miércoles, 1 de abril de 2015

Capítulo 36. Castigo



Ella siguió avanzando, hasta que Kareth se situó ante ella, cortándole el paso, sujetando sus manos con las suyas, sin apretar, hasta que las colocó a cada lado de su cuerpo y ella dejó caer la espada. El contacto con el cuerpo de él hizo que remitiese el poder de Agonía poco a poco.



Su cuerpo comenzó a estremecerse y las cálidas manos del príncipe pasaron a sujetarla por la cintura, ejerciendo más calor sobre su cuerpo. Ya con el control absoluto sobre sí misma, comenzó a llorar desconsolada, abrazándole. Kareth la apretó con dulzura contra su pecho, acariciando su melena, que había recuperado su color de siempre.




-          Ya ha pasado… - susurraba Kareth 




Entonces, ella perdió el sentido de nuevo… 



Con la elfa en sus brazos, se aproximó al lugar en el que Thelarien seguía gimoteando.




-          Se lo que has hecho Thelarien… Y pagarás por ello..

-           

-          ¿Y ella qué? Es una maldita psicópata! – discutió

-           

-          Ella no te incumbe y no te atrevas a volver a mencionarla – le miró con desprecio





Tardó varios días en despertar… Cuando lo hizo, sus compañeros ya habían completado con éxito la misión en la Puerta de la Cólera y habían regresado a Dalaran. El resto de tropas de paladines habían vuelto ya a casa, a excepción del equipo de Kareth Theron, que permanecía en la ciudad mágica siguiendo órdenes de su capitán.




El sol se colaba por un pequeño hueco entre los gruesos cortinones violetas, iluminando la habitación. Se sentía agotada pero, aún así, se forzó a levantarse.

En un sillón cercano dormía Kareth, con aquella faz afable.



Su corazón latió con fuerza; tratando de controlar los impulsos de acercarse, se asomó al balcón, desde el cual se veía todo Dalaran, con vistas al Bosque  Canto de Cristal y la Ciudadela.



Suspiró hondo, disfrutando de los rayos de sol sobre su piel, curiosamente, aquella mañana no la molestaban.





-          Buenos días – oyó detrás


-          Hola.. – respondió casi en un susurro


-          ¿Tienes hambre?


-          No.. – se sintió extrañamente vergonzosa


-          Llevas cuatro días durmiendo, deberías comer algo..


-          ¿Cuatro? – se sobresaltó – Pero.. la misión..


-          La expedición ha vuelto ya con éxito, de hecho los equipos han vuelto a sus casas. – vio su cara de preocupación – Tus amigos siguen preocupados, esperando noticias.


-          - ¿Qué ha pasado con Thelarien? – fue directa al grano


-          Cumple su condena en la cárcel de Tierras Fantasma. Me he encargado personalmente de que pague por lo que hizo. – anunció con orgullo





La elfa suspiró, algo más relajada, apoyando su espalda contra la barandilla.




-          ¿Por qué haces todo esto? – preguntó sin alzar la vista

-           

-          ¿El qué?

-           

-          Preocuparte por mí.. – dijo en voz baja

-           

-          ¿Sinceramente? Creerás que estoy loco, pero no lo se.. – reconoció – Desde la

-          primera vez que te vi en Trabalomas algo se despertó en mí. – se acercó a ella – Y no pasa un solo día en el que no recuerde tu mirada…




Con suavidad, levantó el mentón de ella, obligándola a mirarle… De nuevo sus miradas se fundieron..




-         - Mataría por un beso tuyo en este momento… aunque después me matases tu a mí… - susurró





Su corazón golpeaba su pecho… Él había retirado ya la mano de su mentón pero seguía cerca, mirándola… Ella bajó la mirada, mordiéndose el labio inferior…



-         - Será mejor que.. – dijo Kareth separándose


-         - Hazlo.. – susurró ella


-        -  ¿Qué?


-        -  Hazlo… bésame..



Popcorn volvió sobre sus pasos, un poco temeroso aún por la posible reacción de ella, pero esta  no se movió… Con delicadeza deslizó sus dedos entre su cabello, acercando despacio sus labios a los de ella hasta fundirse en un beso. Ella le correspondió, separándose de la barandilla, momento en el que Kareth colocó una mano en su cintura y deslizó la otra por su espalda, para reunirse con su compañera. El roce de su mano caliente sobre la cicatriz provocó en ella una sensación extraña, cálida, acogedora…




Permanecieron así durante varios minutos, él sujetándola por la cintura, ella apoyada sobre los brazos de él, con los ojos cerrados, disfrutando de aquel extraño sentimiento, de aquella atracción tan fuerte. Hasta que unos sonoros golpes en la puerta rompieron el clímax. Fue ella quien se separó con lentitud, abriendo de golpe los ojos, que se toparon con los ojos azules de él, que estaba sonriendo. Ella, con cierta timidez, le devolvió la sonrisa mientras el elfo acudía a abrir la puerta.




-        -  ¿Por qué tardaste tanto en abrir? – preguntó con impaciencia Kredis


-         - Esto… yo… - titubeó


-        -  Oh, ya veo… - le miró con una sonrisa pícara- ¿Cómo se encuentra?


-         - Si hablas de mí, estoy bien – se acercó seria - ¿Dónde está mi equipo?


-         - En la posada, esperando noticias tuyas – respondió cordialmente. – Iré a anunciarles que estás despierta.


-        -  Gracias, diles que ahora iré





El paladín, contrariado de recibir órdenes de aquella extraña, miró a su capitán que asintió, dejándoles de nuevo solos.




-        -  ¿Te vas?


-        -  Si


-        -  ¿Por qué?


-         - Tengo que hacerlo, he de volver a mi lugar


-        -  Tu lugar no está en Acherus, Nyn… No eres un caballero de la muerte! 


-        -  No sé ni lo que soy.. Kareth…- suspiró – Sólo sé que hasta ahora es el único lugar en el que me encuentro cómoda.


-        -  ¿Por qué no vuelves a Lunargenta?


-        -  ¿A Lunargenta? ¿Para qué? – de nuevo su rostro mostraba el dolor 


-        -  Conmigo…


-        -  Kareth… no me conoces, ni siquiera sabes mi verdadero...- se llevó las manos a la boca


-        -  ¿Tu verdadero qué? – cuestionó


-       -   Pasado… - tardó en responder


-        -  Cuéntamelo


-         - No…


-        -  ¿Por qué?


-        -  Ni puedo contártelo ni puedo volver a Lunargenta, ni siquiera tú podrías salvarme.


-       -   ¿Salvarte de qué?


-        -  De mi perdición





Presa de los sentimientos que estaba experimentando, le dio la espalda... Él, molesto, la giró con brusquedad, quedando de nuevo frente a frente.




-        -  Cuéntamelo, te lo ordeno – le salió decir


-         - ¿Me lo ordenas? – le miró muy seria -  Príncipe Theron… mi familia tenía tanto poder como la tuya, hasta que alguien terminó con ella… - habló con dureza – Y si yo quisiera tendría muchísimo más poder del que tú tendrás jamás… No tendrías más remedio que hincar tu obstinada rodilla de elfo ante mi presencia…


-        -  ¿Qué insinúas? – se sintió ofendido


-        -  Controla tu ego… nunca sabes con quien puedes estar hablando… - trató de controlar su rabia – Y ahora si, me voy


-         -  Nyn espera… - trató de pararla




Pero la elfa abrió la puerta y salió, dejándolo con un sonoro portazo..




-          Joder… soy imbécil.. - exclamó

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