Por un momento la sangre de Sweetness se heló, su intención no era darle en el corazón, sino en el vientre; pero ella se había movido demasiado… Sus ideas circularon a mil por hora, ¿y si la había matado? Dios… aquello Kareth nunca se lo perdonaría.. ¿Qué iba a hacer con su cadáver? Se acercó para tratar de tomarle el pulso…
Ibiza, Ashytaka y Totoro seguían su camino, llevaban varios días caminando por unos parajes que a la maga se le antojaban totalmente iguales. Hasta juraría haber visto el mismo cocodrilo en la misma posición junto a un árbol que se le parecía mucho al anterior, haber cruzado varias veces el mismo puente…
-
Ashy,
creo que estamos haciendo círculos
-
No,
lo que sucede es que es todo tan igual para confundir a los caminantes –
aseguró
-
No
lo entiendo
-
Aquí,
además de los habitantes de Theramore, vive una colonia de dragonantes que se
alimentan de carne humana.
-
Lo
que hay que tratar de hacer es no ir mucho hacia el sur, que es donde está su
guarida.
-
Nunca
había escuchado nada sobre ello..
-
Claro
que sí, seguro que alguna vez has oído hablar de Onyxia
-
Claro!
Onyxia es la madre del linaje del vuelo negro, estuvo durante mucho tiempo
haciéndose pasar por humana en Ventormenta, con la idea de destruir la ciudad,
la creía muerta.
-
No,
después de ser descubierta su identidad, adoptó su verdadera forma y escapó de
la capital de la Alianza, atravesando el mar hasta Kalimdor y contruyendo aquí
su guarida.
-
Pero
eso es muy peligroso, Onyxia es descendiente directa de Neltharion y Sintharia,
dos de los dragones más peligrosos que ha habido!
-
Tranquila,
Onyxia lleva años sin salir de su nido, está incubando sus huevos – quiso
tranquilizar
-
Pero
deberíamos avisar a la Horda!
-
La
Horda ya lo sabe.
-
¿Y
por qué no han hecho nada para controlarla?
-
Por
que todo aquel que ha osado entrar en su guarida, ha terminado como carnaza
para sus crías.
El fuerte dolor en su pecho hizo que convulsionase antes de caer al suelo, Agonía de escarcha había remitido, confinándose en lo más oscuro de su alma, mientras que su, ahora, débil cuerpo era víctima de aquello llamado mortalidad. Notaba el sabor de la sangre en la boca y un gran cansancio… Cerró los ojos..
-
Despierta…
No vas a morir, no ahora – dijo una voz grave – Levántate y lucha..
Sweetness estaba junto al cuerpo inerte de su oponente, se arrodilló junto a ella para comprobar si seguía con vida, cuando esta abrió los ojos y la sujetó por el cuello, con fuerza, pero sin llegar a ahogarla. Sus ojos estaban clavados en ella y juraría que ardían con llamas heladas, con una expresión casi inhumana… y la proyectó hacia atrás con fuerza, poniéndose en pie.
-
Lo..
lo siento.. no pretendía darte tan fuerte.. – se disculpó la paladina
-
¿No
pretendías? ¿Cuál era tu intención entonces? ¿Querías hacerme sufrir? ¿Querías
dejarme malherida para calmar tu maldito ego roto? – su voz era gélida – Dime
Sweetness, ¿esa es la valentía que posees? ¿Ese es el Poder de la Luz al cual
te consagraste?
-
Sólo
quería que sufrieses, como yo lo hago..
-
Sufrir…
tú no tienes ni idea de lo que es el sufrimiento, no eres más que una egoísta y
egocéntrica elfa que siempre lo ha tenido todo…
-
No
quieras darme lecciones de humildad – protestó
-
Oh
no.. no pienso hacerlo… Pero… - sonrió cínica - ¿Querías darme una paliza? Está
bien… pero no te contengas… yo tampoco lo haré..
Y Chantarelle atacó con todas sus fuerzas, con aquella poderosa magia que ahora recorría su ser. Con aquel fuego helado que salía de sus manos en dirección a su oponente, con aquellas zarzas de hielo que brotaban del suelo, tratando de atraparla, con aquella espada que brillaba helada… Y Sweetness volvió a usar su poder sagrado y su exorcismo, hasta que, en un resbalón, uno de sus ataques fue directo a la estatua de Adanahel, dañando la inscripción y haciendo que se resquebrajase, pero sin llegar a romperse.
La rabia y la ira invadieron a Chantarelle, que gritó, furiosa. Su cuerpo empezó a emitir llamas heladas, azules y violetas. La elfa se arrodilló, incapaz de soportar aquel gran poder surgiente… Y Sweetness retrocedió, aterrada.
El viaje había sido agotador pero, por fin, la silueta de los edificios de Lunargenta asomó en el horizonte. Su corcel seguía a paso lento, pues ya no estaba acostumbrada a cabalgar y el viajar más rápido haría que le doliese la cadera. Tenía ganas de llegar y descansar un poco en una cómoda cama, de reposar un poco antes de conocer a la persona de la que le había hablado la dragona.
Pero su corcel relinchó, inquieto, retrocediendo. Ella también lo percibió, aquella gran fuente de magia, aquella esencia… Su corazón también la recordaba, pero su razón lo negó… Ella misma lo había visto morir, había presenciado como incineraban su cuerpo sin vida para evitar que algún degenerado tratase de devolverle a la vida.. Eran imaginaciones suyas… a no ser..
Apremió a su caballo en aquella dirección…
Quiuyue estaba con Yainna, repasando otro de los gruesos tomos del registro, pero, como siempre, la información era aún más escasa, era casi inexistente…
-
¿Ha
habido algún robo en la biblioteca? – preguntó la dragona, agobiada
-
No
que yo sepa
-
¿Alguién
que tenga el mismo nivel de acceso que tú?
-
Sólo
sus majestades
-
Entonces
no tiene sentido… - negó con la cabeza
-
¿Puedo
preguntar qué es lo que busca, Dama Quiuyue?
-
Busco
información sobre el linaje Sunstrider…
-
¿Sunstrider?
Nunca había escuchado ese apellido
-
Seguramente te sonará más Caminante del Sol – guiñó un
ojo
-
Oh,
por supuesto, la familia real de Lunargenta. Pero ese linaje termina en el
príncipe Kael’Thas
-
Kael’Thas
estaba casado con una dama de Lunargenta, y tuvieron un hijo, y este, una familia…
-
Pero…
no es posible.. Nunca he leído nada.
-
Yainna,
Kael’thas fue mi protegido… antes de volverse loco… - sonrió – En este archivo
dice que Lady Evannor murió en Quel’Danas y créeme, está muy viva…
-
¿Y
qué finalidad tendría borrar toda esa información?
-
Arrebatar
el trono a sus legítimos herederos
-
Eso
significaría que..
-
Efectivamente,
Lor’Themar no es un rey legítimo, sino simplemente un regente – terminó su
frase
-
Pero
todo el mundo cree que… - Yainna no se lo podía creer - ¿Y si realmente es
cierto que no existe ningún heredero vivo?
-
Pues
las cosas seguirían como están
-
¿Y
si algún día ese príncipe perdido aparece?
-
¿Quién
ha dicho que tenga que ser un príncipe? – dejó caer
De su espalda, surgieron unas poderosas alas, que fueron dando paso a una colosal ave en llamas… Con sus garras, cogió con delicadeza a Chantarelle y la puso de nuevo en pie, estableciendo una conexión mística con ella, sintiendo sus sentimientos, comprendiendo sus deseos…
El ave, se colocó tras la elfa, compartiendo su poder con ella, que alzó su mano derecha, encerrando a su oponente en una cárcel de fuego helado, que iba haciéndose cada vez más pequeña. Sweetness estaba aterrada, sintiendo aquella energía tan poderosa, sintiendo como el fuego, pese a parecer helado, quemaba su piel. El ave graznó.. antes de alzar el vuelo en dirección a ella…
Pero un enorme dragón rojo lo atrapó entre sus garras, haciendo que ambos cayesen al suelo y rodasen. También pudo ver a una anciana, que se acercaba a Chantarelle atontándola con martillo de justicia, supuso que sería una antigua paladín. La cárcel de fuego desapareció, y la anciana se dirigió a ella..
-
Lárgate
de aquí… y olvida lo que has visto… - dijo muy seria.
- "
Suéltame,
dragona.." – graznó el fénix
-
"Al’ar,
soy Quiuyue" – dijo ella
- "
¿Quiu..
yue? ¿la guardiana?"
-
Si…
retrocede.. "– ordenó ella
- "
Pero
ella me ha despertado…"
-
"Vuelve
a tu lugar… "
- "
No
quiero volver a estar encerrado.."
- "
Vuelve
a ella… volveremos a invocarte, lo prometo.."
-
"¿Palabra
de dragón?"
-
"Palabra
de dragón "– confirmó Quiuyue
No hay comentarios:
Publicar un comentario