Estaba de rodillas, exhausta, no era consciente de cuando había empezado a llover, pero estaba empapada. Su pelo rubio, mojado, caía sobre su espalda, proporcionándole una sensación agradable, mientras trataba de poner de nuevo todo en orden en su interior. Conocía los poderes helados de agonía, pero ¿qué había sido aquello? Sentía una creciente fuerza en su interior, algo cálido, pero controlarlo era agotador…
Alzó la mirada, ante ella, aquella monstruosa ave graznaba, agonizante, palabras sin sentido. Kareth le hundió su espada en el pecho y todo quedó en silencio, salvo por el sonido de las gotas de lluvia al estrellarse. El elfo respiraba todavía con agitación, mientras devolvía su espada a la vaina, sin ser consciente de la sangre que resbalaba entre sus dedos. El combate había sido duro, pero estaba aliviado de haber vencido a aquel fuerte enemigo, sin duda, hacían un buen equipo.
Se acercó a Elle y le tendió la mano, para ayudarla a incorporarse, una vez arriba, le retiró el pelo que le cubría el rostro con delicadeza. Ella clavó sus ojos en su cuerpo, haciendo que se estremeciese.
-
Estás
herido.. – susurró ella
-
No
me importa, ¿cómo estás tú?
-
Kareth…
no puedo sanarte… perdí mis poderes sagrados… - lamentó
-
No
pasa nada, estoy bien – tranquilizó - ¿De verdad que no estás herida?
-
Espero
que lo estés pasando bien y estés a salvo, pequeña..
Ya con la llave en la cerradura, la elfa, que no había dicho una sola palabra en el camino de regreso, colocó su mano sobre la suya, frenándole para que no continuase girando la llave. Lo que más le extrañó de aquello, fue su temperatura… Normalmente, Elle estaba fría como la nieve, pero su mano disponía ahora de una tenue tibiez… Se giró hacia ella, sin comprender…
-
Quédate
un poco más conmigo – dijo casi suplicante.
-
Hueles
muy bien – dijo ella en un susurro
-
Es
el perfume que tú me regalaste – sonrió orgulloso
-
Kareth.
¿Ocurre algo? – se extrañó ella
-
Elle,
no me hagas esa pregunta… - se ruborizó aún más
Chantarelle, viendo aquella sonrisa en su rostro, se acercó de nuevo, besándole con delicadeza. Kareth la correspondió, manteniendo aún una distancia prudencial por temor a que ella notase aquello que se había despertado. Pero, lejos de comprenderle, percibió aquello como un rechazo y retrocedió, confusa.
-
Lo
siento.. – dijo en un susurro
-
Elle,
no pretendía rechazarte… Me encanta besarte, es sólo que… - pensó como decirlo-
Haces que mis sentidos reaccionen ajenos a mi control.
-
¿Eso
es bueno o malo? – preguntó ella inocentemente
-
En
estos casos, digamos que es difícil de llevar…
-
¿Por
qué?
-
Porque
me gustas demasiado… y no quiero estropearlo..
Con mucha delicadeza, la recostó sobre la cama, colocándose a su lado, pero sin dejar de besarla, pasando de sus labios a su cuello, embriagándose con su aroma. Entonces, consciente aún de sus actos, frenó en seco.
-
Elle..
detenme – susurró en su oído
-
¿Por
qué?
-
Porque
estoy a punto de perder el control.
-
Estás
empapado.. – susurró ella
-
Y
tú…
-
Será
mejor que.. – desabrochó un botón de su camisa
-
Me
vaya… - se incorporó, sin mirarla a los ojos
-
¿Es
lo que quieres?
-
No…
- suspiró – Pero no quiero perder el control e intentar algo que tú no quieres.
-
¿Y
si es lo que quiero?
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