sábado, 24 de enero de 2015

Capítulo 3. Fuego de dragón



La dragona escudriñó la mente de la misteriosa elfa, tratando de buscar explicaciones de su presencia en aquel lugar y de las extrañas convicciones que la habían llevado allí. Y no sólo encontró razones de sobra, sino una extraña sensación que la invadió por completo…


- “Si quieres conseguir lo que te propones, deberías descansar antes… Te queda la parte más difícil y estás tiritando” – dijo por fin – “Acércate”


Ella obedeció y la dragona desplegó una de sus alas y la acogió bajo ella. La elfa notó como el calor de la dragona se abría paso a través de su ropa, secándola a su paso; y devolviendo el calor a su, a pesar de todo, frágil cuerpo.


- “¿Vienes desarmada?” preguntó Valithria tras un momento

-  No.. tengo una… - calló al encontrar la vaina vacía

- “Mi querida niña, me gustaría hacer más por ti que darte un poco de mi calor, pues si está noche se cumplen tus objetivos crearás una vida mejor para todos… No tengo apenas fuerzas, utilizaron mi cuerpo para tratar de acceder al sueño esmeralda y, como no lo han conseguido, tratan de recrear la Pesadilla”


- ¿La pesadilla? – preguntó alertada - ¿Acaso no fue eso lo que tanto anheló Malfurion y terminó por destruirlo?


-“Si, y que casi destruye todo Azeroth. La Pesadilla es una fuente de poder malévolo. Los dragones del vuelo verde llevamos siglos velando por que nadie acceda a él. Pero mi cuerpo y mente se debilitan y, conmigo, se debilitará un poco la barrera. – suspiró – Pero ese es un tema aparte… retírate…”


Cuando la elfa estuvo lo suficientemente alejada, la dragona dijo unas palabras en lo que parecía ser la lengua de los dragones. Después, exhaló su fuego de dragón y algo brilló en el suelo.


- “Ojalá pudiera hacer más por ti…” – se lamentó


La elfa se acercó y recogió la espada que brillaba en un suelo cuya decoración era con un intrincado de calaveras… Al contacto con su piel, la espada brilló con un haz de fuego.

Notó el poder que emanaba la espada… Era ligera, con una elegante empuñadura en forma de dragón y forjada en un metal que se asemejaba al acero de titanes, si es que no lo era.

Blandió la espada en alto y de un golpe destruyó las cadenas que sujetaban a Valithria Caminasueños. Fue un golpe silencioso, aunque parte de aquella magia perduró unos instantes en el ambiente, como las partículas de pólvora tras la explosión de los fuegos artificiales.


La dragona la miró asustada a la par que conmovida, ¿acaso era libre? Dudo unos instantes antes de adquirir un aspecto más terrenal, una apariencia con la cual pudiera pasar desapercibida y escapar de aquella prisión. Al igual que los miembros del vuelo negro, adoptó forma de alta elfa. Sus escamas esmeralda dieron paso a una piel color canela, sus cuernos a un fino cabello color esmeralda que cayó graciosamente sobre su espalda. Quedó frente a frente con su extraña acompañante y la miró fijamente a los ojos. Los ojos rubí de la dragona se toparon con unos ojos color jade, la dragona sonrió.


- “Gracias, y, buena suerte” – dijo dejando solamente un pequeño haz de luz verdosa.



La elfa, ya en completa soledad, sonrió. Si alguien hubiese estado allí, podría haber percibido un breve destello de emoción bajo aquella capucha negra.  Enfundó su nueva espada en la vaina, ya pensaría un nombre para ella más tarde. En aquel momento sólo tenía en mente la escalera que se presentaba ante ella.



A cada peldaño que ascendía, notaba el frío… Su respiración empezó a resultarle un poco costosa y tuvo miedo hasta de respirar, por la nube de vaho que se formaba a cada vez. Sin duda sabía que estaba en la guarida de la temible Sindragosa, la reina de escarcha. Según había leído, Sindragosa había sido la consorte de Malygos, después de su derrota contra Neltharion, ciega y moribunda, viajó hasta Cementerio de Dragones, donde llamó desesperadamente a su compañero; pero la respuesta de esté nunca llegó, y ella pereció presa del frío y de la locura. Más tarde, el Rey Exánime la revivió como no-muerta y ella pasó a conformar una de sus mayores aliadas, pues sus ansias de venganza y odio por las criaturas de Azeroth era compartido por el monarca.


- “Venganza… tu y yo no somos tan diferentes” – pensó mientras atravesaba su guarida sin ser vista.

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