Chantarelle
había percibido el gran rechazo de otro draco, pese a que no había entendido ni
una sola palabra de lo que Quiuyue y él habían hablado. Pero el saberse lejos
de aquello la reconfortaba, miró al suelo desde la gran altura a la que
sobrevolaban, el aire era puro, y casi podía acariciar las nubes con sus dedos.
Pero una gran tristeza inundaba su alma.. ¿Se había convertido en un monstruo?
-
“
No” – habló Quiuyue leyendo su mente – “Todos cometemos locuras por aquellos a
los que amamos… Y es, precisamente, el amor que sentimos lo que nos hace seguir
luchando. Tú quieres, amas… y los monstruos como el que te hizo esto no ama..”
La
elfa se dejó caer, abatida sobre las escamas de la dragona, sintiendo el calor que emanaba de ella.
-
“
A veces solo deseo terminar con todo” – Habló ella
-
“¿Y
qué ganarías con eso? Tu alma le pertenecería y te usaría para hacer más mal
del que ha hecho ya”
-
“¿Y
acaso así soy capaz de hacer el bien?”
-
“
Apenas nos conocemos… pero mis poderes me han dejado ver cosas… Salvaste a
Valithria y al sueño esmeralda, liberaste a Dalanar y lo llevaste junto a Kureimo, diste tu vida por tus amigos y tu hermana… Sí, eso es hacer el
bien. Y lo seguirás haciendo mientras sigas luchando”
Chantarelle
calló, sin poder evitar que una persona inundase sus pensamientos…
-
“Entrenaremos
durante un tiempo, hasta que despiertes tus poderes y sepas controlarlos.
Después, te llevaré a verle” – Sus enormes dientes formaron una sonrisa.
-
“
No puedo ir a Lunargenta… me buscan por traición. Además… no creo que quiera
verme”
-
“Querrá
verte… Y buscan a una sombra, no a una dama. ¿Por qué no dices quien eres?”
-
“
Nadie sabe que sigo viva, lo que me permitirá investigar quién está detrás de
la pérdida de mis poderes. Además… - hizo una pausa – No quiero deshonrar a mi
familia”
-
“¿Puedes
hablarme de tu familia?” – quiso saber Quiuyue.
-
“
Mi madre se llamaba Nyniel Anylïnde..”
-
“
De ahí lo de Nyn..”
-
“Sí,
poco original, lo sé..” – sonrió - “ Era
una alta sacerdotisa. Era muy hermosa, su pelo era rubio y sus ojos azules como
el cielo. Recuerdo que siempre olía a rosas frescas y sus manos eran suaves
como la seda”
-
“¿Y
tú padre?”
-
“Lord
Adanahel, pertenecía a la nobleza de Lunargenta. Era un apuesto paladín, su
cabello era largo y rubio, muy suave y sus ojos verdes, mi madre siempre decía
que yo… bueno… que tenía sus ojos. Se conocieron en la isla de Quel’Danas. Mi madre estaba en
un viaje de estudios, ella vivía en el refugio de Saltheril, en el Bosque de la
Canción Eterna; y mi padre solía ir mucho a esa isla ya que su familia estaba
vinculada a ella. Se conocieron y fue amor a primera vista, empezaron a verse y
más tarde mi madre se mudó a Lunargenta, donde se casaron y bueno… nací yo.. ”
Quiuyue se conmovió al escuchar las
tiernas palabras de su protegida, sin duda, cargadas de sentimientos y orgullo
por sus padres.
-
“
Pero una tarde, estábamos paseando… cuando todo se volvió oscuro…” - su cuerpo
se tensó – “Y Arthas me arrebató lo que yo más quería en el mundo… Mi padre
luchó con valentía, pero Agonía de Escarcha succionó su alma. Mi vida fue un
infierno desde entonces..”
-
“
Ya me imagino… ” – en aquel momento la hubiese abrazado. – “¿Y tus abuelos?”
-
“
Los padres de mi madre murieron poco después de que ella se casase con mi
padre, en un accidente”
-
“¿Y
tus abuelos paternos?” – intentó no mostrarse tensa
-
“
No lo sé…”
-
“
No pasa nada...” – se quedó pensativa. -
“Por cierto, ¿Sabes que en todo el tiempo que llevamos hablando no has
emitido sonido alguno?”
-
¿Qué?
– escuchó su voz con claridad y se asustó - ¿Será alguna extraña cualidad de
Agonía?
-
“No
lo creo… Arthas puede dejar una pequeña impronta en las mentes que no domina,
pero nunca algo tan complejo como la telepatía”
-
“¿Y
entonces?”
-
“Eso
es lo que me gustaría averiguar”
Morgan
caminaba de un lado a otro de la sala, impaciente. No le gustaba Dalaran,
aquella ciudad flotante le producía una sensación de vértigo en el estómago
bastante molesta.
Por
suerte, tras unos minutos, la puerta se abrió, y un humano muy entrado en años
pasó a la sala, seguido por una joven elfa de sangre de pelo platino e
impresionantes ojos azules.
-
Buenas
tardes – saludó Morgan con respeto
-
Buenas
tardes…
-
Morgan
– se apresuró a presentarse
-
Buenas
tardes caballero Morgan, esta es la señorita Ibiza – presentó - ¿Es con ella
con quien desea hablar?
-
Sí
– asintió con una tenue sonrisa
-
En
ese caso, les dejo que conversen – se despidió
Morgan
tomó asiento y la observó. Ibiza era joven, unos quince o dieciséis años y una
apariencia casi angelical. Ella se sentó con timidez, manteniendo las
distancias.
-
Hola
– comenzó Morgan – Mi nombre es Morgan, y soy paladín de la ciudad de Lunargenta.
-
Mi
nombre es Ibiza, aunque todos me llaman Ibi, soy estudiante y maga del Kirin
Tor.
-
Un
placer. Vengo a hablar contigo por petición de su alteza, el príncipe Kareth
Theron – explicó protocolariamente
-
Es
por mi hermana, ¿verdad?
-
Sí.
– asintió - ¿Sabes dónde está?
-
No.
-
Creo
que no hace falta mencionar que, como maga del Kirin Tor, no puedes mentir..
¿Cierto?
-
Bajo
pena de muerte, lo sé. – respondió intimidada – No sé dónde está mi hermana, y
ojalá lo supiera.
-
¿Sois
hermanas naturales?
-
No.
Mis padres fueron asesinados por la Alianza
-
Entonces…
¿te adoptaron sus padres?
-
No…
- empezó a ponerse nerviosa.
Morgan
la miró preocupado, estaba claro que la muchacha no lo estaba pasando bien y,
sinceramente, a él tampoco le agradaba el interrogatorio.
-
No
quiero que te tomes esto como un interrogatorio, ¿vale? – habló más cordial –
Kareth, digo, su alteza, me ha pedido que hable contigo, sólo quiere saber un
poco más sobre ella.
-
Está
bien – suspiró Ibi – Legalmente ella es mi madre adoptiva
-
¿Puedes
explicarme eso?
-
Tenía
seis años, estaba sucia y asustada… escapé de milagro del ataque a mi aldea, en
el cual la Alianza masacró a todo el pueblo. Logré salir por un agujero en la
pared y corrí todo cuanto pude. Ella me encontró en las orillas del río
Elrendar y me escondió en su casa para que no tuviese que ir al horrible
orfanato en el que ella estaba, tenía doce años – tomó un sorbo de agua – Se
convirtió en mi hermana mayor, lo único que yo tenía en el mundo; así que
cuando obtuvo la emancipación compró un apartamento en Lunargenta y nos fuimos
a vivir juntas, hasta que tuve la edad suficiente para entrar en la escuela de
magos. Por su parte, en cuanto cumplió la mayoría de edad me adoptó legalmente.
-
No
veo eso demasiado legal – reconoció – Hace años quise adoptar a una niña que se
había quedado huérfana y como no estaba casado no me lo permitieron. ¿Cómo iban
a permitir que te adoptase una persona sólo seis años mayor?
Ibi
estuvo a punto de meter la pata… Había hablado ya demasiado, había dado muchas
pistas que podrían conducir a aquel elfo a la verdad sobre ella.
-
Puedes
creerme o no, pero esa es mi palabra como maga del Kirin Tor – concluyó
-
Sabes
que voy a pedirte un apellido, ¿verdad?
-
Sí,
y que yo estoy en mi derecho de no responder – sonrió
-
Me
lo temía… - Morgan comenzaba a transpirar - ¿Realmente se llama Nyn?
-
No
-
Lo
sospechaba.. ¿Es verdad lo sucedido con Thelarien?
-
Sí
Morgan
sonrió en su interior, a preguntas cerradas ella tenía solo dos respuestas
posibles, si o no. Aunque sin un nombre, ni un apellido, no tenía mucho por
donde empezar a buscar, aunque sí algunas ideas.
-
Me
alegra haber hablado contigo, un placer – se despidió
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