Tan sólo unos metros delante, se erguían las fortificaciones de Theramore, una ciudad totalmente amurallada y con poderosas defensas que los humanos habían establecido en Kalimdor. Theramore constituía también un importante punto comercial, de cuyo puerto salían y entraban barcos continuamente.
La ciudad estaba gobernada por Lady Jaina Valiente, importante maga del Kirin Tor, respaldada por los pocos paladines que un día habían pertenecido a la Mano de Plata de Uther el Iluminado. Pero Ventormenta siempre había tratado con recelo a aquella ciudad, y Varyan Wrynn creía que Lady Jaina trataba de arrebatarle el liderazgo de la Alianza; equivocadamente, Jaina y Uther habían defendido aquel asentamiento como una zona segura y la maga siempre había tratado de conciliar Horda y Alianza para trabajar en común.
-
Está
lleno de guardias, será casi imposible entrar – dijo Ashytaka
-
En
teoría no tendríamos que tener problema – dijo Ibi en la lejanía – No te des la
vuelta!
-
Te
dije que no te dieses la vuelta… - regañó
-
Deberías
saber que decir eso es una abierta invitación a hacerlo… - protestó - ¿Y bien?
¿Qué planeas hacer ahora?
-
Ashy,
puedes irte, ya has cumplido acompañándome hasta aquí – sonrió
-
No…
no.. No te voy a dejar sola con los humanos…
-
Hace
tan sólo unos días que estabas deseando librarte de mí – recordó Ibi
-
Sí,
y es cierto – sonrió pícaro – Pero no quiero que te pase nada, soy tu guardián,
¿recuerdas?
-
-¿Por
qué haces esto? – cuestionó la maga
-
No
lo sé… Supongo que porque no tengo nada mejor que hacer – encogió los hombros
-
¿Solamente?
-
Y
porque, pese a lo poco que nos conocemos, algo en mi interior me impulsa a
ayudarte.
Ella
sonrió, le agradaba mucho la compañía del elfo y se sentía segura a su lado… Alistó de nuevo su toga azul y morada y se
posicionó en el camino, seguida por el cazador.
-
Iremos
tranquilamente… no tendremos problemas… - decía ella en voz baja, inquieta
-
Ibi,
no tenemos plan de escape si nos encarcelan..
-
No
lo harán… Puedo convertirlos en… gatos – titubeó
-
Estamos
a tiempo de volver atrás.. – dijo poco convencido
-
No
puedo… tengo que ayudar a mi hermana – suspiró – Ojalá ella estuviese aquí,
sabría que hacer o.. seguro que los mataría a todos..
-
Deteneos!
Esto es territorio de la Alianza – dijo uno de los humanos
-
Asquerosos
hordas, volved por donde habéis venido o morireis – dijo el otro
-
Mi
nombre es Ibiza Anylïnde, soy maga del Kirin Tor – presentó – Vengo a hablar
con Lady Jaina
-
Has
podido robar esa toga… - culpó
-
No
podemos fiarnos de vosotros, sois enemigos
-
Pues
llamad a Lady Jaina y que compruebe mi identidad, un mago del Kirin Tor no
puede mentir. – dijo con cierto matiz de orgullo.
-
Esperad
un momento, Jacob, vigílalos – ordenó a su compañero
-
¿Por
qué un mago del Kirin Tor no puede mentir?
-
Es
lo primero que te enseñan en la escuela… Los magos debemos ser neutrales y
velar por la paz, las mentiras engendran conflictos y guerras.
-
¿Y
que pasa si un mago miente?
-
Hacemos
un pacto arcano… Si un mago miente, esa magia se vuelve contra él, formando
marcas violáceas en su cuerpo.
-
¿Marcas?
-
Si,
nunca las he visto, pero dicen que son símbolos arcanos antiguos, pueden salir
en cualquier parte… Si el mentiroso tiene suerte, pueden salir en la planta del
pie o en algún lugar oculto, si no la tiene, puede salirle incluso en la cara.
-
¿Y
qué pasa si alguien ve esas marcas?
-
Si
se descubre a un mago con esas marcas está condenado a morir.
-
¿A
morir? ¿No es demasiado exagerado?
-
Si,
además a una muerte bastante cruel. En los magos, la magia fluye por todo
nuestro cuerpo, para poder llegar a dominarla hacemos ese pacto arcano, que nos
ayuda a canalizar y controlar los flujos de magia. Pero, en la historia del
Kirin Tor ha habido magos que han traicionado al bien, mintiendo y
convirtiéndose en horribles nigromantes. Antes de su muerte, el poderoso
Antonidas añadió esa pequeña modificación al pacto arcano. – hizo una breve
pausa – Si un mago es descubierto con la marca de la mentira, se le ata de manos
y pies y se le succiona toda la magia de su ser, ese procedimiento es muy
doloroso… y nadie sobrevive…
-
Horrible…
-
Sí,
por eso no hay que mentir – sonrió nerviosa
-
Entonces..
¿puedo preguntarte cualquier cosa?
-
Puedo
negarme a responder, es mi derecho – sacó la lengua.
-
Lady
Jaina, estos son los hordas que solicitaban hablar con vos
-
De
acuerdo, podeis retiraros, yo me encargo – habló ella – Identificaos.. – dijo
seria
-
Mi
nombre es Ibiza Anylïnde, maga del Kirin Tor, este es mi compañero Ashytaka.
-
Bien,
Ibiza, ¿Puedo preguntar a qué habeis venido?
-
A
hablar con vos, Lady Jaina
-
¿Conmigo?
¿No te enseñan lo suficiente en le escuela de magia de Dalaran?
-
No
es de magia de lo que quiero hablar, Lady Jaina
-
¿Entonces?
¿Qué es lo que ha traído a dos elfos de sangre a Theramore?
-
Vengo
a hablar del príncipe Arthas…
El príncipe de Lunargenta vió como aquel enorme dragón de escamas carmesí tomaba la forma de una elfa de sangre de cabello rojizo. También había una anciana totalmente vestida de negro que sujetaba entre sus brazos el cuerpo de Chantarelle.
-
Chantarelle!
– llamó acercándose
-
No
te acerques… - alertó la anciana
-
Es
Kareth Theron, puede acercarse… - dijo
Quiuyue – Pero como vuelvas a lastimarla tu y yo tendremos más que palabras.. –
dijo seria
-
¿Qué
le ha pasado? – tragó saliva
-
Estaba
peleando con una paladín… acabamos de llegar – dijo Evannor – Eres paladín,
¿verdad?
-
Si
-
Estoy
demasiado vieja… ¿podrías intentar sanarla?
-
No
creo que sea buena idea… - dijo Quiuyue
-
¿Y
qué pretendes? ¿Dejarla morir como hiciste con él?
-
Evannor,
no empieces… Tú no lo sabes todo sobre ella…
-
¿Ah
no? ¿Y que más debería saber?
-
Kareth!
Para! – gritó Quiuyue
-
Esto…
no es normal.. – dijo Evannor… - La está curando
-
Evannor,
ven aquí… hablemos…
- Hacía mucho tiempo que no escuchaba ese nombre… Tanto, que hasta creí haberlo borrado de mi memoria… - dijo con tristeza
- Por desgracia para mí, la última vez que lo escuché fue con palabras de mi hermana..
- Ibiza, creo que no estoy entendiendo qué es lo que quieres hablar…- dijo con franqueza
- ¿Hace cuanto no veis a Arthas?
- La última vez que lo vi… - recordó con amargura – Fue antes de la caída de Dalaran – dijo sin recordar demasiado
Ella había tomado asiento sobre la mesa, recordando con amargura al desdichado príncipe del cual se había enamorado…
Jaina la miró… No sabía porqué estaba hablando de Arthas con aquella joven elfa, pero en sus ojos se vio reflejada de alguna manera…
-
Creo…
que sucumbió ante el Rey Exánime… - se atrevió a decir
-
Lady
Jaina, se que os sonará muy raro todo lo que voy a decir a continuación… pero
he venido a vos con la esperanza de sacar algo en claro y poder ayudar a mi
hermana.
-
Sigo
sin comprender que relación puede tener el príncipe Arthas con tu hermana.
-
La
tiene… Arthas Menethil es el Rey Exánime…
-
Ey..
¿estás bien? – susurró él
-
Tu
cara… ¿qué te ha pasado?
-
Me
he peleado con Aetheris… Su hermana y él nos tendieron una trampa para
separarnos…
-
Lo
sé… he peleado con ella…
-
¿Ella
te ha hecho esto? Porque te juro que…
-
Shhh…
Ella seguramente esté peor que yo
-
Elle…
lo siento tantísimo…
-
Ayúdame
a levantarme
-
No
creo que estés en condiciones para ello
-
Ayúdame
o lo haré yo sola
-
Elle…
¿Qué haces? – dijo entre horrorizado y confuso.
-
No
permitiré que esa desgraciada lastime el único recuerdo que queda de mi padre…
-
¿Adanahel…
era tu padre? – pronunció consternado
-
Sí
-
Pero…
pero… tú eres…
-
Yo
no soy nadie… - cortó la conversación
-
Hay
algo que no te he contado sobre ella…
-
Quiuyue,
me harto de tus juegos…. Habla de una maldita vez!
-
Verás…
Al’ar no es el único poder que tiene Chantarelle… - tragó saliva – El poder de
Agonía de escarcha también habita en su interior
-
¿De…
Agonía?- la anciana no comprendía nada
-
Evannor,
Chantarelle se enfrentó al Rey Exánime y logró salir con vida de la Ciudadela…
pero… Agonía la hirió… Y no me preguntes el como o el porqué, pero ella ha
logrado hacer suyo ese poder.
-
Eso
no es posible… Esa maldita espada …
-
Lo
sé… El problema es que el alma de Chantarelle está atrapada, y la verdad, no la
creía capaz de despertar a Al’ar…
-
Por
eso él no estaba como siempre… - razonó - ¿Cómo has podido permitirlo? – acusó
-
No
trates de culparme por eso… Cuando la conocí había perdido sus poderes
sagrados, si sigue viva es gracias a mí! – se enfureció
-
No
puedo creer que el alma de mi nieta este encadenada a ese engendro..