sábado, 7 de febrero de 2015

Capítulo 14. Secreto de la noche en el bosque



Su instinto la había llevado hacia las Laderas de Trabalomas, una zona dominada todavía por un grupo de bandidos que se hacían llamar “La Hermandad”. Pero eran simples humanos, pensó, no tenía porqué tener problemas.



Ya había anochecido cuando llegó, pero no le importaba, prefería la oscuridad, estaba llena de sombras, sombras como ella.  El olor a hierba le proporcionó una sensación agradable, le gustaba la naturaleza; en ella se sentía a gusto. Escuchó el murmullo de un río y espoleó a su caballo. El camino se hizo un tanto peñascoso, pero aún así, su corcel aguantó. Sólo podía volar en Rasganorte, debido a que el aire allí era menos denso, pero por lo menos podía planear durante unos minutos. La elfa lo instó a descender, topándose, por fin, con una hermosa e impresionante cascada. 




- Guau…. - exclamó




El paisaje que la rodeaba presentaba una extraordinaria belleza salvaje. Había aterrizado sobre varios peñascos tan grandes como algunas casas, entre los cuales, fluía el agua del río. Los árboles enmarcaban aquel espacio, aunque veía un pequeño camino que se perdía entre ellos. Un poco más adelante, las aguas del río caían en una espectacular cascada, que formaba una pequeña bañera natural, antes de fluir, por entre las rocas, hacia otra cascada más pequeña.



Bajó de su corcel y acarició sus crines, aquel animal era impresionante Decidió dejarlo descansar y… porqué no, darse un baño.



Dejó la mochila al abrigo de una piedra y comenzó a desvestirse. Dejó, por primera vez en las últimas semanas, su capa negra a un lado, mostrando su rostro a la luna creciente que la iluminaba. Su vestido, de un color verde oscuro, estaba sucio, luego tendría que lavarlo. Se quitó las botas y la ropa interior y así, desnuda, sumergió un dedito del pie en el agua.



- “Está buena”- pensó.





Y se zambulló por completo, olvidándose de todo…









Ya era la segunda noche que pasaban allí. La primera, agotado, había dormido como un tronco, pero una vez recuperado, ya volvía a ser él. Se levantó sin hacer el menor ruido y abandonó la taberna.



Su destrero thalassiano le esperaba en un cobertizo cercano. El animal relinchó de alegría al verlo, pero el elfo le hizo una señal con la mano para que se calmase, cosa que obedeció inmediatamente. Se sorprendió de lo cómodo que era montar a caballo sin llevar armadura, aunque se notaba algo desprotegido. Llevó la mano a la empuñadura de su espada, que descansaba en uno de los laterales de su cuerpo, e instó a su caballo a trotar.



Notaba el agradable frescor de la noche en su pecho, pues el viento atravesaba la fina seda de su camisa. Morgan le había comentado aquella misma tarde de una impresionante cascada que había allí en Trabalomas, llamada “Cascada de Taur-nu-Fuin”, que significaba “secreto de la noche en el bosque”. Él ya no le escuchaba en aquel momento, sólo podía pensar en ir a visitar aquella belleza.



La encontró sorprendentemente rápido, quedándose absorto ante su esplendor.  Se sentó en una de las grandes rocas que allí había, relajándose por completo. En ocasiones le gustaría ser una persona normal, poder vivir en una casita en medio del bosque, cultivar y cazar su propia comida, beber de los manantiales… suspiró…. Pero era el heredero de Lunargenta, quisiera o no, y algún día, dentro de mucho, mucho tiempo, tendría que ocupar el papel de su padre. La idea le aterraba. Estaba contento con su vida, la gustaba ser paladín, luchar, defender a los más débiles, explorar… y sentía que todo aquello, algún día le sería arrebatado.








Había nadado un rato largo, y ahora el agua de la cascada caía, con fuerza moderada, sobre ella. Notaba el frescor de agua en su espalda, aliviando la tensión que le producía en la piel aquella fea cicatriz.  Se había lavado el pelo con un champú natural que había elaborado ella misma a base de flores, por lo que su pelo, limpio, olía a rosas y hojaplata.



Se había interesado por la alquimia hace tiempo, era experta tanto en pociones y elixires como en transmutaciones. Incluso había aprendido recetas prohibidas y a hacer sus propios cosméticos. En una ocasión había coincidido con Boetar, el gran alquimista, quedando este impresionado por su trabajo.



Casi siempre había sido la mejor en todo, excepto en dos cosas… Sacudió la cabeza para tratar de olvidarse de sus malos recuerdos y continuó nadando otro poco..









Entonces lo vio…  aquel montoncito de ropa en una de las piedras cercanas. Primero se fijó en la capa negra y la reluciente espada. Después sus ojos se posaron en una pequeña pieza de ropa, de color rosado… Unas braguitas! Sus mejillas se tornaron carmesí ante la simple idea de que allí, muy cerca de él, había una mujer, esperaba que joven, bañándose desnuda.








Sintió una presencia, pero no algo frío, como había percibido cuando la tropa de la plaga había atacado Lunargenta.  Aún así, estaba inquieta, desconfiaba de toda aquella persona que se le acercaba y más aún, de noche.



Entonces lo vio… era un elfo de sangre, parecía de unos 25 años, pelo oscuro, piel clara. Era alto y sus músculos parecían bien marcados. Llevaba una camisa blanca y unos pantalones de cuero negros. Estaba observando con atención su ropa…



La elfa inspiró hondo, tratando de coger el máximo de aire posible en sus pulmones, y se sumergió; nadando por debajo de la roca en la que él se encontraba. Sin hacer el menor ruido emergió y tomó la espada.










De pronto notó una presencia detrás de él, pero no le dio tiempo a girarse, enseguida notó el frío del metal en su cuello. Ella estaba cerca de él, mojada y desnuda… Aquel pensamiento le provocó una oleada de calor, pero mantuvo la calma.




- ¿Quién eres y qué haces espiándome? – dijo ella con frialdad


- En primer lugar, no te estaba espiando…- respondió con tranquilidad – Sólo estaba dando un paseo, llegué aquí y me encontré tu ropa. En segundo lugar, en cuanto sepas quien soy, si es que no lo sabes ya, tendrás problemas, por lo que no te convendría estar amenazándome. Y, en tercer lugar, deberías ponerte algo o no pegarte tanto a mí… tienes frío y noto tus pezones en mi espalda.. – terminó con una sonrisa triunfal





El último comentario hizo que su rabia aflorase… Apartó un poco su espada del cuello de él y, cuando el elfo creía estar a salvo, sintió un fuerte empujón y se encontró en el agua.

Cuando volvió a la superficie, ella llevaba puesta una capa negra con una amplia capucha.

Él, desde el agua, la miró sonriente, ella le miraba desafiante.




- No se quien eres… pero no me gusta que me espíen..


- ¿Otra vez? No te estaba espiando! Sólo pasaba por aquí! – se defendió – Espera un momento… ¿no sabes quien soy?


- No, ni me importa – dijo mientras recogía su ropa.




Él sujetó el tobillo de ella, haciendo que perdiese el equilibrio y cayese al agua, junto a él. Con la presión del agua al precipitarse hacia ella, su capucha se bajó, dejando al descubierto su rostro.. Popcorn la miró estupefacto. Era guapa, muy guapa! Tenía el pelo rubio claro y largo. Su piel era muy clarita, casi blanca, de modo que parecía de porcelana. En su tez, resaltaban sus labios, de un tono rojizo; se imaginó a si mismo besándolos, momento en el que sus mejillas comenzaron a mostrar cierto rubor. Su nariz era pequeña y fina, muy elegante. Y sus ojos… oh, sus ojos.. Los llevaba perfilados de negro, con lo que resaltaba aún más aquel color jade.

Sus ojos azules se perdieron en el verde infinito…








Estaba avergonzada, y furiosa, de que aquel elfo osase tirarla al agua y, lo peor, es que se sentía desprotegida al estar mostrando su rostro… Por otra parte… se fijó en su acompañante… Era apuesto.. Su piel tenía un color almendra, un poco bronceado, pero manteniéndose de un tono claro, y parecía suave. Estaba perfectamente afeitado.. se imaginó a sí misma acariciando su mejilla. Su pelo era castaño oscuro, lo llevaba corto y despeinado, lo que le daba un aspecto aún más interesante, sus patillas descendían un poco por sus mejillas. Sus labios eran finos, aunque dibujaban una pequeña sonrisa, bastante irresistible. Y sus ojos.. eran grandes y de un color azul oscuro; por un momento se perdió en ellos…









Y así se quedaron los dos, en el agua, mirándose, durante unos minutos. Hasta que él, consciente y de lo fría que estaba el agua, apoyó sus fuertes brazos en una de las rocas y se impulsó para subir, una vez arriba, le tendió su mano y tiró de ella.




- Soy Kareth, pero todos me conocen como Popcorn – se presentó.


- Nyn – dijo simplemente


- Es un placer, Nyn – le dedicó una cálida sonrisa




Ella retrocedió… entre aterrada y confusa, al notar un extraño sentimiento en su interior… Notaba un incómodo calor que le abrasaba las entrañas, y su cicatriz dolía. Lo miró de nuevo, y el dolor se hizo más fuerte; reprimió un grito de dolor y se agachó a recoger sus cosas lo más rápido que pudo. Él trató de detenerla, pero no pudo moverse, unas cadenas de hielo lo aferraban a su sitio… Sólo pudo apreciar como ella desaparecía en la oscuridad..

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