martes, 7 de junio de 2016

Capítulo 68. Una dolorosa despedida



El ambiente se estaba tensando cada vez más , Chantarelle empezaba a sentir que su cabeza iba a estallar… Estaban pasando tantas cosas, se estaban diciendo tantas palabras… que ella no terminaba de comprender.  Y todos la miraban expectante, esperando a que ella dijese algo, y ella no sabía qué decir…


-          “¿Quieres que te saque de aquí? Sólo tienes que decirlo y te llevaré volando” – habló alguien en su interior

-          “¿Quién eres?”

-          “Me llamo Al’ar, me gustaría  materializarme ante ti, pero creo que sólo te causaría más problemas” – respondió


Su voz era masculina y dulce, casi tan bonita como la de Kareth. Le miró, estaba a su lado, intercambiando miradas con Morgan, que estaba en la distancia.  Su rostro presentaba señales de la lucha con Aetheris… ¿Era cierto que todo había sido una trampa? Aún así… su corazón se quejaba, dolorido, por verlo besándose apasionadamente con aquella elfa, y todo lo que ella había dicho o hecho hacía tan sólo un momento…


-          Elle, ¿estás bien? – preguntó el elfo

-          No lo sé

-          Bueno… - habló Quiuyue – Creo que no hay ningún tipo de espectáculo aquí como para que todos estéis mirando… Así que vamos a volver a nuestros quehaceres – miró a Chantarelle-  “Cuando termines, te espero en Quel’Danas” 


Por fin a solas, la miró y ella asintió, caminando a su lado para salir del cementerio, en dirección al Bosque de la Canción Eterna. Su ropa estaba hecha añicos, por lo que él se desprendió de su capa carmesí para colocarla sobre los hombros de ella.

-          Gracias – musitó

No sabía como abordarla, ni que decirle en aquel momento…

-          Elle… quiero que hablemos

-          Adelante – otra vez el frío

-          Quiero explicarte lo sucedido, quiero que me escuches…

Ella asintió y se paró frente a él, sin mirarle a los ojos.

-          Hace tiempo, Sweetness y yo salimos juntos, ella me lo pidió. Era guapa, trataba de coincidir conmigo en todos lados y bueno… yo era joven y los hombres sentimos ciertas curiosidades y necesidades.. – trató de no ruborizarse – Mantuvimos una relación, pero ella me agobiaba y yo necesitaba espacio, así que aquello se redujo a encuentros privados ocasionales… - le pareció la forma más elegante de decirlo.

-          Sexo… - resumió Chantarelle

-          Sí… - odiaba aquella frialdad – Pero todo esto cambió hace casi un año… Cuando una de mis expediciones me llevó a Trabalomas… y una noche conocí a una joven en una cascada…

Recordó la noche en la que la había conocido, la luna bañaba aquel pequeño lago bajo la cascada, y la pequeña charla que habían mantenido.

-          Tras aquello, no pude olvidar tus ojos, que por aquel entonces eran verdes… Así que corté totalmente con Sweetness. – trató de tomar su mano, pero ella la retiró – No sabes lo feliz que fui al reencontrarme contigo en Jaedenar, y lo culpable cuando toda la gruta se nos vino encima. Pero ohh Elle… cuando te vi en el Bazar, mi corazón dio un vuelco en el pecho… - sonrió -  Pero Sweetness se enteró de tu existencia, de que estabas aquí y de que habíamos estado en Shattrath y me amenazó de contarle a todo el mundo que yo me había aprovechado de ella y cosas que dañarían seriamente mi honor. Pero, poco después, vino a mi para disculparse y prometió olvidarlo todo y dejarme en paz a cambio de una cosa.

-          Un beso – concluyó Chantarelle

-          Sí, resignado, accedí a ello. Sin saber que todo era una trampa ingeniada por su hermano y por ella para separarnos. Quise explicártelo, pero no me diste tiempo, y desapareciste…

El silencio de ella le estaba matando… Le había contado la verdad de lo sucedido y ella no mostraba expresión alguna. Kareth escuchaba a su conciencia regañarle sin remedio, haciéndole comprender  que no siempre sus decisiones eran las correctas. Suspiró hondo, para tratar de abrazarla, pero ella se apartó de él, horrorizada.

-          No me toques…  - susurró
-          Elle… ¿Por qué?

-          Porque ahora mismo sólo puedo imaginarte besándola a ella… haciendo con ella todo lo que hiciste conmigo… - dijo con asco -  No… no puedo soportarlo..

-          Elle, no es para nada lo mismo!

-          ¿Ah, no? ¿Y en qué se diferencia acaso?

-          En que…. – se frenó en seco… 

-          ¿Ves? Tu mismo te respondes… - ella le dio la espalda

-          En que te amo! – le espetó


El corazón de ella dio un salto en su pecho, a su mente vinieron imágenes de sus padres, pues aquello era algo que se repetían constantemente. Una lágrima rodó por su mejilla, hasta precipitarse hacia el suelo. Todo se quedó en completo silencio… los látidos de su corazón resonaron como un tambor. Amor.. ella también lo sentía,  pero era algo que trataba de negar por todos los medios y que nunca jamás le reconocería.

-          Estoy profunda y locamente enamorado de ti, Chantarelle. Quería que conocieses a mis padres… porque.. 

Kareth suspiró… llevaba aquella joya en su bolsillo desde hacía semanas, esperando el  momento idóneo para hacerlo. Puede que resultase una locura, pero sabía que quería pasar el resto de su vida con ella… 

-          Quería pedirte que te casases conmigo… - dijo casi en un susurro

-          ¿Qué? – se giró con brusquedad

-          Sabía que tendría que discutir con mi padre, pero el saber tu verdadera identidad hace que todo sea más fácil. Tu padre fue mi mentor, y el mejor amigo de mi padre.

-          Kareth, tienes que olvidarte de eso… Nadie debe saber quien soy!

-          ¿Por qué? Eres una dama de Lunargenta, tu lugar está en la corte

-          ¿Me preguntas por qué? Tu mismo hablaste antes del honor… Todo el mundo piensa que estoy muerta… y no se distancia demasiado de la realidad. 

-          No te entiendo

-          Nadie debe saber que sigo viva… Al menos hasta que pueda dejar bien alto el apellido de mi familia. Serían una deshonra para la memoria de mis padres saberse que su única hija es… - se cortó ella

-          ¿Es qué? ¿Valiente? ¿Fuerte? ¿Una heroína?

Él se acercó a ella, que esta vez no retrocedió, sino que clavó sus ojos azules y fríos en los suyos…

-          Kareth, mi alma está condenada…  Mi vida no es más que una cobardía, un miedo atroz a enfrentarme a lo que tarde o temprano tendré que enfrentarme. Y, gané o pierda, no se qué será de mí… pero ya es hora de afrontarlo..

-          Elle… ¿qué estás diciendo? – se empezó a poner nervioso

-          Kareth, ha sido… bonito… Y tarde o temprano encontrarás a alguien, y serás un buen rey, de eso estoy segura…

-          ¿Ha sido… bonito? – su corazón estaba herido ahora - ¿Es que acaso tú… no sientes nada por mí? – su voz se entrecortaba


Sus ojos azul oscuro la miraban suplicantes, llenos de dolor por lo que ella estaba diciendo y expectantes de la respuesta que ella estaba a punto de dar. Ella sintió que las lágrimas se agolpaban en sus ojos, batallando por salir, su corazón le gritaba, le imploraba…. Pero ella no quería escucharle

-          Adiós, Kareth…
 
Y una magia azulada la hizo desaparecer… Kareth Theron cayó al suelo de rodillas, emitiendo un largo lamento antes de que las lágrimas saliesen de sus ojos… se maldijo una y mil veces… El dolor era tan fuerte… ahora podía sentirlo, ahora podía sentir lo mismo que había sentido ella…

 
 
Jaina tardó tan sólo unas horas en tenerlo todo preparado, había decidido que viajarían hasta Ventormenta para tratar de descubrir algo más sobre Agonía de Escarcha y sobre como vencer al Rey Exánime.

-          Ashytaka, gracias por acompañarme hasta aquí – habló Ibi

-          ¿Me estás echando?

-          No, en absoluto – la maga se sintió culpable – Es sólo que ya te he distraído demasiado tiempo de tus cosas, y me disculpo por ello – juntó sus manos a la altura de su pecho.

-          Ibi, no pienso dejarte sola con los humanos – quiso darse aires de héroe

-          ¿Tanto temes por mí? – sonrió pícara - ¿O es que te ha intrigado demasiado esta historia como para perderte el final?

-          Un poco de ambas – reconoció – Pero no pienso dejarte ir sola.

-          ¿Por qué haces esto? Apenas me conoces… 

-          Eso tiene arreglo – esbozó de nuevo su amplia sonrisa

-          Eres un caso perdido… - bromeó la maga – Pero… gracias.

La joven maga se acercó a él y le dio un beso en la mejilla. Aquella sensación en su rostro fue demasiado extraña para él e hizo que se ruborizase. Momento en el cual Jaina Valiente se reencontró con ellos.

-          Ashytaka vendrá con nosotros – anunció Ibi

-          Lo suponía  - dijo Jaina con una sonrisa cansada - ¿Nos vamos? El barco nos espera.

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