jueves, 29 de enero de 2015

Capítulo 5. Acherus



Su habitual recorrido por Mano de Tyr transcurrió sin novedades, desde que los Caballeros de la Espada de Ébano habían asumido el control de la zona, los rebeldes del Bastión Escarlata parecían estar colaborando por limpiar los destrozos que el Rey Lich había ocasionado cuando su base estaba en Acherus.



Pero, como siempre, el trabajo más pesado les había tocado a ellos. Narthan, su superior, parecía estarse hartando de que siempre estuviesen de juerga y, había concluido que tenían que empezar a responsabilizarse de sus actos.



Theodor propinó una fuerte patada a una piedra, la cual salió disparada hacia la zanja en la que una cresa devoradora cuidaba de sus crías. La bestia emergió iracunda y fue directa hacia el caballero de la muerte que, temeroso de recibir de nuevo una reprimenda, echó a correr despavorido. Sólo hacía un par de días que Mersegert, otra de sus superiores, les había confiscado a Heelys y a él, varias cajas de cerveza importada de Marisma de Zangar. El revuelo que se había formado en Acherus había sido tremendo, pero la única y mayor preocupación de Heelys  había sido preguntarse dónde estaba la cerveza, pero Theodor no era así. Le gustaba pasárselo bien, si, pero cuando le encomendaban una misión, procuraba cumplirla lo mejor posible.


Guapísimo Theodor! Pero.. mátala lentoooo!! BRUTO





Pero aquello no parecía ser la misma prioridad que su compañero. Elk, para variar, había desaparecido.  Eran buenos amigos, pero el joven caballero de la muerte, se las ingeniaba para meterse en líos con una facilidad extraordinaria.



Theodor lo llamó a gritos durante varios minutos, pero no obtuvo respuesta. Estuvo a punto de darse por vencido hasta que vislumbró a lo lejos la coleta en la que su compañero llevaba recogido el pelo.




- He estado llamándote! – le recriminó- ¿Estás sordo o qué?


- Shhhhh – le mandó guardar silencio.




Elk estaba de cuclillas, observando un cuerpo que yacía sobre las hojas secas. Theodor, en un principio, no le dio importancia, hasta reconocer por las formas que se trataba de una elfa de sangre.




- ¿Está..? – osó preguntar


- No lo sé… no la he movido.




La elfa yacía boca abajo; cuando el caballero de la muerte apoyó su mano sobre su espalda para girarla, sintió la humedad en su piel. Se miró la mano, estaba cubierta de sangre. Theodor retrocedió consternado. Elk, la giró con torpeza y reparó en que su pecho se movía muy levemente.




- Está viva! – anunció – La llevaremos a Acherus


- ¿Has perdido el juicio? Estamos en aviso por mal comportamiento, como nos metamos en otro lío nos expulsarán de la espada de ébano!


- No podemos dejarla aquí! – rechistó Elk




Antes de que Theodor pudiese objetar nada más, su compañero ya tenía a la desconocida en sus brazos y la cargaba rumbo al Bastión.




- La esconderemos en nuestra habitación, en cuanto se cure se irá y nadie se enterará – anunció triunfal


- Ojalá salga como tu dices… - se lamentó Theodor






Tal y como habían previsto, regresaron a Acherus y ocultaron a la elfa en su habitación, la cual compartían. Theodor se las ingenió para hacerse con varios útiles de la enfermería sin ser visto. Para cuando regresó, su compañero había quitado con delicadeza la ropa de la elfa y observaba con interés la hendidura que cruzaba su espalda. 




- ¿Qué demonios..? – exclamó Theodor


- No se que le ha pasado a esta chica, pero esto pinta mal, muy mal




Limpiaron sus heridas lo mejor que pudieron y esperaron a que despertase, pero aquello no ocurrió, ni aquel día, ni el siguiente… ni el siguiente..






Theodor y Elk terminaban cada jornada deseosos de llegar a su cuarto y encontrársela consciente, para poder preguntarle lo que le había sucedido, pero solo quedaba en un deseo, nunca en una realidad.



La joven llevaba con ellos casi dos semanas cuando Sylvanas Brisaveloz y su séquito de forestales visitaron a los caballeros de la espada de ébano. Harto de la presión y culpabilidad que Theodor experimentaba, se las ingenió para hablar a solas con la líder de los no-muertos y contarle lo sucedido. Él la estimaba una persona comprensiva y de confianza.



Sylvanas lo escuchó con atención, sin evitar dar muestras de su asombro y le pidió que la llevase ante la extraña muchacha. Cuando entraron a la habitación, Elk los miró con espanto




- Theodor, ¿qué has hecho? – le miró desafiante 


- Tranquilo, Sylvanas no nos va a descubrir, sólo quiere ayudarnos




La reina de los no-muertos se acercó a la cama y observó a la muchacha, descubriendo con sorpresa la cicatriz de su espalda, que ahora estaba cubierta de una fina capa de escarcha.




- Esto es obra de Agonía… - concluyó seria


- ¿La espada del Rey Exánime? – Elk se sintió estúpido preguntando eso - ¿Estás diciendo que se ha enfrentado al rey y sigue viva?


- Eso parece




Sylvanas aplicó parte de su magia sobre su herida, en una especie de hechizo de sanación. Cuando hubo terminado, se dirigió a la puerta de la habitación.




- En cuanto se despierte, venid a verme

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