miércoles, 22 de julio de 2015

Capítulo 45. Bajo las alas de un dragón



Aquella última palabra había sonado tan orgullosa como sentimental, al mismo tiempo que aterradora. Aquella elfa no sólo poseía aquel poder corrupto, sino que había sido consciente de la intrusión que había hecho en su mente, había captado su esencia… Y aquello era imposible, o lo había sido hasta aquel entonces..



Sus ojos violetas la miraban con una curiosidad alarmante…  y no podía dejar de mirarla… Sin poder evitarlo, se sumergió de nuevo en la mente de ella… observándolo todo…



A diferencia de las mentes de los seres normales, la de ella era de color azul, una larga estancia helada en la que reposaban sus recuerdos.  Siguió su instinto una vez más y se fijó solo en aquellos cristales que reflejaban los acontecimientos más importantes… la muerte de sus padres, el orfanato, la pelea contra Arthas, sus experiencias cercanas a la muerte, Arthas de nuevo, Valanar, Thelarien, sus pérdidas de control y… justo cuando se disponía a ir hacia el final, donde estaban los recuerdos del corazón, una sensación de frío la repelió hacia el exterior…




-          ¿Por qué?


-          Porque hay recuerdos que quiero que sean solo míos… - sonrió. – Me da igual lo que hayas visto… si lo has hecho es porque yo te he dejado…


-          Me llamo Quiuyue – se presentó la elfa de cabellos rojizos


-          Nyn


-          ¿Por qué renuncias a tus raíces?


-          No lo hago, sólo las protejo. – cortó seria – Y bien… ¿Qué hace un dragón del vuelo rojo aquí?


-          Visito los portales esmeralda que hay repartidos a lo largo de Azeroth… Valithria aún no está recuperada


-          ¿Cómo se encuentra? ¿Salió fácilmente de la ciudadela?


-          ¿Fuiste tú? – se asombró - ¿Tú la liberaste?


-          Si


-          Gracias… - se arrodilló ante ella 


-          ¿Qué haces?


-          Valithria pidió que si algún día uno de los dragones daba con su salvadora, se pusiera a su servicio.


-          No creo merecer tal honor…


-          La verdad es que ninguno de nosotros esperaba que la salvadora de Valithria estuviese… bueno..


-          Corrompida…


-          Si… - suspiró – Pero aquí estoy





Nyn le hizo una señal con la mano para que se levantase, no le agradaba que nadie se arrodillase ante ella, le recordaba demasiado a una época pasada. La dragona pareció percibirlo y se puso en pie de inmediato, mirando con preocupación a su protegida.



-          Debo darte asco… - habló en voz baja


-          No, Nyn… no es asco lo que siento, siento… pena


-          Yo nunca quise esto, Quiuyue… Tan sólo quería vengar a mis padres… no condenar mi alma tanto o más que la de mi padre, ni tampoco terminar siendo “esto”


-          Veo fortaleza en ti, a pesar de todo, y como tu guardiana haré todo lo posible por ayudarte.


-          Sigo sin verlo bien… no quiero perjudicar a nadie más…


-          ¿Entonces por qué vas a Lunargenta? – la miró seria


-          Tengo mis motivos…





La conversación agradable que estaban teniendo se había enfriado tan pronto como la dragona le preguntó sus motivos.  Quiuyue trató de penetrar de nuevo en la mente de ella, pero la elfa la bloqueó por completo.



-          Puede que no tengas poderes físicos, Nyn, pero tus poderes psíquicos son increíbles. Me recuerdan mucho a los de una persona que conocí hace tiempo. – recordó – Tengo una idea…



La dragona caminó con rapidez hacia una zona desierta, oculta entre la maleza, seguida por la elfa. Pronunció unas palabras en un idioma desconocido y tomó su forma original. Ante Chantarelle se erguía ahora una dragona de escamas carmesí, agitó sus fuertes alas para plegarlas de nuevo a lo largo de su imponente figura. Sus cuernos marfil estaban adorados por dos aros dorados, al igual que sus poderosas patas. La dragona mostró sus afilados y blancos dientes, para después hablar a la mente de la elfa.



-          “Sube”






Al principio, aquella sensación fría en su lomo, la incomodó, Nyn era todo lo contrario a ella, su piel estaba fría, en contraste con sus escamas ardientes, pero tras unos minutos, ambas lograron controlar sus instintos. Quiuyue sobrevoló el Bosque del Ocaso, hacia un claro oculto entre montañas, una vez encima, a una altitud bastante considerable, tomó su forma élfica, haciendo que Nyn cayese al vacio, mientras ella caía lentamente…



La caída era vertiginosa… pero ella no gritó…

Cuando estaba a punto de impactar contra el suelo cerró los ojos y una pequeña nube blanca se formó bajo su cuerpo, depositándola con suavidad en el suelo.




-          Increíble… - Habló Quiuyue poniéndose a su lado


-          ¿Estás loca? – gritó Nyn – Podría haber muerto!


-          Podrías… pero no lo has hecho… Y en caso de morir, eres lo bastante humana aún para darte el aliento de la vida. – habló con solemnidad. – Ahora bien, tienes poderes… Y vamos a despertarlos.


-          Se supone que eres mi guardiana y corres el riesgo de que pueda morir? Sabiendo la carga de mi alma? – rugió Nyn


-          “Silencio” – gritó Quiuyue en su mente – “Estamos en un lugar sagrado… Hablaremos de eso.. después…”





Chantarelle se calmó y observó su alrededor… Estaban en un paraje donde la hierba lucia más verde que el resto, donde los árboles estaban más frondosos y los animales salvajes se refugiaban entre ellos tranquilos. A lo lejos, un enorme portal se alzaba en lo alto de unas escaleras, emitiendo una mística luz verde. Sin duda, era uno de los portales al sueño esmeralda.



Unos dragonantes percibieron su presencia y fueron de inmediato a plantar cara a los intrusos, retrocediendo en una reverencia al ver que se trataba de Quiuyue. Por lo que Chantarelle pudo entenderles, su guardiana era alguien importante.



-          “Sígueme en silencio”- habló ella a su mente





Siguiendo a los dragonantes, las dos elfas ascendieron por las escaleras, al encuentro de un dragón, mucho más pequeño que Quiuyue, y de color verde esmeralda. Este saludó con educación a la dragona, para clavar después sus ojos verdes en Nyn, viéndola con desaprobación.



El dragón carraspeó, para después hablar en un extraño idioma que Nyn no comprendía… La lengua de los dragones.



-          Dama Quiuyue… ¿cómo has traído a un ser tan ímpio a este lugar sagrado? ¿te has vuelto loca?


-          Es mi protegida, y gracias a ella el sueño esmeralda sigue a salvo


-          Esa cosa es la salvadora de Valithria? – sus ojos la miraron de nuevo – No es posible… Debe ser una estratagema del Rey Lich…


-          No, no lo es… Ella conserva su humanidad y sus sentimientos. – la defendió Quiuyue – Si, es cierto que en su interior está corrupta, pero se que ella puede cambiar las cosas.


-          Esto es una locura…


-          No… Quizás estemos ante el único ser que puede terminar con el Rey Exánime…  No solamente tiene sus poderes, latentes ahora mismo, sino que tiene parte del poder de Arthas y…


-          ¿Y?


-          Creo que ya he hablado demasiado…. No tengo porque darte explicaciones… Si he de darlas, responderé ante mi hermana.





Quiuyue terminó la conversación y revisó la integridad del portal, para despedirse con rapidez y tomar de nuevo su forma de dragón. Nyn, al igual que antes, subió sobre su lomo y, juntas, volaron de nuevo..

lunes, 6 de julio de 2015

Capitulo 44. Azul…



Su cabello rubio, que ahora había adoptado un color casi platino, ondeaba al viento. La brisa marina acariciaba su piel blanca, pero sus poros ya no reaccionaban al frío ni a la sal; su rostro permanecía impasible, tan sólo coloreado por aquellos labios rojos.

Sus ojos, como siempre perfilados en negro, eran azules, un azul más cristalino aún que el mar que ahora contemplaba, unos ojos tan fríos como hermosos, una mirada tan muerta como llena de sentimientos…


 Azul… suspiró…




Ya habían pasado varios días desde que había salido de Orgrimmar, y navegaba en un velero partido de Trinquete en dirección a Bahía del Botín, en los Reinos del Este. Y, desde aquel día, sus ojos no habían recuperado su color de siempre. Y, de hecho, ya no volverían a recuperarlo… Su alma se había fusionado, ella misma aún no era consciente si del todo o en parte, con aquel poder malévolo que urdía en su interior, pero que había salvado su vida. ¿Condenada? Si.. pero eso ya lo estaba desde el día en que aquella espada rasgó su fina piel. Y ahora, su vida se había convertido en algo peor que un infierno, en una trampa de la que deseaba escapar, una lucha continua por seguir siendo ella y salvar su alma y la de su padre. Aunque sin poderes… era complicado.

La soledad tampoco la ayudaba… aquella sensación apretaba su pecho, como lo había hecho el día en que sus padres perecieron. Sola.. de nuevo.
Pero aquello era mejor que saber que sus amigos estaban en peligro, quizás algún día podría volver a verles… Quizás…

Junto a ella en cubierta estaban una pareja de trolls que se hacían múltiples carantoñas, el propio capitán del barco había celebrado su boda la noche anterior. Chantarelle los había observado de reojo durante unos minutos, para después fijar su vista de nuevo en el mar, de un color azul oscuro ahora… como los ojos de él..

Suspiró hondo... sintiéndose estúpida, en aquella pelea continua de su razón y su corazón.



Un nuevo día se manifestaba en aquel reducido camarote, aunque ella no había pegado ojo en toda la noche, vigilando continuamente la puerta. El hecho de saberse sin poderes la hacía sentirse desvalida, y el saberse desvalida.. hacía que estuviese paranoica.

Y Bahía del Botín no era el mejor lugar al que acudir…  Aunque era un pequeño pueblo pesquero habitado por goblins, era saqueado continuamente por una banda de piratas conocidos como los Velasangre. Los cuales no tenían reparo alguno en robar los cargamentos, a los viajantes, así como raptar niños y mujeres para utilizarlos para sus fines, fuesen cuales fuesen.

La campana que daba la alerta de que el barco se disponía a atracar sonó, y ella subió a cubierta. La gente se agolpaba en los laterales del barco para ver el muelle. Pero sus ojos se clavaron en una esbelta elfa, mucho más alta que ella, y de cabellos rojizos.  Esta, sintiéndose observada, se giró con elegancia, clavando sus ojos violetas en los suyos, provocando en Chantarelle una incómoda sensación.

El barco frenó con brusquedad y varios tripulantes saltaron al muelle para amarrar el buque, cuando Elle volvió la mirada, la elfa había desaparecido…



Odiaba el mar, lo odiaba con todo su ser..

Pero, si quería pasar desapercibida, debía usar medios de transporte “normales”. Le quedaba un largo viaje hacia Tierras del Interior.

En Bahía del Botín adquirió un corcel, no era lo más rápido, pero de nuevo se recordó que debía ser discreta.  Recordó entonces el aire gélido que había sentido en la nuca, siguiendo su instinto se había topado con aquella sensación, con aquellos ojos…
Pero su instinto y la visión que se le manifestó en aquel entonces la convencieron para retrasar su viaje y seguir a aquella muchacha pues, sin duda, iba a necesitar su ayuda. Y así era..



La mala suerte la seguía, estaba claro…

Tan sólo unos kilómetros después de salir del pueblo, los temidos Velasangre la asaltaron en una emboscada. Eran tres humanos, grandes y musculosos. Uno de ellos sujetó con una de sus manos las dos muñecas de ella, tirando de la elfa hacia arriba, la cual trataba de soltarse y darle patadas, mientras los otros inspeccionaban su equipaje en busca de algo de valor.

-          Soltadme, asquerosos!! – gritaba ella

-          ¿Qué decís, chicos? ¿La soltamos? – rieron entre ellos

-          Nos la podríamos quedar, seguramente a la capitana le guste – dijo otro

-          Que me soltéis! – gritó de nuevo

-          La señorita ha dicho que la soltéis… - dijo una voz femenina


Los piratas se giraron hacia el lugar del que provenía la nueva voz, era ella… La elfa del barco… Sus ojos violetas mostraban una expresión de enfado, acentuada todavía más por su pelo rojo.


-          ¿Cómo has dicho? – habló el cabecilla

-          ¿Además de bruto eres tonto? – respondió ella – Soltad a la chica y prometo controlarme.


Los hombres, exceptuando al que la sujetaba, se giraron hacia la desconocida, desenvainando sus armas. Ella los miraba impasible hasta que, cuando estuvieron demasiado cerca de ella, alzó su mano derecha y lanzó un rayo de fuego que los convirtió en ceniza.

El humano que sujetaba a Chantarelle comenzó a temblequear, momento que ella aprovechó para propinarle una patada y soltarse. La desconocida le lanzó un rayo de fuego a él también, corriendo el mismo destino que sus compinches.

Chantarelle la miró entre asombrada y horrorizada, mirando su brazo, que había sido un poco quemado en el último ataque.



-          Siento lo del brazo, ¿necesitas un médico?


-          No…


La piel, enrojecida y descamada por el roce del fuego brilló disimuladamente y sus heridas se sanaron de inmediato, ante la mirada atenta de la elfa.


-          Curioso poder el tuyo… - Elle no dijo nada - ¿No temes ir sola portando “eso”? – remarcó la última palabra


-          ¿A qué he de temer? No soy más que una simple elfa, no tengo poderes


-          No me engañas..


-          No lo hago, no tengo poderes… 




La elfa profundizó en su mente, dándose cuenta de que era cierto… Aquellos poderes estaban latentes.

-          ¿Y qué hace alguien como tú a tan poca altura? – Elle la miró

-          No sé a que te refieres..


-          ¿Crees que no siento tu invasión en mi mente, dragona?