martes, 24 de noviembre de 2015

Capítulo 53. Confusión




Unos insistentes golpes en la puerta lo despertaron…  ¿Estaba soñando? Frotó sus ojos, agudizando su sentido del oído, pero los golpes volvieron a sonar.

Se levantó deambulante y abrió con cuidado la puerta, fuera estaba Kareth Theron, sosteniendo en sus brazos el cuerpo, inconsciente, de una elfa de cabellos rubios.


-¿Kareth?

- Necesito tu ayuda… - dijo sombrío 

- Pasa – lo guió a una habitación - ¿Qué ha sucedido?

- Se nos hizo de noche… Tuvimos que luchar. La lucha fue dura y ella, exhausta, perdió el conocimiento.


El joven la depositó con delicadeza sobre la cama, rozando con los dedos su mejilla. Morgan observaba la escena conmovido, partícipe de los grandes sentimientos que manifestaba su amigo..


-          ¿Es ella? – preguntó

-          – evitó su mirada – Siento haberte importunado, pero no sabía muy bien qué hacer.


-          Iré a por unas mantas, para que puedas descansar con ella – sonrió

-          Morgan, gracias…


Un nuevo día llegó a Lunargenta y, ya bien entrada la mañana, Morgan llamó con suavidad a la puerta de la habitación de invitados, pero nadie respondió. Abrió con cuidado, la luz se colaba por la ventana, dotando a la habitación de una iluminación ideal.
 
Morgan observó que los dos jóvenes estaban en la cama, todavía dormidos. Kareth , muy respetuoso, se había encogido en una esquina, para respetar la intimidad de ella por si se despertaba; pero la elfa no parecía haberse movido en absoluto.

   
El paladín observó atentamente a la muchacha, sus ojos permanecían cerrados, mientras su pecho se movía con lentitud. Su piel era muy blanca, adornada por pequeños toques de color, y su pelo rubio caía largo y paralelo a su cuerpo. Su rostro le resultó tremendamente conocido, como si la hubiese visto antes.     

Morgan estaba cerca de ella, para observarla, cuando la elfa se movió. Cuando abrió los ojos, aquellos ojos azules cristalinos se toparon con los ojos marrones de Morgan, que se quedó sobrecogido. Ella se incorporó de golpe, alzando sus manos en señal de defensa.

                        
-          Tranquila! No voy a hacerte daño! – anticipó Morgan


En aquel momento, Kareth se despertó, intercediendo de inmediato.

-          Nyn, tranquila, es un amigo – tranquilizó

-          ¿Dónde estoy?


-          Estás en mi casa – dijo el desconocido

-          ¿Recuerdas que te desmayaste? – Kareth la tomó de la mano – No sabía que hacer, así que acudí a la única persona en la que confío, este es Morgan, mentor, amigo y compañero.


-          Hola – saludó él con una sonrisa


-          Morgan, ella es Nyn – dijo sonriente


-          Encantada – dijo ella 


-          Es un honor – hizo una pequeña reverencia.


-          Kareth, he de irme… Quiuyue estará preocupada. – anunció ella


-          Os dejaré a solas – Morgan salió de la habitación

Ella se despidió de forma brusca, saliendo de aquella casa lo más rápido que pudo, para ir al encuentro de su amiga y guardiana. Sin importarle el intenso calor que emanaba de ella, la abrazó con fuerza. Su cabeza estaba a punto de estallar y se sentía confusa y perdida. La dragona, enternecida, acarició con suavidad su melena, calmándola.


-          ¿Quieres contármelo?


-          Me siento muy rara, Quiu… - su voz denotaba angustia


-          Nyn… No sé como preguntar esto… ¿Habéis hecho..?


-          No…- exclamó confusa - Ayer me desmayé. Supongo que todavía no controlo suficientemente mis poderes..


-          ¿Tuviste que usar tus poderes delante de Kareth? – se alarmó


-          No me quedó otra opción, nos emboscaron un gran número de necrófagos y, al usar el área del suelo, no sé.. perdí el conocimiento.


-          Puede ser normal al principio – lamentó la dragona – Te he expuesto a una magia muy poderosa y hasta que tu cuerpo no la procese, puede que te sientas un poco inestable.


-          No has vuelto a mencionar nada sobre el lugar al que fuimos


-          Y por el momento no lo haré, necesito un poco más de tiempo.


-          Me siento como un extraño experimento – se quejó Chantarelle


-          No lo eres, pero, por favor, respeta mi decisión y ten un poco de paciencia.


-          Está bien.


Quiuyue, en un gesto maternal, instó a la elfa a que se diese la vuelta y así cepillarle su melena. Su pelo era largo y de un rubio claro, y olía a manzana fresca. Chantarelle se dejó hacer, su madre siempre la peinaba así cuando era pequeña, era un gran placer del cual casi no se acordaba. Se sintió tremendamente relajada.



-          Cuéntame… ¿Qué más te preocupa? – prosiguió Quiuyue, bajando la voz


-          Es por Kareth…


-          ¿Si? – la premió a hablar


-          Me ha dicho que se está enamorando de mí… y que quiere ayudarme a completar mi venganza.


-          ¿Le has contado algo referente a…?


-          No, no es algo que me guste ir contando por ahí – dijo con un toque irónico


-          Lo sé – tranquilizó – Y tú.. ¿Qué sientes por él? 


Aquella es una pregunta que no se había planteado. ¿Sentía algo por él? ¿Es que acaso ella era capaz de sentir algo por alguien? Quiuyue pareció darse cuenta de la confusión que estaba experimentando la joven.



-          Te das cuenta de que estás enamorada cuando, a pesar de haberle visto hace unos segundos ya le echas de menos – comenzó Quiuyue – Cuando sólo con verle notas burbujas en el estómago y una amplia sonrisa se forma en tu rostro. Y cuando no puedes pensar más que en esa persona…

Chantarelle calló… repasando mentalmente las palabras que Quiuyue acababa de pronunciar, siendo consciente de que aquello era justamente lo que le sucedía. Negó con la cabeza…


-          Él es un paladín… Nunca podré sentir algo por uno de ellos.. – se tornó fría


-          ¿Sigues con tu absurda venganza contra los paladines? – la recriminó. – No creo que debas odiar por lo que te hicieron a todos los paladines del mundo. O dime.. ¿También odias a tu padre?


-          Nunca podría odiarle…  - dijo dolida


-          Se que Arthas convirtió tu vida en un infierno, y que ser privada de tu gran sueño de ser paladín fue un golpe muy duro para ti, pero no deberías generalizar así. Y menos con un muchacho que está loco por ti y que, quieras admitirlo o no, te está haciendo feliz.
                       
Antes de que Chantarelle pudiese abrir la boca, la dragona continuó hablando.



-          Tu vida ha sido dura, lo sé. Tu alma está vinculada a esa horrible espada, lo sé. Que quieres vengarte y acabar con el Rey Exánime, lo sé. Pero ¿está escrito en alguna parte que no puedas ser un poco feliz mientras? – dejó de cepillarle el pelo para mirarla a través del espejo – Chantarelle Anylïnde, puedo comprender que ocultes tu verdadera identidad, tu rostro o lo que te pasó, pero no ocultes unos sentimientos que, aunque no comprendas, están ahí.


Y todo se sumió en silencio… Hasta que, con un hilo de voz, Chantarelle habló..



-          Me ha pedido que le acompañe a un viaje a Shattrath…


-          ¿Quieres ir?


-          Sí, pero..


-          No hay pero… Ve – sonrió – Y no, no hace falta que te preocupes por mí, aprovecharé para visitar a una vieja amiga.

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