Su
cabello rubio, que ahora había adoptado un color casi platino, ondeaba al
viento. La brisa marina acariciaba su piel blanca, pero sus poros ya no
reaccionaban al frío ni a la sal; su rostro permanecía impasible, tan sólo
coloreado por aquellos labios rojos.
Sus
ojos, como siempre perfilados en negro, eran azules, un azul más cristalino aún
que el mar que ahora contemplaba, unos ojos tan fríos como hermosos, una mirada
tan muerta como llena de sentimientos…
Azul… suspiró…
Ya
habían pasado varios días desde que había salido de Orgrimmar, y navegaba en un
velero partido de Trinquete en dirección a Bahía del Botín, en los Reinos del
Este. Y, desde aquel día, sus ojos no habían recuperado su color de siempre. Y,
de hecho, ya no volverían a recuperarlo… Su alma se había fusionado, ella misma
aún no era consciente si del todo o en parte, con aquel poder malévolo que
urdía en su interior, pero que había salvado su vida. ¿Condenada? Si.. pero eso
ya lo estaba desde el día en que aquella espada rasgó su fina piel. Y ahora, su
vida se había convertido en algo peor que un infierno, en una trampa de la que
deseaba escapar, una lucha continua por seguir siendo ella y salvar su alma y
la de su padre. Aunque sin poderes… era complicado.
La
soledad tampoco la ayudaba… aquella sensación apretaba su pecho, como lo había
hecho el día en que sus padres perecieron. Sola.. de nuevo.
Pero
aquello era mejor que saber que sus amigos estaban en peligro, quizás algún día
podría volver a verles… Quizás…
Junto
a ella en cubierta estaban una pareja de trolls que se hacían múltiples
carantoñas, el propio capitán del barco había celebrado su boda la noche
anterior. Chantarelle los había observado de reojo durante unos minutos, para
después fijar su vista de nuevo en el mar, de un color azul oscuro ahora… como
los ojos de él..
Suspiró
hondo... sintiéndose estúpida, en aquella pelea continua de su razón y su
corazón.
Un
nuevo día se manifestaba en aquel reducido camarote, aunque ella no había
pegado ojo en toda la noche, vigilando continuamente la puerta. El hecho de
saberse sin poderes la hacía sentirse desvalida, y el saberse desvalida.. hacía
que estuviese paranoica.
Y
Bahía del Botín no era el mejor lugar al que acudir… Aunque era un pequeño pueblo pesquero
habitado por goblins, era saqueado continuamente por una banda de piratas
conocidos como los Velasangre. Los cuales no tenían reparo alguno en robar los
cargamentos, a los viajantes, así como raptar niños y mujeres para utilizarlos
para sus fines, fuesen cuales fuesen.
La
campana que daba la alerta de que el barco se disponía a atracar sonó, y ella
subió a cubierta. La gente se agolpaba en los laterales del barco para ver el
muelle. Pero sus ojos se clavaron en una esbelta elfa, mucho más alta que ella,
y de cabellos rojizos. Esta, sintiéndose
observada, se giró con elegancia, clavando sus ojos violetas en los suyos,
provocando en Chantarelle una incómoda sensación.
El
barco frenó con brusquedad y varios tripulantes saltaron al muelle para amarrar
el buque, cuando Elle volvió la mirada, la elfa había desaparecido…
Odiaba
el mar, lo odiaba con todo su ser..
Pero,
si quería pasar desapercibida, debía usar medios de transporte “normales”. Le
quedaba un largo viaje hacia Tierras del Interior.
En
Bahía del Botín adquirió un corcel, no era lo más rápido, pero de nuevo se
recordó que debía ser discreta. Recordó
entonces el aire gélido que había sentido en la nuca, siguiendo su instinto se
había topado con aquella sensación, con aquellos ojos…
Pero
su instinto y la visión que se le manifestó en aquel entonces la convencieron
para retrasar su viaje y seguir a aquella muchacha pues, sin duda, iba a
necesitar su ayuda. Y así era..
La
mala suerte la seguía, estaba claro…
Tan
sólo unos kilómetros después de salir del pueblo, los temidos Velasangre la
asaltaron en una emboscada. Eran tres humanos, grandes y musculosos. Uno de
ellos sujetó con una de sus manos las dos muñecas de ella, tirando de la elfa
hacia arriba, la cual trataba de soltarse y darle patadas, mientras los otros
inspeccionaban su equipaje en busca de algo de valor.
-
Soltadme,
asquerosos!! – gritaba ella
-
¿Qué
decís, chicos? ¿La soltamos? – rieron entre ellos
-
Nos
la podríamos quedar, seguramente a la capitana le guste – dijo otro
-
Que
me soltéis! – gritó de nuevo
-
La
señorita ha dicho que la soltéis… - dijo una voz femenina
Los
piratas se giraron hacia el lugar del que provenía la nueva voz, era ella… La
elfa del barco… Sus ojos violetas mostraban una expresión de enfado, acentuada
todavía más por su pelo rojo.
-
¿Cómo
has dicho? – habló el cabecilla
-
¿Además
de bruto eres tonto? – respondió ella – Soltad a la chica y prometo
controlarme.
Los
hombres, exceptuando al que la sujetaba, se giraron hacia la desconocida,
desenvainando sus armas. Ella los miraba impasible hasta que, cuando estuvieron
demasiado cerca de ella, alzó su mano derecha y lanzó un rayo de fuego que los
convirtió en ceniza.
El
humano que sujetaba a Chantarelle comenzó a temblequear, momento que ella
aprovechó para propinarle una patada y soltarse. La desconocida le lanzó un
rayo de fuego a él también, corriendo el mismo destino que sus compinches.
Chantarelle
la miró entre asombrada y horrorizada, mirando su brazo, que había sido un poco
quemado en el último ataque.
-
Siento
lo del brazo, ¿necesitas un médico?
-
No…
La
piel, enrojecida y descamada por el roce del fuego brilló disimuladamente y sus
heridas se sanaron de inmediato, ante la mirada atenta de la elfa.
-
Curioso
poder el tuyo… - Elle no dijo nada - ¿No temes ir sola portando “eso”? –
remarcó la última palabra
-
¿A
qué he de temer? No soy más que una simple elfa, no tengo poderes
-
No
me engañas..
-
No
lo hago, no tengo poderes…
La
elfa profundizó en su mente, dándose cuenta de que era cierto… Aquellos poderes
estaban latentes.
-
¿Y
qué hace alguien como tú a tan poca altura? – Elle la miró
-
No
sé a que te refieres..
-
¿Crees
que no siento tu invasión en mi mente, dragona?
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