-
¿Lo
has averiguado? – interrogó ella
-
Sí,
vive en el Bazar, en un edificio de color beige. Él suele ir a verla –
respondió él
-
¿Cómo
es ella?
-
Es
muy guapa – reconoció él – Pelo rubio claro, muy largo, ojos azules
cristalinos, labios rojos, un cuerpo perfecto…
-
Puedes
quedártela, si quieres – vio las intenciones de su hermano.
-
Ya
lo tenía pensado, la consolaré después de que tú hagas que su corazón se rompa
– sonrió Aetheris
-
¿Qué
tal estoy? – preguntó
-
Si
no fueses mi hermana, te arrancaría la ropa aquí mismo – le guiñó el ojo
-
Bien
hermanito, deséame suerte…
-
Ten
cuidado – advirtió Ashytaka – Aquí la tierra es muy barrosa, podrías resbalar.
-
Ya
veo, eres muy buen guía – se burló ella
-
Cabrona…
- gruñó – Totoro, ayúdame
-
Ya
veo… sólo unas horas y ya la prefieres a ella… maldito!
-
A
ver, te ayudaré…
-
Serás
cabrón! – protestó ella, limpiándose la cara
-
Ahora
estamos en paz
-
Llegas
a hacerle esto a mi hermana y ya no tendrías cabeza – recordó
-
¿Tan
mala es? ¿Más que tú? – bromeó
-
No
es mala, pero tiene carácter, demasiado.
-
Bien,
mi nueva y sucia amiga, esta atardeciendo, propongo ir a una posada que está
aquí cerca, nos duchamos, comemos algo y continuamos mañana el viaje.
-
Acepto
– rió ella
-
Hola
Kareth – dijo con amabilidad
-
Hola...
– fue muy seco
-
Quería
disculparme por mi comportamiento del otro día – dijo con voz dulce – Estaba
celosa y me cegué, no debí haberte hablado así
-
La
verdad, me alegro de que hayas reflexionado – respondió con una sonrisa . – Por
nada del mundo me gustaría perder tu amistad
-
Ni
a mí… he de reconocer que sigo sintiendo algo por ti, pero respeto que tú no
sientas lo mismo.
-
Gracias,
Sweet
-
Tan
sólo me gustaría pedirte una cosa…
-
Lo
que quieras
-
Un
beso…
-
¿Por
qué me pides esto?
-
No
creo que pida tanto Kareth, no pido que me ames, no pido más que un simple beso
-
Por
favor… -repitió ella. - Estamos solos, aquí nadie nos verá, ni nadie va a
enterarse.
-
Si
lo hago… ¿me prometes que dejarás en paz el tema?
-
Sí,
no volveré a insistir en que estemos juntos…
-
Está
bien… - se resignó
-
Espero
que no te moleste que haya pedido ya de comer, tampoco tenían muchas opciones.
-
No,
no me molesta en absoluto – se sentó a la mesa.
-
Bien
Ibi, cuéntame.. ¿Por qué quieres ir a Theramore?
-
Necesito
hablar con Lady Jaina
-
Uff,
dicen que esa mujer es una amargada.
-
Lo
sé, y entiendo las razones..
-
Debe
ser difícil perder a la persona a la que amas… - suspiró Ashytaka
-
¿Has
perdido a alguien? – quiso saber ella
-
No,
estoy solo porque quiero. Mi familia vive en Orgrimmar, a mi me gusta más la
libertad de Los Baldíos – hizo una pausa - ¿Y tú? ¿A quien has perdido?
-
A
mi hermana… - suspiró – No la he perdido, o no del todo… sólo quiero ayudarla a
mi manera
-
¿Y
crees que la humana podrá ayudarte?
-
Eso
espero
-
Come
como más te plazca – rió la maga
-
Lo
siento, no tengo costumbre comer con gente importante
-
¿Importante?
-
Si,
eres una maga del kirin Tor
-
Realmente
soy estudiante aún, avanzada, pero estudiante
-
¿Y
qué os enseñan allí? Si puede saberse
-
Historia
de la magia, el poder arcano, el poder de escarcha, el poder de fuego,a crear
portales y bueno, algún truco más
-
¿Cómo
cual?
-
Convertir
a la gente en gatitos, o pingüinos.. – rió
-
Uhhh….
Suena peligroso
-
No
me cabrees… o serás consciente de mi ira
-
La
verdad es que no me inspiras terror – reconoció – Cuéntame más sobre ti
-
No
sé que puedo contarte… mi vida no es demasiado entretenida. Soy huérfana desde
los cinco años, una tropa de draeneis atacaron la aldea en la que yo vivía,
diezmándolo todo, hasta que ella me encontró y se convirtió en mi hermana, en
mi familia.
-
¿Y
ella tiene nombre?
-
Chantarelle
– sonrió – Viví escondida en la antigua casa de sus padres, para no tener que
ir al horrible orfanato en el que ella estaba.
-
¿Ella
también era huérfana?
-
Si,
sus padres fueron asesinados por el rey exánime – el tragó saliva – Y bueno, cuando
cumplí los diez años ingresé en la escuela de magia de Dalaran.
-
¿Y
nunca has salido de allí?
-
Sólo
para ir a Lunargenta
-
Vaya…
que aburrido.
-
¿Aburrido?
– se asombró Ibi
-
Si,
muy aburrido. Nací en una aldea cercana a Lunargenta, pero cuando era pequeño
mis padres se mudaron a Península del Fuego Infernal y más tarde aquí a
Kalimdor. Siempre han sido muy liberales
y bueno, que a mi me gusta mucho viajar, así que he visitado muchos lugares –
dijo con su amplia sonrisa
-
Es
curioso, hablas como un anciano – rió Ibiza – Mi querida niña, he visitado
muchos lugares y visto muchas cosas, te falta hablar de la experiencia – bromeó
ella
-
Querida
niña, termínate la cena o se enfriará – siguió la broma
Aquella tarde, había invitado a Chantarelle a sentarse con él a escuchar uno de aquellos cuentos y ella, aunque contrariada, había aceptado.
Aetheris portaba un grueso tomo de color azul claro y leía en alto con voz melodiosa, arropada por la suave brisa que mecía los árboles. Era invierno, pero los abetos y acacias que rodeaban el cementerio mantenían su frondosidad y su verdor.
-
¿Te
ha gustado? – preguntó Aetheris al terminar
-
Sí,
aunque no creo demasiado en los cuentos de hadas
-
¿Por
qué no?
-
Para
empezar, porque no existen las hadas madrinas que conceden tus deseos y para
continuar, porque una calabaza no puede convertirse en una carroza
-
Bueno…
eso te lo paso, aunque si es una muy grande y la secamos bien.. – bromeó
-
Terminaría
pudriéndose igualmente – dijo Chantarelle
-
Uy,
que tarde es ya, van a ser las cinco – dijo Aetheris
-
¿Ya?
Me has entretenido demasiado – protestó ella
-
¿Tienes
algo que hacer hoy?
-
Si.
Aetheris, estoy… con alguien… He quedado con él esta tarde
-
Bueno,
será mejor que vayamos entonces. Te acompaño
-
Gracias
– dijo cordial
-
¿Sabes?
Creo que llegamos antes por la puerta del Destino y no por la del Pastor
-
¿Tú
crees?
-
Si,
confía en mí…
-
Gracias
– susurró en su oído y se fue
-
Elle!
– llamó, para correr tras ella.
-
Te
lo puedo explicar… - dijo consternado
-
No
tienes que explicarme nada – su voz era gélida
-
No
era lo que parecía… Elle… ella es Sweetness, mi ex…
-
Kareth..
suéltame
-
No,
no pienso soltarte hasta que me escuches
-
Kareth…
no quiero hacerte daño – repitió ella
-
Elle,
mírame – alzó su cara
-
Suél..tame..
– la voz le temblaba
-
No
pienso hacerlo… Tienes que escucharme… lo hice por nosotros, para que ella nos
dejase en paz..
-
Déjame
ir…
-
No…
no voy a dejarte..
-
No……….!!!!!!!!-
gritó él..
No hay comentarios:
Publicar un comentario