Su
corcel batía las alas con dificultad, el aire gélido de Corona de Hielo impedía
que pudiese volar con soltura. Su jinete trataba de refugiarse en su capa con
una mano, mientras que con la otra sujetaba las riendas.
-
Ya queda poco… podemos hacerlo – apremió a su caballo con una suave caricia.
Instantes
después, se erguía ante ella la imponente Ciudadela de Corona de Hielo. Un
escalofrío recorrió su cuerpo…
Inicio
del flashback
Tenía 5 años cuando aquello sucedió…. Disfrutaba con sus padres de
un agradable paseo por el Bosque de la Canción Eterna, cuando el cielo
se nubló y un viento gélido los empujó. La niña, atemorizada, buscó refugio en
brazos de su madre, una elegante elfa de sangre. Mientras que su padre, un
apuesto y valiente paladín, escudriñaba los alrededores con la vista,
consciente de un inminente peligro. Este no tardó mucho en llegar… y con él… el
frío…. El mayor frío que hubiesen imaginado jamás…
A lo lejos pudieron ver una imponente figura, su armadura era
totalmente negra, su rostro oculto por un casco con forma de calavera. Sus
pies, congelaban el suelo que pisaba, terminando con toda forma de vida que
osase cruzarse en su camino. Lo acompañaba un pequeño ejército de seres sacados
de las peores pesadillas, caminaban como seres normales pero sus ojos lucían
carentes de vida y algunos de los cuerpos presentaban señales de haber muerto
anteriormente.
El valiente Adanahel, llamó a su espada, la cual se materializó de
inmediato en sus manos y luchó fervientemente para proteger a su familia. Pero,
cuando creía tener controlado al ejército de no-muertos, el imponente jefe se
enfrentó a él. La pelea no duró más que unos segundos, en los cuales Nyniel,
trataba por todo los medios de curar a su marido. Pero sus esfuerzos fueron en
vano…. Y Adanahel pereció….
Nyniel retrocedió aterrada, no sin antes proteger mágicamente a su
hija y ocultarla de aquel malévolo ser. Agotada, sin fuerzas, tropezó en su
huida y el hombre la alcanzó…
- Antes de mi muerte…. Me gustaría conocer el nombre del hombre que
terminó con mi vida - imploró
- Patética elfa… - su voz era fría y burlona – Soy el destructor de
la vida, el guardián de la muerte… no importa como fui conocido, sino como lo
seré a partir de ahora…el Rey Exánime
Nyniel, con su último suspiro, trató de luchar, pero el Rey Exánime
acabó con su vida y con la de una gran parte de la de los habitantes de
Lunargenta, incluida la de la valiente general Sylvanas Brisaveloz.
Fin
del flashback
Y
ahora estaba allí… ante la morada del asesino de sus padres, con su corazón
rebosante de ansias de venganza.
Descendió
hasta que su montura tocó tierra firme y, con la misma rapidez con la que lo
había invocado, retiró su corcel.
Suspiró
hondo…
Y
reemprendió su tortuoso camino….
Las
puertas estaban cerradas, pero la elfa, logró colarse entre los barrotes de una
de las ventanas contiguas. Se dejó caer
a la sala que se abría ante ella..montones de cráneos de razas que ella ni
conocía reposaban sobre el suelo cual tétrica alfombra. Respiró hondo y caminó
con pies ligeros, aprovechando los pequeños huecos entre los restos óseos.
Tuvo
que contener el aliento en más de una ocasión, pues cuanto más se acercaba al
fondo de la estancia, los restos parecían más recientes e, incluso algunos,
conservaban pedazos de lo que había sido piel, aunque ahora presentaban un
aspecto y hedor nauseabundo. Cerró los ojos, tratando de apaciguar los latidos
de su corazón, pues estaba segura de que si no se tranquilizaba, cada uno de
ellos golpearía la estancia como un tambor.
Siguió
caminando en la penumbra hasta la sala en la que reposaba Lord Tuétano, el
centinela óseo que protegía la antecámara. Por suerte, parecía descansar
plácidamente, aunque los rumores decían que dormía siempre con un ojo abierto,
al acecho de lo que pudiese pasar.
La
elfa susurró unas palabras inaudibles, sólo el lento movimiento de sus labios
hubiese delatado el hechizo que usó a continuación, un ancestral conjuro de
banalidad, con el cual pasaría totalmente desapercibida siempre que su capa
cubriese su cuerpo.
Respiró
hondo y se adentró en la instancia, observando por el rabillo del ojo al
durmiente Lord Tuétano, que no parecía haberse percatado de su presencia. Así,
continuó su ascenso hasta la cámara de Lady Susurramuerte, evitándola de la
misma manera.
Cuando
alcanzó la muralla de las calaveras, ráfagas del más frío de los vientos, la
arrollaron, golpeando su cuerpo con fuerza contra el muro. Exhaló una mueca de
dolor y alzó sus ojos en dirección al muro. Con aquella ventisca no podría
caminar, pero quizá si ascender.
Así
pues, aprovechó la intrincada decoración del edificio para alcanzar el tercer
piso. El ascenso no fue difícil, pero cuando logró volver al interior, estaba
entumecida de frío. Se dejó resbalar hasta que su cuerpo tocó el suelo y se
abrazó a sus rodillas, tratando de infundirse su propio calor…
Por
los efectos del frío, no fue consciente de que se estaba empezando a quedar
dormida, hasta que escuchó un profundo lamento, seguido de un leve sollozo.
Alzó la cabeza de golpe, entre asustada y sorprendida, y miró a su alrededor.
Estaba
en un largo pasillo, un poco más adelante, a la derecha, había una puerta que
emanaba un ligero brillo verdoso. Guiada
por su instinto, caminó hasta aquel resplandor y se internó en la habitación.
Ante
ella se encontraba ahora una imponente dragona de color esmeralda, aunque
parecía estar enferma o, peor aún, inoculada por alguno de los extraños
experimentos del profesor Putricidio, el desalmado nigromante del Lich.
Consciente
de su presencia, la dragona alzó la cabeza y la miró fijamente…
-
“¿Quién eres tú?” – habló a su mente
-
¿Acaso importa? – respondió en un susurro
-
“Este no es un buen lugar, quien entra en la Ciudadela, no sale con
vida… o, al menos, no con la misma vida con la que entró..”
-
Eso cambiará a partir de hoy.. – esbozó una cansada sonrisa
-
“¿Qué estás diciendo?”
-
Lo mismo que estás pensando… lo mismo que tú deseas
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