lunes, 6 de julio de 2015

Capitulo 44. Azul…



Su cabello rubio, que ahora había adoptado un color casi platino, ondeaba al viento. La brisa marina acariciaba su piel blanca, pero sus poros ya no reaccionaban al frío ni a la sal; su rostro permanecía impasible, tan sólo coloreado por aquellos labios rojos.

Sus ojos, como siempre perfilados en negro, eran azules, un azul más cristalino aún que el mar que ahora contemplaba, unos ojos tan fríos como hermosos, una mirada tan muerta como llena de sentimientos…


 Azul… suspiró…




Ya habían pasado varios días desde que había salido de Orgrimmar, y navegaba en un velero partido de Trinquete en dirección a Bahía del Botín, en los Reinos del Este. Y, desde aquel día, sus ojos no habían recuperado su color de siempre. Y, de hecho, ya no volverían a recuperarlo… Su alma se había fusionado, ella misma aún no era consciente si del todo o en parte, con aquel poder malévolo que urdía en su interior, pero que había salvado su vida. ¿Condenada? Si.. pero eso ya lo estaba desde el día en que aquella espada rasgó su fina piel. Y ahora, su vida se había convertido en algo peor que un infierno, en una trampa de la que deseaba escapar, una lucha continua por seguir siendo ella y salvar su alma y la de su padre. Aunque sin poderes… era complicado.

La soledad tampoco la ayudaba… aquella sensación apretaba su pecho, como lo había hecho el día en que sus padres perecieron. Sola.. de nuevo.
Pero aquello era mejor que saber que sus amigos estaban en peligro, quizás algún día podría volver a verles… Quizás…

Junto a ella en cubierta estaban una pareja de trolls que se hacían múltiples carantoñas, el propio capitán del barco había celebrado su boda la noche anterior. Chantarelle los había observado de reojo durante unos minutos, para después fijar su vista de nuevo en el mar, de un color azul oscuro ahora… como los ojos de él..

Suspiró hondo... sintiéndose estúpida, en aquella pelea continua de su razón y su corazón.



Un nuevo día se manifestaba en aquel reducido camarote, aunque ella no había pegado ojo en toda la noche, vigilando continuamente la puerta. El hecho de saberse sin poderes la hacía sentirse desvalida, y el saberse desvalida.. hacía que estuviese paranoica.

Y Bahía del Botín no era el mejor lugar al que acudir…  Aunque era un pequeño pueblo pesquero habitado por goblins, era saqueado continuamente por una banda de piratas conocidos como los Velasangre. Los cuales no tenían reparo alguno en robar los cargamentos, a los viajantes, así como raptar niños y mujeres para utilizarlos para sus fines, fuesen cuales fuesen.

La campana que daba la alerta de que el barco se disponía a atracar sonó, y ella subió a cubierta. La gente se agolpaba en los laterales del barco para ver el muelle. Pero sus ojos se clavaron en una esbelta elfa, mucho más alta que ella, y de cabellos rojizos.  Esta, sintiéndose observada, se giró con elegancia, clavando sus ojos violetas en los suyos, provocando en Chantarelle una incómoda sensación.

El barco frenó con brusquedad y varios tripulantes saltaron al muelle para amarrar el buque, cuando Elle volvió la mirada, la elfa había desaparecido…



Odiaba el mar, lo odiaba con todo su ser..

Pero, si quería pasar desapercibida, debía usar medios de transporte “normales”. Le quedaba un largo viaje hacia Tierras del Interior.

En Bahía del Botín adquirió un corcel, no era lo más rápido, pero de nuevo se recordó que debía ser discreta.  Recordó entonces el aire gélido que había sentido en la nuca, siguiendo su instinto se había topado con aquella sensación, con aquellos ojos…
Pero su instinto y la visión que se le manifestó en aquel entonces la convencieron para retrasar su viaje y seguir a aquella muchacha pues, sin duda, iba a necesitar su ayuda. Y así era..



La mala suerte la seguía, estaba claro…

Tan sólo unos kilómetros después de salir del pueblo, los temidos Velasangre la asaltaron en una emboscada. Eran tres humanos, grandes y musculosos. Uno de ellos sujetó con una de sus manos las dos muñecas de ella, tirando de la elfa hacia arriba, la cual trataba de soltarse y darle patadas, mientras los otros inspeccionaban su equipaje en busca de algo de valor.

-          Soltadme, asquerosos!! – gritaba ella

-          ¿Qué decís, chicos? ¿La soltamos? – rieron entre ellos

-          Nos la podríamos quedar, seguramente a la capitana le guste – dijo otro

-          Que me soltéis! – gritó de nuevo

-          La señorita ha dicho que la soltéis… - dijo una voz femenina


Los piratas se giraron hacia el lugar del que provenía la nueva voz, era ella… La elfa del barco… Sus ojos violetas mostraban una expresión de enfado, acentuada todavía más por su pelo rojo.


-          ¿Cómo has dicho? – habló el cabecilla

-          ¿Además de bruto eres tonto? – respondió ella – Soltad a la chica y prometo controlarme.


Los hombres, exceptuando al que la sujetaba, se giraron hacia la desconocida, desenvainando sus armas. Ella los miraba impasible hasta que, cuando estuvieron demasiado cerca de ella, alzó su mano derecha y lanzó un rayo de fuego que los convirtió en ceniza.

El humano que sujetaba a Chantarelle comenzó a temblequear, momento que ella aprovechó para propinarle una patada y soltarse. La desconocida le lanzó un rayo de fuego a él también, corriendo el mismo destino que sus compinches.

Chantarelle la miró entre asombrada y horrorizada, mirando su brazo, que había sido un poco quemado en el último ataque.



-          Siento lo del brazo, ¿necesitas un médico?


-          No…


La piel, enrojecida y descamada por el roce del fuego brilló disimuladamente y sus heridas se sanaron de inmediato, ante la mirada atenta de la elfa.


-          Curioso poder el tuyo… - Elle no dijo nada - ¿No temes ir sola portando “eso”? – remarcó la última palabra


-          ¿A qué he de temer? No soy más que una simple elfa, no tengo poderes


-          No me engañas..


-          No lo hago, no tengo poderes… 




La elfa profundizó en su mente, dándose cuenta de que era cierto… Aquellos poderes estaban latentes.

-          ¿Y qué hace alguien como tú a tan poca altura? – Elle la miró

-          No sé a que te refieres..


-          ¿Crees que no siento tu invasión en mi mente, dragona?

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