya, hasta que
alguien terminó con ella… - habló con dureza – Y si yo quisiera tendría
muchísimo más poder del que tú tendrás jamás… No tendrías más remedio que
hincar tu obstinada rodilla de elfo ante mi presencia…
- -
¿Qué
insinúas? – se sintió ofendido
- -
Controla
tu ego… nunca sabes con quien puedes estar hablando… - trató de controlar su
rabia – Y ahora si, me voy
- -
Nyn
espera… - trató de pararla
Pero la elfa
abrió la puerta y salió, dejándolo con un sonoro portazo..
-
Joder…
soy imbécil.. - exclamó
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