lunes, 25 de abril de 2016

Capítulo 66. Theramore



Tan sólo unos metros delante, se erguían las fortificaciones de Theramore, una ciudad totalmente amurallada y con poderosas defensas que los humanos habían establecido en Kalimdor. Theramore constituía también un importante punto comercial, de cuyo puerto salían y entraban barcos continuamente.

La ciudad estaba gobernada por Lady Jaina Valiente, importante maga del Kirin Tor, respaldada por los pocos paladines que un día habían pertenecido a la Mano de Plata de Uther el Iluminado. Pero Ventormenta siempre había tratado con recelo a aquella ciudad, y Varyan Wrynn creía que Lady Jaina trataba de arrebatarle el liderazgo de la Alianza; equivocadamente, Jaina y Uther habían defendido aquel asentamiento como una zona segura y la maga siempre había tratado de conciliar Horda y Alianza para trabajar en común.

-          Está lleno de guardias, será casi imposible entrar – dijo Ashytaka

-          En teoría no tendríamos que tener problema – dijo Ibi en la lejanía – No te des la vuelta!


Pero Ashytaka, nada más oír eso giró su cabeza en dirección hacia ella. La joven maga estaba cambiándose de ropa y recuperando sus vestimentas del Kirin Tor. El cazador no logró ver nada, pues ella lo convirtió de inmediato en un pequeño gatito y lo metió en su morral mientras terminaba de cambiarse. Después, le devolvió a su forma normal.

-          Te dije que no te dieses la vuelta… - regañó
-          Deberías saber que decir eso es una abierta invitación a hacerlo… - protestó - ¿Y bien? ¿Qué planeas hacer ahora?

-          Ashy, puedes irte, ya has cumplido acompañándome hasta aquí – sonrió

-          No… no.. No te voy a dejar sola con los humanos…

-          Hace tan sólo unos días que estabas deseando librarte de mí – recordó Ibi

-          Sí, y es cierto – sonrió pícaro – Pero no quiero que te pase nada, soy tu guardián, ¿recuerdas?

-          -¿Por qué haces esto? – cuestionó la maga

-          No lo sé… Supongo que porque no tengo nada mejor que hacer – encogió los hombros
-          ¿Solamente?

-          Y porque, pese a lo poco que nos conocemos, algo en mi interior me impulsa a ayudarte.


Ella sonrió, le agradaba mucho la compañía del elfo y se sentía segura a su lado…  Alistó de nuevo su toga azul y morada y se posicionó en el camino, seguida por el cazador.

-          Iremos tranquilamente… no tendremos problemas… - decía ella en voz baja, inquieta

-          Ibi, no tenemos plan de escape si nos encarcelan..

-          No lo harán… Puedo convertirlos en… gatos – titubeó

-          Estamos a tiempo de volver atrás.. – dijo poco convencido

-          No puedo… tengo que ayudar a mi hermana – suspiró – Ojalá ella estuviese aquí, sabría que hacer o.. seguro que los mataría a todos..


Los guardias de la puerta enseguida dieron la señal de alerta al ver llegar a los dos elfos, aproximándose a ellos de inmediato, con sus espadas desenvainadas.


-          Deteneos! Esto es territorio de la Alianza – dijo uno de los humanos

-          Asquerosos hordas, volved por donde habéis venido o morireis – dijo el otro

-          Mi nombre es Ibiza Anylïnde, soy maga del Kirin Tor – presentó – Vengo a hablar con Lady Jaina

Los guardias se miraron, confusos, para después observarla con curiosidad. 

-          Has podido robar esa toga… - culpó

-          No podemos fiarnos de vosotros, sois enemigos

-          Pues llamad a Lady Jaina y que compruebe mi identidad, un mago del Kirin Tor no puede mentir. – dijo con cierto matiz de orgullo.

-          Esperad un momento, Jacob, vigílalos – ordenó a su compañero

Ashytaka se acercó a Ibi por la espalda, susurrándole al oído.


-          ¿Por qué un mago del Kirin Tor no puede mentir?

-          Es lo primero que te enseñan en la escuela… Los magos debemos ser neutrales y velar por la paz, las mentiras engendran conflictos y guerras.

-          ¿Y que pasa si un mago miente?

-          Hacemos un pacto arcano… Si un mago miente, esa magia se vuelve contra él, formando marcas violáceas en su cuerpo.

-          ¿Marcas?

-          Si, nunca las he visto, pero dicen que son símbolos arcanos antiguos, pueden salir en cualquier parte… Si el mentiroso tiene suerte, pueden salir en la planta del pie o en algún lugar oculto, si no la tiene, puede salirle incluso en la cara. 

-          ¿Y qué pasa si alguien ve esas marcas?

-          Si se descubre a un mago con esas marcas está condenado a morir.

-          ¿A morir? ¿No es demasiado exagerado?

-          Si, además a una muerte bastante cruel. En los magos, la magia fluye por todo nuestro cuerpo, para poder llegar a dominarla hacemos ese pacto arcano, que nos ayuda a canalizar y controlar los flujos de magia. Pero, en la historia del Kirin Tor ha habido magos que han traicionado al bien, mintiendo y convirtiéndose en horribles nigromantes. Antes de su muerte, el poderoso Antonidas añadió esa pequeña modificación al pacto arcano. – hizo una breve pausa – Si un mago es descubierto con la marca de la mentira, se le ata de manos y pies y se le succiona toda la magia de su ser, ese procedimiento es muy doloroso… y nadie sobrevive…

-          Horrible…

-          Sí, por eso no hay que mentir – sonrió nerviosa

-          Entonces.. ¿puedo preguntarte cualquier cosa?

-          Puedo negarme a responder, es mi derecho – sacó la lengua.


El humano volvió tras diez minutos, acompañado de varios guardias más, que rodearon a los elfos, y los escoltaron hasta un pequeño palacete en la zona central de la ciudad. Lady Jaina los miraba desde un pequeño palco, con el trasero apoyado en una mesa llena de papeles. Para ser una humana era guapa, su pelo rubio caía liso hasta su pecho y sus ojos azules denotaban una gran tristeza. Llevaba una toga azul cielo.


-          Lady Jaina, estos son los hordas que solicitaban hablar con vos

-          De acuerdo, podeis retiraros, yo me encargo – habló ella – Identificaos.. – dijo seria

-          Mi nombre es Ibiza Anylïnde, maga del Kirin Tor, este es mi compañero Ashytaka.
 
-          Bien, Ibiza, ¿Puedo preguntar a qué habeis venido?

-          A hablar con vos, Lady Jaina

-          ¿Conmigo? ¿No te enseñan lo suficiente en le escuela de magia de Dalaran?

-          No es de magia de lo que quiero hablar, Lady Jaina

-          ¿Entonces? ¿Qué es lo que ha traído a dos elfos de sangre a Theramore?

-          Vengo a hablar del príncipe Arthas…



Kareth llegó junto al cementerio, a pesar del inmenso dolor en su pierna, seguido por Nitro y Symi, que se quedaron a una distancia prudencial. 

El príncipe de Lunargenta vió como aquel enorme dragón de escamas carmesí tomaba la forma de una elfa de sangre de cabello rojizo. También había una anciana totalmente vestida de negro que sujetaba entre sus brazos el cuerpo de Chantarelle.


-          Chantarelle! – llamó acercándose

-          No te acerques… - alertó la anciana

-          Es Kareth Theron, puede acercarse…  - dijo Quiuyue – Pero como vuelvas a lastimarla tu y yo tendremos más que palabras.. – dijo seria


Kareth se arrodilló, acariciando con su mano el rostro de ella, que yacía inconsciente. Se fijó en su cuerpo, su ropa estaba hecha trizas y su piel presentaba diversas heridas.

-          ¿Qué le ha pasado? – tragó saliva

-          Estaba peleando con una paladín… acabamos de llegar – dijo Evannor – Eres paladín, ¿verdad?

-          Si

-          Estoy demasiado vieja… ¿podrías intentar sanarla?

-          No creo que sea buena idea… - dijo Quiuyue

-          ¿Y qué pretendes? ¿Dejarla morir como hiciste con él?

-          Evannor, no empieces… Tú no lo sabes todo sobre ella…

-          ¿Ah no? ¿Y que más debería saber?


Kareth, ignorando la discusión entre las dos mujeres, trató de sanar a la elfa, comenzando por la herida del vientre, pero su magia sagrada no conseguía más que agravar su herida. Chantarelle se despertó, gritando de dolor.


-          Kareth! Para! – gritó Quiuyue

-          Esto… no es normal.. – dijo Evannor… - La está curando

-          Evannor, ven aquí… hablemos…



- Hacía mucho tiempo que no escuchaba ese nombre… Tanto, que hasta creí haberlo borrado de mi memoria… - dijo con tristeza

- Por desgracia para mí, la última vez que lo escuché fue con palabras de mi hermana..
- Ibiza, creo que no estoy entendiendo qué es lo que quieres hablar…- dijo con franqueza

- ¿Hace cuanto no veis a Arthas?

- La última vez que lo vi… - recordó con amargura – Fue antes de la caída de Dalaran – dijo sin recordar demasiado


Ella había tomado asiento sobre la mesa, recordando con amargura al desdichado príncipe del cual se había enamorado… 
 
Jaina la miró… No sabía porqué estaba hablando de Arthas con aquella joven elfa, pero en sus ojos se vio reflejada de alguna manera…


-          Creo… que sucumbió ante el Rey Exánime… - se atrevió a decir

-          Lady Jaina, se que os sonará muy raro todo lo que voy a decir a continuación… pero he venido a vos con la esperanza de sacar algo en claro y poder ayudar a mi hermana.

-          Sigo sin comprender que relación puede tener el príncipe Arthas con tu hermana.

-          La tiene… Arthas Menethil es el Rey Exánime…


Chantarelle abrió los ojos, el dolor la invadía. Kareth la sujetaba entre sus brazos, era algo tan cálido… aunque doloroso al mismo tiempo

-          Ey.. ¿estás bien? – susurró él

-          Tu cara… ¿qué te ha pasado?

-          Me he peleado con Aetheris… Su hermana y él nos tendieron una trampa para separarnos…

-          Lo sé… he peleado con ella…

-          ¿Ella te ha hecho esto? Porque te juro que…

-          Shhh… Ella seguramente esté peor que yo

-          Elle… lo siento tantísimo…

-          Ayúdame a levantarme

-          No creo que estés en condiciones para ello

-          Ayúdame o lo haré yo sola


Él, aunque reticente, aceptó y tiró de ella para ponerla en pie y que ella le guiase hasta donde quería ir. Chantarelle se aproximó a la estatua de su padre, cuya brecha amenazaba la estabilidad del mármol y se soltó de los brazos de Kareth, su poder de hielo para rellenar aquellos espacios rotos… Extenuada, cayó al suelo, escupiendo sangre por la boca, pero sin dejar de restaurar el recuerdo de su padre.


-          Elle… ¿Qué haces? – dijo entre horrorizado y confuso.

-          No permitiré que esa desgraciada lastime el único recuerdo que queda de mi padre…

-          ¿Adanahel… era tu padre? – pronunció consternado

-         

-          Pero… pero… tú eres…

-          Yo no soy nadie… - cortó la conversación



Quiuyue había alejado a Evannor de los dos jóvenes, esperando una mala reacción por su parte…

-          Hay algo que no te he contado sobre ella…

-          Quiuyue, me harto de tus juegos…. Habla de una maldita vez!

-          Verás… Al’ar no es el único poder que tiene Chantarelle… - tragó saliva – El poder de Agonía de escarcha también habita en su interior

-          ¿De… Agonía?- la anciana no comprendía nada

-          Evannor, Chantarelle se enfrentó al Rey Exánime y logró salir con vida de la Ciudadela… pero… Agonía la hirió… Y no me preguntes el como o el porqué, pero ella ha logrado hacer suyo ese poder.

-          Eso no es posible… Esa maldita espada …

-          Lo sé… El problema es que el alma de Chantarelle está atrapada, y la verdad, no la creía capaz de despertar a Al’ar… 

-          Por eso él no estaba como siempre… - razonó - ¿Cómo has podido permitirlo? – acusó

-          No trates de culparme por eso… Cuando la conocí había perdido sus poderes sagrados, si sigue viva es gracias a mí! – se enfureció

-          No puedo creer que el alma de mi nieta este encadenada a ese engendro..