jueves, 14 de abril de 2016

Capítulo 65. Despertar



Por un momento la sangre de Sweetness se heló, su intención no era darle en el corazón, sino en el vientre; pero ella se había movido demasiado… Sus ideas circularon a mil por hora, ¿y si la había matado? Dios… aquello Kareth nunca se lo perdonaría.. ¿Qué iba a hacer con su cadáver? Se acercó para tratar de tomarle el pulso…




Ibiza, Ashytaka y Totoro seguían su camino, llevaban varios días caminando por unos parajes que a la maga se le antojaban totalmente iguales. Hasta juraría haber visto el mismo cocodrilo en la misma posición junto a un árbol que se le parecía mucho al anterior, haber cruzado varias veces el mismo puente…


-          Ashy, creo que estamos haciendo círculos

-          No, lo que sucede es que es todo tan igual para confundir a los caminantes – aseguró

-          No lo entiendo

-          Aquí, además de los habitantes de Theramore, vive una colonia de dragonantes que se alimentan de carne humana.


Ibi lo miró horrorizada..


-          Lo que hay que tratar de hacer es no ir mucho hacia el sur, que es donde está su guarida.

-          Nunca había escuchado nada sobre ello..

-          Claro que sí, seguro que alguna vez has oído hablar de Onyxia

-          Claro! Onyxia es la madre del linaje del vuelo negro, estuvo durante mucho tiempo haciéndose pasar por humana en Ventormenta, con la idea de destruir la ciudad, la creía muerta.

-          No, después de ser descubierta su identidad, adoptó su verdadera forma y escapó de la capital de la Alianza, atravesando el mar hasta Kalimdor y contruyendo aquí su guarida.

-          Pero eso es muy peligroso, Onyxia es descendiente directa de Neltharion y Sintharia, dos de los dragones más peligrosos que ha habido!

-          Tranquila, Onyxia lleva años sin salir de su nido, está incubando sus huevos – quiso tranquilizar

-          Pero deberíamos avisar a la Horda!

-          La Horda ya lo sabe.

-          ¿Y por qué no han hecho nada para controlarla?

-          Por que todo aquel que ha osado entrar en su guarida, ha terminado como carnaza para sus crías.



El fuerte dolor en su pecho hizo que convulsionase antes de caer al suelo, Agonía de escarcha había remitido, confinándose en lo más oscuro de su alma, mientras que su, ahora,  débil cuerpo era víctima de aquello llamado mortalidad. Notaba el sabor de la sangre en la boca y un gran cansancio… Cerró los ojos..


-          Despierta… No vas a morir, no ahora – dijo una voz grave – Levántate y lucha..


Y aquel poder de fuego recorrió su cuerpo…



Sweetness estaba junto al cuerpo inerte de su oponente, se arrodilló junto a ella para comprobar si seguía con vida, cuando esta abrió los ojos y la sujetó por el cuello, con fuerza, pero sin llegar a ahogarla. Sus ojos estaban clavados en ella y juraría que ardían con llamas heladas, con una expresión casi inhumana… y la proyectó hacia atrás con fuerza, poniéndose en pie.


-          Lo.. lo siento.. no pretendía darte tan fuerte.. – se disculpó la paladina

-          ¿No pretendías? ¿Cuál era tu intención entonces? ¿Querías hacerme sufrir? ¿Querías dejarme malherida para calmar tu maldito ego roto? – su voz era gélida – Dime Sweetness, ¿esa es la valentía que posees? ¿Ese es el Poder de la Luz al cual te consagraste?

-          Sólo quería que sufrieses, como yo lo hago..

-          Sufrir… tú no tienes ni idea de lo que es el sufrimiento, no eres más que una egoísta y egocéntrica elfa que siempre lo ha tenido todo…

-          No quieras darme lecciones de humildad – protestó

-          Oh no.. no pienso hacerlo… Pero… - sonrió cínica - ¿Querías darme una paliza? Está bien… pero no te contengas… yo tampoco lo haré..

Y Chantarelle atacó con todas sus fuerzas, con aquella poderosa magia que ahora recorría su ser. Con aquel fuego helado que salía de sus manos en dirección a su oponente, con aquellas zarzas de hielo que brotaban del suelo, tratando de atraparla, con aquella espada que brillaba helada… Y Sweetness volvió a usar su poder sagrado y su exorcismo, hasta que, en un resbalón, uno de sus ataques fue directo a la estatua de Adanahel, dañando la inscripción y haciendo que se resquebrajase, pero sin llegar a romperse.
 
La rabia y la ira invadieron a Chantarelle, que gritó, furiosa. Su cuerpo empezó a emitir llamas heladas, azules y violetas. La elfa se arrodilló, incapaz de soportar aquel gran poder surgiente… Y Sweetness retrocedió, aterrada.



El viaje había sido agotador pero, por fin, la silueta de los edificios de Lunargenta asomó en el horizonte. Su corcel seguía a paso lento,  pues ya no estaba acostumbrada a cabalgar y el viajar más rápido haría que le doliese la cadera. Tenía ganas de llegar y descansar un poco en una cómoda cama, de reposar un poco antes de conocer a la persona de la que le había hablado la dragona.
 
Pero su corcel relinchó, inquieto, retrocediendo. Ella también lo percibió, aquella gran fuente de magia, aquella esencia… Su corazón también la recordaba, pero su razón lo negó… Ella misma lo había visto morir, había presenciado como incineraban su cuerpo sin vida para evitar que algún degenerado tratase de devolverle a la vida.. Eran imaginaciones suyas… a no ser..
Apremió a su caballo en aquella dirección…



Quiuyue estaba con Yainna, repasando otro de los gruesos tomos del registro, pero, como siempre, la información era aún más escasa, era casi inexistente…

-          ¿Ha habido algún robo en la biblioteca? – preguntó la dragona, agobiada

-          No que yo sepa

-          ¿Alguién que tenga el mismo nivel de acceso que tú?

-          Sólo sus majestades

-          Entonces no tiene sentido… - negó con la cabeza

-          ¿Puedo preguntar qué es lo que busca, Dama Quiuyue?

-          Busco información sobre el linaje Sunstrider…

-          ¿Sunstrider? Nunca había escuchado ese apellido

-          Seguramente  te sonará más Caminante del Sol – guiñó un ojo

-          Oh, por supuesto, la familia real de Lunargenta. Pero ese linaje termina en el príncipe Kael’Thas


Quiuyue miró hacia los lados. Segura de que nadie pudiese estarlas escuchando, la instó a acercarse.

-          Kael’Thas estaba casado con una dama de Lunargenta, y tuvieron un hijo, y este, una familia…

-          Pero… no es posible.. Nunca he leído nada.

-          Yainna, Kael’thas fue mi protegido… antes de volverse loco… - sonrió – En este archivo dice que Lady Evannor murió en Quel’Danas y créeme, está muy viva…

-          ¿Y qué finalidad tendría borrar toda esa información?

-          Arrebatar el trono a sus legítimos herederos

-          Eso significaría que..

-          Efectivamente, Lor’Themar no es un rey legítimo, sino simplemente un regente – terminó su frase

-          Pero todo el mundo cree que… - Yainna no se lo podía creer - ¿Y si realmente es cierto que no existe ningún heredero vivo?

-          Pues las cosas seguirían como están

-          ¿Y si algún día ese príncipe perdido aparece?

-          ¿Quién ha dicho que tenga que ser un príncipe? – dejó caer


Entonces sintió aquello, aquella energía etérea, poderosa, brillante… Un escalofrío recorrió su cuerpo al notar aquella presencia tan familiar para ella. Se levantó de golpe, sin ni siquiera despedirse de Yainna y echó a correr…



De su espalda, surgieron unas poderosas alas, que fueron dando paso a una colosal ave en llamas… Con sus garras, cogió con delicadeza a Chantarelle y la puso de nuevo en pie, estableciendo una conexión mística con ella, sintiendo sus sentimientos, comprendiendo sus deseos… 

El ave, se colocó tras la elfa, compartiendo su poder con ella, que alzó su mano derecha, encerrando a su oponente en una cárcel de fuego helado, que iba haciéndose cada vez más pequeña. Sweetness estaba aterrada, sintiendo aquella energía tan poderosa, sintiendo como el fuego, pese a parecer helado, quemaba su piel. El ave graznó.. antes de alzar el vuelo en dirección a ella…

Pero un enorme dragón rojo lo atrapó entre sus garras, haciendo que ambos cayesen al suelo y rodasen. También pudo ver a una anciana, que se acercaba a Chantarelle atontándola con martillo de justicia, supuso que sería una antigua paladín. La cárcel de fuego desapareció, y la anciana se dirigió a ella..

-          Lárgate de aquí… y olvida lo que has visto… - dijo muy seria.

Evannor había logrado inmovilizar a la elfa, que, extenuada, había caído de rodillas sobre la hierba. Miró a un lado, aquella majestuosa dragona era Quiuyue, reconocería aquellos ojos traicioneros en cualquier lugar. Y entre sus garras sujetaba a aquel ave fénix, que en otros tiempos había lucido colores rosas y dorados, pero cuyas plumas ahora presentaban colores fríos..

-         " Suéltame, dragona.." – graznó el fénix

-          "Al’ar, soy Quiuyue" – dijo ella

-        ¿Quiu.. yue? ¿la guardiana?"

-          Si… retrocede.. "– ordenó ella

-         " Pero ella me ha despertado…"

-          "Vuelve a tu lugar… "

-        "  No quiero volver a estar encerrado.."

-         " Vuelve a ella… volveremos a invocarte, lo prometo.."

-          "¿Palabra de dragón?"

-          "Palabra de dragón "– confirmó Quiuyue

Y el ave agitó sus plumas ardientes y, tan veloz como un rayo, regresó al interior de Chantarelle…

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