lunes, 20 de febrero de 2017

Capítulo 75. Rasganorte



Tras su breve paso por Dalaran, las tropas de Lunargenta esperaron a su enlace con el Veredicto Cinéreo. Puntual, el Capitán Arnath, un apuesto elfo de sangre, les esperaba bajo la ciudad flotante.

-          Capitán Arnath – saludó cordialmente Kareth
-          Alteza, un honor saber que será usted quien comande a las tropas de Lunargenta.
-          Llámame solo Kareth – pidió – Aquí ya no importa quienes somos o hayamos sido, sólo importa nuestro fin
-          En eso estoy de acuerdo, Kareth

Los dos elfos cabalgaron delante del grupo, en dirección al Cementerio de Dragones.

-          He oído que fue tuya la idea de unirte a nosotros
-          Sí, la Horda nos presionaba y, ciertamente, no veía demasiada luz en el plan que ellos proponían
-          En eso te doy la razón, amigo. – sonrió – Garrosh tiene una manera de actuar demasiado precipitada, y en la situación en la que estamos precipitarse no es bueno. Sólo hay que ver lo que le pasó a Dranosh Colmillosauro
-          Una gran pérdida – dijo Kareth
-          Desde entonces, Varok Colmillosauro se unió a nosotros, al igual que muchos miembros de las distintas facciones. Hasta el propio Koltira Tejemuerte y algunos caballeros de la muerte más.
-          Interesante
-          Mucho – afirmó
-          ¿Y qué tal es la relación con los miembros de la Alianza? – quiso saber
-          He de reconocer que las tiranteces entre Horda y Alianza es uno de los aspectos que más nos preocupan y en los que más estamos trabajando. Tirion Vadín es un buen líder y nos ha acogido bien. A mi me ha nombrado Capitán pese al rechazo de sus tropas  - dijo con orgullo

Atravesaron el vicio de cristal, el estrecho paso que unía Cementerio de Dragones con el Bosque Canto de Cristal, un complejo pasadizo helado cuyas profundidades eran habitadas por enormes jormungars. Por suerte, eran bestias nocturnas, por lo que no les causaron ningún tipo de contratiempo. En Cementerio de Dragones, la brisa era gélida y parecía que cortaba la piel solo con rozarla.  Kareth no pudo evitar estremecerse de frío, pese a que iba bien abrigado bajo la armadura.

-          No falta mucho para llegar a la base. ¿has estado alguna vez en la Puerta de la Cólera?
-          Si, hace un tiempo hicimos una pequeña expedición allí, más que nada una misión de reconocimiento, pues esa puerta parece estar tapiada desde dentro.
-          No lo está, la puerta tiene un complejo cierre que sólo se activa con el poder corrupto de Agonía.
-          Vamos, que el Rey Exánime la abre solo cuando le viene en gana – tradujo
-          Sí, en resumen. En las colinas que la rodean hemos instalado un gran campamento, aprovechamos esa zona para entrenar a los recién llegados y que se vayan acostumbrando a convivir con la otra facción, pues en una colina esta la Alianza y en la otra la Horda, sólo coinciden en los entrenamientos.
-          ¿En qué os basais para decidir si una persona es apta o no? – quiso saber
-          Principalmente nos interesan las habilidades en combate, siendo la mayoría paladines de Lunargenta doy por hecho de que en eso vais sobrados.
-          No somos todo paladines, Lunargenta también aporta grandes brujos y magos, sacerdotes, cazadores y pícaros.  Pero todos bien instruídos en sus artes – sonrió
-          Lo que también miramos es la resistencia a lo extremo, Cementerio de Dragones es muy frío, pero Corona de Hielo es muchísimo peor. Os proporcionaremos a todos ropa de abrigo, la misma que llevamos nosotros y vestiremos todos los mismos tabardos, para que no haya distinciones.
-          Eso me gusta, pocas veces se me brinda la oportunidad de ser uno más – dijo pensativo
-          Y otro de los requisitos será la tolerancia y la capacidad de trabajar codo con codo con la facción contraria. No es la primera vez que hay guerrillas internas, y eso solo perjudica a nuestra misión.
-          Lo veo lógico y, como yo mismo expuse, aquí nuestro enemigo es común.


En Ventormenta.,.

-          ¿He oído bien? – quiso asegurarse el rey
-          – afirmó la joven elfa
-          Jaina, ¿de verdad piensas ir a esa ciudad?
-          Varyan, he de reconocer que no me entusiasma la idea, pero si queremos avanzar en nuestra investigación debemos hacerlo – suspiró
-          ¿Y vais a ir los tres?
-          Si, ¿dónde esta el problema? – Jaina alzó una ceja - ¿No crees capaces a dos magas del Kirin Tor y a un cazador?
-          No es que no os vea capaces – trató de reparar – Pero debeis saber que lo que queda de Stratholme está invadido por engendros de la plaga
-          Somos conscientes – dijo Jaina
-          ¿Y aún así quereis ir? – insitió Varyan
-          Es necesario – dijo Ibi
-          Está bien… ¿Qué necesitais? – suspiró
-          Caballos, algún arma y víveres – dijo Jaina
-          Mandaré a algunos de mis soldados también
-          No – negó la humana – Iremos solos

Los primeros días se hicieron raros, además de fríos, a lo que ya empezaba a acostumbrarse; pero según pasó el tiempo, su piel se fue curtiendo y el dolor que lo consumía por dentro se quedó quieto, congelado…

-          Hola Kareth! – saludó con temor
-          Hola – dijo en un soplo de voz
-          Quisiera hablar contigo, si no es inconveniente – insistió ella
-          Adelante – dijo desinteresado

Ella seguía igual, tan bella como siempre, aunque aquella faceta perversa y cruel que había demostrado hizo que cambiase a sus ojos. Sweetness…un nombre que nada tenía que ver con la persona que lo portaba…

-          Kareth, siento lo sucedido… No fue mi intención llegar tan lejos – susurró… - Ella era realmente hermosa y yo estaba celosa..Sólo quería separarla de ti, que fueses mío de nuevo… Mi hermano Aetheris se ofreció a ayudarme, él la quería para sí, quería vengarse de ti por su envidia.. - estaba llorando, realmente lloraba – En principio solo iba a ser el montaje del beso, pero al ver que tu no venías a verme, la busqué, unas ancianas me dijeron que ella iba cada pocos días al cementerio y allí la esperé cada día…
-          ¿Y eso te parece un gesto noble?
-          No… Claro que no… Pero ella…. No parecías importarle… y eso me consumió más en mi odio. Cuando hablé con ella no había ni rastro de ojeras ni ojos hinchados, su rostro estaba impecablemente bello, y me habló tan fría… Por eso la provoque, y la golpeé.. Reconozco que quise torturarla, para comprobar si ella sentía algo por ti
-          Eso no era asunto tuyo tampoco…
-          Kareth, llevo días buscándote, me uní a esta expedición para poder hablar contigo, para pedirte perdón…. Por favor, escúchame!
-          Sweetness, ya me has causado bastante dolor…
-          ¿Realmente… la amas?
-          Si, y ahora la he perdido para siempre
-          ¿Cómo?
-          ¿Por qué crees que estoy aquí? Para tratar de olvidar… Ella se fue, estaba herida, y no sólo las heridas que tu le hiciste..
-          Sobre eso quería hablarte también… Esa chica, es más de lo que tu piensas..
-          ¿Qué vas a inventarte ahora? ¿Ahora ya no es una zorra, ahora te importa?
-          Kareth, ella tiene un gran poder, yo.. yo pude verlo con mis propios ojos… ese ser… venía hacia mí, hasta que un dragón enorme lo derribó

La paciencia del elfo quebró…

-          Basta! – alzó la voz – Sweetness, como sub-capitán de la expedición y como príncipe de Lunargenta te prohibo que me dirijas la palabra de no ser en caso de extrema urgencia…! – ordenó serio
-          No puedes hacer eso!! – protestó ella
-          Puedo y lo estoy haciendo…
-          Está bien… - dijo pesarosa – Lo entiendo… Gracias por su tiempo, alteza

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