viernes, 23 de enero de 2015

Capítulo 2. Los vientos de rasganorte



Su corcel batía las alas con dificultad, el aire gélido de Corona de Hielo impedía que pudiese volar con soltura. Su jinete trataba de refugiarse en su capa con una mano, mientras que con la otra sujetaba las riendas.


- Ya queda poco… podemos hacerlo – apremió a su caballo con una suave caricia.


Instantes después, se erguía ante ella la imponente Ciudadela de Corona de Hielo. Un escalofrío recorrió su cuerpo…



  



Inicio del flashback



Tenía 5 años cuando aquello sucedió…. Disfrutaba con sus padres de un agradable paseo por el Bosque de la Canción Eterna, cuando el cielo se nubló y un viento gélido los empujó. La niña, atemorizada, buscó refugio en brazos de su madre, una elegante elfa de sangre. Mientras que su padre, un apuesto y valiente paladín, escudriñaba los alrededores con la vista, consciente de un inminente peligro. Este no tardó mucho en llegar… y con él… el frío…. El mayor frío que hubiesen imaginado jamás…



A lo lejos pudieron ver una imponente figura, su armadura era totalmente negra, su rostro oculto por un casco con forma de calavera. Sus pies, congelaban el suelo que pisaba, terminando con toda forma de vida que osase cruzarse en su camino. Lo acompañaba un pequeño ejército de seres sacados de las peores pesadillas, caminaban como seres normales pero sus ojos lucían carentes de vida y algunos de los cuerpos presentaban señales de haber muerto anteriormente.



El valiente Adanahel, llamó a su espada, la cual se materializó de inmediato en sus manos y luchó fervientemente para proteger a su familia. Pero, cuando creía tener controlado al ejército de no-muertos, el imponente jefe se enfrentó a él. La pelea no duró más que unos segundos, en los cuales Nyniel, trataba por todo los medios de curar a su marido. Pero sus esfuerzos fueron en vano…. Y Adanahel pereció….



Nyniel retrocedió aterrada, no sin antes proteger mágicamente a su hija y ocultarla de aquel malévolo ser. Agotada, sin fuerzas, tropezó en su huida y el hombre la alcanzó…



- Antes de mi muerte…. Me gustaría conocer el nombre del hombre que terminó con mi vida - imploró

- Patética elfa… - su voz era fría y burlona – Soy el destructor de la vida, el guardián de la muerte… no importa como fui conocido, sino como lo seré a partir de ahora…el Rey Exánime



Nyniel, con su último suspiro, trató de luchar, pero el Rey Exánime acabó con su vida y con la de una gran parte de la de los habitantes de Lunargenta, incluida la de la valiente general Sylvanas Brisaveloz.



Fin del flashback





Y ahora estaba allí… ante la morada del asesino de sus padres, con su corazón rebosante de ansias de venganza.

Descendió hasta que su montura tocó tierra firme y, con la misma rapidez con la que lo había invocado, retiró su corcel.

Suspiró hondo…

Y reemprendió su tortuoso camino….


Las puertas estaban cerradas, pero la elfa, logró colarse entre los barrotes de una de las ventanas contiguas.  Se dejó caer a la sala que se abría ante ella..montones de cráneos de razas que ella ni conocía reposaban sobre el suelo cual tétrica alfombra. Respiró hondo y caminó con pies ligeros, aprovechando los pequeños huecos entre los restos óseos.
Tuvo que contener el aliento en más de una ocasión, pues cuanto más se acercaba al fondo de la estancia, los restos parecían más recientes e, incluso algunos, conservaban pedazos de lo que había sido piel, aunque ahora presentaban un aspecto y hedor nauseabundo. Cerró los ojos, tratando de apaciguar los latidos de su corazón, pues estaba segura de que si no se tranquilizaba, cada uno de ellos golpearía la estancia como un tambor.


Siguió caminando en la penumbra hasta la sala en la que reposaba Lord Tuétano, el centinela óseo que protegía la antecámara. Por suerte, parecía descansar plácidamente, aunque los rumores decían que dormía siempre con un ojo abierto, al acecho de lo que pudiese pasar.

La elfa susurró unas palabras inaudibles, sólo el lento movimiento de sus labios hubiese delatado el hechizo que usó a continuación, un ancestral conjuro de banalidad, con el cual pasaría totalmente desapercibida siempre que su capa cubriese su cuerpo.

Respiró hondo y se adentró en la instancia, observando por el rabillo del ojo al durmiente Lord Tuétano, que no parecía haberse percatado de su presencia. Así, continuó su ascenso hasta la cámara de Lady Susurramuerte, evitándola de la misma manera.

Cuando alcanzó la muralla de las calaveras, ráfagas del más frío de los vientos, la arrollaron, golpeando su cuerpo con fuerza contra el muro. Exhaló una mueca de dolor y alzó sus ojos en dirección al muro. Con aquella ventisca no podría caminar, pero quizá si ascender.

Así pues, aprovechó la intrincada decoración del edificio para alcanzar el tercer piso. El ascenso no fue difícil, pero cuando logró volver al interior, estaba entumecida de frío. Se dejó resbalar hasta que su cuerpo tocó el suelo y se abrazó a sus rodillas, tratando de infundirse su propio calor…


Por los efectos del frío, no fue consciente de que se estaba empezando a quedar dormida, hasta que escuchó un profundo lamento, seguido de un leve sollozo. Alzó la cabeza de golpe, entre asustada y sorprendida, y miró a su alrededor.


Estaba en un largo pasillo, un poco más adelante, a la derecha, había una puerta que emanaba un ligero brillo verdoso.  Guiada por su instinto, caminó hasta aquel resplandor y se internó en la habitación.


Ante ella se encontraba ahora una imponente dragona de color esmeralda, aunque parecía estar enferma o, peor aún, inoculada por alguno de los extraños experimentos del profesor Putricidio, el desalmado nigromante del Lich.


Consciente de su presencia, la dragona alzó la cabeza y la miró fijamente…

- “¿Quién eres tú?” – habló a su mente

- ¿Acaso importa? – respondió en un susurro

- “Este no es un buen lugar, quien entra en la Ciudadela, no sale con vida… o, al menos, no con la misma vida con la que entró..” 


- Eso cambiará a partir de hoy.. – esbozó una cansada sonrisa

- “¿Qué estás diciendo?”


- Lo mismo que estás pensando… lo mismo que tú deseas

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