jueves, 28 de enero de 2016

Capítulo 59. Conflictos



La lluvia caía torrencialmente sobre la Ciudad de Lunargenta, por lo que se había suspendido el entrenamiento. Aquella tarde, sus planes habían cambiado, por lo que Kareth salió, cubriéndose bajo los soportales.


-          Hola Kareth – saludó con una sonrisa – No te mojes!


Ella llevaba días queriendo coincidir con él, se había enterado por Kredis que el elfo estuvo varias semanas en Shattrath, y había escuchado a sus vecinas cotillas hablar de que el príncipe estaba de vacaciones con una muchacha. Sus mejillas ardían de rabia.


-          Hola Sweet – saludó serio

-          ¿Cómo estás? Hacía días que no te veía

-          He estado de viaje – intentó no dar demasiada información.

-          Ah ¿si? ¿Dónde?

-          En Shattrath, con los Sha’tari

-          Me preguntaba si te gustaría venir a cenar conmigo un día de estos – acarició su pelo – Yo podría hacer que te olvidases un poco de todo – dijo sensual.


Él tomó la mano de ella, que acariciaba ahora su cara, separándola con una mirada dura. Pero Sweetness no iba a darse por vencida tan pronto, quería a aquel elfo. Estaba enamorada de él y con él había vivido muchas primeras veces. Se habían conocido hacia cinco años, cuando el príncipe habló en su graduación, coincidiendo más adelante en la zona de entrenamiento y en algunas expediciones poco importantes. Comenzaron a hablar y una cosa había llevado a la otra…


-          ¿Por qué te comportas así conmigo? – dijo dolida

-          Sweet, eres alguien muy especial para mí, y eres preciosa. Pero no comparto tus sentimientos – dijo él – Pero para mí eres una buena amiga, nada más.

-          ¿Qué?  ¿Y eso lo dices ahora? No hace tanto tiempo te morías por compartir mi cama..

-          No empieces de nuevo con eso..

-          Oh si, claro que empezaré.. – su ira aumentaba - ¿Qué te parecería que toda la ciudad se enterase de que su venerable príncipe se aprovechó de una joven para sastisfacer sus necesidades?

-          Yo nunca me he aprovechado de ti! – replicó él

-          ¿Quieres probar a ver a quien creen? – dijo desafiante

-          ¿Qué es lo que quieres, Sweetness?

-          A ti!

-          Sweet, no puedo corresponderte, mi corazón pertenece a otra mujer.

-          Entonces… es cierto lo que dicen… ¿Te llevaste a esa zorra a Shattrath

-          ¿Zorra? ¿Te atreves a tratarla de zorra cuando eres tú la que se arrastra?


Presa de su ira, le propinó una sonora bofetada, que marcó la piel de él, que permaneció impasible.


-          Esto no se quedará así… Nadie, y me oyes, nadie juega conmigo! – vociferó

Una vez que ella se fue, Kareth continuó su camino hacia el bazar, localizando el edificio que ella había descrito. Subió las escaleras y llamo discretamente a la puerta, sonriendo al verla.  Elle le invitó a entrar, su apartamento era pequeño, pero muy acogedor y ella estaba radiante, vestía una toga de media manga negra y su largo cabello recogido en una trenza ladeada. Ella reparó en su cara, todavía enrojecida.


-          ¿Qué te ha pasado? – dijo colocando su mano fría sobre su piel

-          Un golpe en el entrenamiento – mintió


Ella, descalza, se puso de puntillas, besándole en la mejilla, de repente ya no le dolía.


-          Me gusta este lugar – admiró lo que le rodeaba

-          Disculpa el desorden, he estado limpiando un poco, pero lleva tiempo deshabitado.


Él la miró con picardía, desde que habían regresado de Shattrath no habían podido estar a solas en un espacio cerrado, pero sacó sus perversiones de la cabeza y, simplemente, disfruto de su tiempo con ella.



Acababa de llegar a Entrañas, Kareth le había pedido personalmente aquello, pues no confiaba en nadie más para un asunto tan delicado. Una forestal oscura le estaba esperando para conducirle junto a la Reina Alma en Pena.

Sylvanas Brisaveloz esperaba impaciente al enviado de su antiguo compañero, Lor’Themar Theron; habían servido juntos como forestales de Lunargenta bajo el reinado del rey Anasterian, hasta  que el rey Exánime terminó con aquella vida.

Morgan se adentró en aquel intrincado edificio, recorriendo el larguísimo pasillo hasta llegar a una gran sala, iluminada con faroles anaranjados. Retiró su cimera y realizó una cortés reverencia a la reina. Sylvanas seguía siendo impresionantemente bella, a pesar de aquel tono grisáceo en su piel. Junto a ella estaba su consejera, una sacerdotisa oscura que, como ella, había logrado escapar del control del Rey Exánime.


-          Bienvenido a Entrañas – saludó con voz melodiosa

-          Lady Sylvanas, un honor conocerla – saludó – Mi nombre es Morgan Adhams, enviado por el rey Lor’Themar Theron de la Ciudad de Lunargenta.

-          Ahórrate las formalidades, Morgan – cortó educadamente

-          Supongo que habrá recibido noticias del Alba Argenta y de la Horda

-          – dijo pensativa

-          El consejo de Lunargenta ha estado reunido tratando el tema, concluyendo que es una locura

-          Es que es un plan de lo más suicida… - habló con dureza – El Rey Exánime tiene controlada esa puerta, no se porqué siguen empeñados en atacar por ahí, así solo consiguen engrosar más sus filas y nutrir más a esa espada maldita.

-          Su majestad opina como vos, por eso busca establecer una alianza con Entrañas


La sacerdotisa, que hasta el momento había permanecido en silencio, dio un paso, dirigiéndose al elfo. Su rostro estaba totalmente cubierto, aunque de su capucha sobresalían mechones de pelo rubios.

-          ¿Una alianza? Lo que teme Lor’Themar es perder el apoyo de la horda – habló con dureza – Lunargenta ha rechazado siempre a nuestro pueblo, ¿por qué íbamos a apoyarles ahora?

-          Tranquila, Nyniel – calmó Sylvanas


¿Nyniel? Los ojos de Morgan se abrieron de par en par al escuchar aquel nombre. Clavó su mirada en la sacerdotisa, tratando de ver a través de la gruesa capucha.


-          Dile a Lor’Themar que le apoyaremos, siempre y cuando se disculpe con nuestro pueblo – habló Sylvanas – Dentro de ocho días visitaré Lunargenta, espero tener un buen recibimiento – habló firme – Si me disculpais, he de irme


Sylvanas abandonó la sala elegantemente, dejando a Morgan con la palabra en la boca. Su consejera se disponía a marcharse también, pero él la detuvo.


-          ¿Deseas algo más, paladín?

-          ¿Eres Nyniel Anylïnde? – preguntó sin rodeos

-          Hace mucho tiempo que nadie me llama así…


Ella descubrió su rostro, seguía joven y hermosa como la última vez que la vio, salvo por aquellos ojos rojos, su piel grisácea y aquella cicatriz marcada en su cuello, que hacía que su voz fuese ronca por momentos.  Pero era ella.


-          Lady Nyniel, es una bendición saberla con vida.

-          ¿Llamas vida.. a esto? – su voz se volvió un susurro – Mírame, Morgan, compara el color de tu piel con el de la mía – cogió la mano de él y la colocó sobre su pecho - ¿Sientes algo? Mi corazón se paró hace muchos años – dijo con amargura – Esto no es una bendición, es un castigo eterno.
 
-          Al menos no servís al ser que os hizo esto – trató de animar.


Ella le miró, su cara revelaba una extraordinaria tristeza. Morgan no quiso preguntarle por su marido, él mismo había recogido su cadáver y presenciado el funeral, por lo que no compartiría su misma condición. Pero una fugaz idea cruzó su mente.


-          ¿Habéis vuelto a ver a vuestra hija?

-          No- dijo con amargura – Hace dieciséis años que no veo a mi dulce niña…

-          ¿Y no habéis sabido nada de ella? – ella negó con la cabeza

-          Hace algunos meses, Sylvanas recibió a una joven que encontraron dos caballeros de la muerte, me dijo que podía tratarse de ella, pero no me permitió verla. Pero seguramente esa joven este muerta.

-          ¿Por qué decís eso?

-          Porque esa muchacha se enfrentó al Rey Exánime y Agonía de Escarcha marcó su piel, y él no deja nada a medias.. – hizo una pausa - ¿A qué vienen tantas preguntas sobre mi hija? ¿De qué la conoces? – quiso saber

-          Mi señora, yo fui quien encontró a vuestra hija aquel día… - recordó de nuevo a la pequeña

-          ¿Y qué pasó con ella? ¿Está bien?

-          La ingresaron en un orfanato, quise adoptarla, pero no me lo permitieron y me prohibieron verla…

-          Mi pequeña en un orfanato… - lo miró horrorizada - ¿Y qué pasó con ella?

-          No supe nada más – ella quedó decepcionada – Pero hace unos meses que estoy investigando a una muchacha

-          ¿Y qué tiene eso que ver?

-          Dice llamarse Nyn..


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