Su
habitual recorrido por Mano de Tyr transcurrió sin novedades, desde que los
Caballeros de la Espada
de Ébano habían asumido el control de la zona, los rebeldes del Bastión
Escarlata parecían estar colaborando por limpiar los destrozos que el Rey Lich había
ocasionado cuando su base estaba en Acherus.
Pero,
como siempre, el trabajo más pesado les había tocado a ellos. Narthan, su
superior, parecía estarse hartando de que siempre estuviesen de juerga y, había
concluido que tenían que empezar a responsabilizarse de sus actos.
Theodor
propinó una fuerte patada a una piedra, la cual salió disparada hacia la zanja
en la que una cresa devoradora cuidaba de sus crías. La bestia emergió iracunda
y fue directa hacia el caballero de la muerte que, temeroso de recibir de nuevo
una reprimenda, echó a correr despavorido. Sólo hacía un par de días que Mersegert,
otra de sus superiores, les había confiscado a Heelys y a él, varias cajas de
cerveza importada de Marisma de Zangar. El revuelo que se había formado en
Acherus había sido tremendo, pero la única y mayor preocupación de Heelys había sido preguntarse dónde estaba la
cerveza, pero Theodor no era así. Le gustaba pasárselo bien, si, pero cuando le
encomendaban una misión, procuraba cumplirla lo mejor posible.
Guapísimo Theodor! Pero.. mátala lentoooo!! BRUTO |
Pero
aquello no parecía ser la misma prioridad que su compañero. Elk, para variar,
había desaparecido. Eran buenos amigos,
pero el joven caballero de la muerte, se las ingeniaba para meterse en líos con
una facilidad extraordinaria.
Theodor
lo llamó a gritos durante varios minutos, pero no obtuvo respuesta. Estuvo a
punto de darse por vencido hasta que vislumbró a lo lejos la coleta en la que
su compañero llevaba recogido el pelo.
-
He estado llamándote! – le recriminó- ¿Estás sordo o qué?
-
Shhhhh – le mandó guardar silencio.
Elk
estaba de cuclillas, observando un cuerpo que yacía sobre las hojas secas.
Theodor, en un principio, no le dio importancia, hasta reconocer por las formas
que se trataba de una elfa de sangre.
-
¿Está..? – osó preguntar
-
No lo sé… no la he movido.
La
elfa yacía boca abajo; cuando el caballero de la muerte apoyó su mano sobre su
espalda para girarla, sintió la humedad en su piel. Se miró la mano, estaba
cubierta de sangre. Theodor retrocedió consternado. Elk, la giró con torpeza y
reparó en que su pecho se movía muy levemente.
-
Está viva! – anunció – La llevaremos a Acherus
-
¿Has perdido el juicio? Estamos en aviso por mal comportamiento, como nos
metamos en otro lío nos expulsarán de la espada de ébano!
-
No podemos dejarla aquí! – rechistó Elk
Antes
de que Theodor pudiese objetar nada más, su compañero ya tenía a la desconocida
en sus brazos y la cargaba rumbo al Bastión.
-
La esconderemos en nuestra habitación, en cuanto se cure se irá y nadie se
enterará – anunció triunfal
-
Ojalá salga como tu dices… - se lamentó Theodor
Tal
y como habían previsto, regresaron a Acherus y ocultaron a la elfa en su
habitación, la cual compartían. Theodor se las ingenió para hacerse con varios
útiles de la enfermería sin ser visto. Para cuando regresó, su compañero había
quitado con delicadeza la ropa de la elfa y observaba con interés la hendidura
que cruzaba su espalda.
-
¿Qué demonios..? – exclamó Theodor
-
No se que le ha pasado a esta chica, pero esto pinta mal, muy mal
Limpiaron
sus heridas lo mejor que pudieron y esperaron a que despertase, pero aquello no
ocurrió, ni aquel día, ni el siguiente… ni el siguiente..
Theodor
y Elk terminaban cada jornada deseosos de llegar a su cuarto y encontrársela
consciente, para poder preguntarle lo que le había sucedido, pero solo quedaba
en un deseo, nunca en una realidad.
La
joven llevaba con ellos casi dos semanas cuando Sylvanas Brisaveloz y su
séquito de forestales visitaron a los caballeros de la espada de ébano. Harto
de la presión y culpabilidad que Theodor experimentaba, se las ingenió para
hablar a solas con la líder de los no-muertos y contarle lo sucedido. Él la
estimaba una persona comprensiva y de confianza.
Sylvanas
lo escuchó con atención, sin evitar dar muestras de su asombro y le pidió que
la llevase ante la extraña muchacha. Cuando entraron a la habitación, Elk los
miró con espanto
-
Theodor, ¿qué has hecho? – le miró desafiante
-
Tranquilo, Sylvanas no nos va a descubrir, sólo quiere ayudarnos
La
reina de los no-muertos se acercó a la cama y observó a la muchacha,
descubriendo con sorpresa la cicatriz de su espalda, que ahora estaba cubierta
de una fina capa de escarcha.
-
Esto es obra de Agonía… - concluyó seria
-
¿La espada del Rey Exánime? – Elk se sintió estúpido preguntando eso - ¿Estás
diciendo que se ha enfrentado al rey y sigue viva?
-
Eso parece
Sylvanas
aplicó parte de su magia sobre su herida, en una especie de hechizo de
sanación. Cuando hubo terminado, se dirigió a la puerta de la habitación.
-
En cuanto se despierte, venid a verme
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