domingo, 22 de febrero de 2015

Capítulo 23. Otros oponentes



Curados y revitalizados, tomaron de nuevo posiciones. El aspecto de aquella puerta al subterráneo parecía sacado de una pesadilla. Se trataba de una estructura de piedra, cubierta de hiedra de color negro, cuyo frontón estaba adornado con dos gárgolas de dientes afilados. No estaba cerrada, por lo que podían apreciarse los primeros escalones que les conducirían a su destino.





Kureimo estaba nerviosa, sentía tantos deseos de reunirse con Dalanar y sus amigos que ni siquiera se había planteado la posibilidad de que algo malo les hubiese pasado. Pero para eso ya estaba Nyn… Miau la miró con desaprobación y agitó sus crines de un lado a otro en señal de negación. 




- Dejad que yo vaya delante – ofreció el druida




Milagrosamente, nadie objetó nada, por lo que el druida se puso en sigilo y comenzó a descender las escaleras, seguido a cierta distancia por los demás.

El pasillo era estrecho, de piedra, y olía a humedad; no ese olor a tierra mojada cuando llueve, sino un olor a agua estancada y a barro. Eso fue lo que sintió Miau en sus patas, esa desagradable sensación del barro frío y viscoso.



- Puag… barro.. – exclamó Miau – Nos será difícil pasar por aquí


- Un poco de barro no mata a nadie – dijo Lanza hundiendo sus huesos en él




Los demás, un poco menos osados, le imitaron, a excepción de Nyn, que se quedó atrás…




Inicio del flashback



Su ropa estaba completamente marrón, al igual que su pelo y su piel.. Tuvo que retirar el barro de sus ojos para poder mirar con odio a sus compañeros del orfanato, que se reían de ella..



Trataba de levantarse, pero caía una y otra vez en el barro, y consiguiendo no sólo que le doliese el trasero, si no avivar más las risas de aquellos crueles niños.



Todos la superaban en edad y en tamaño, prácticamente no se había defendido cuando la tomaron entre varios para soltarla en aquel enorme barrizal, siendo el centro de atención de todos los niños, que se reían sin parar. El eco de sus risas resonaba en su mente, mientras ella trataba de convertir todos aquellos sentimientos en una pelota y apretarla en sus manos, como le había enseñado aquel paladín tan amable que solía ir a verla; y así consiguió retener sus lágrimas..



Tuvo que pasar varios minutos en el barro, hasta que los niños se aburrieron de que la pequeña elfa, de tan sólo siete años, ya no tratase de levantarse y se limitase a quedarse sentada, cubierta de barro y tiritando. Cuando por fin se fueron todos, se arrastró por el barro y volvió al orfanato, donde una de las cuidadoras, furiosa, la obligó a bañarse en agua helada, como castigo.



Fin del flashback



Su rostro mostraba en sufrimiento de aquel cruel recuerdo, el cual Miau resintió en su mente. Conmovido, volvió sobre sus patas y se transformó en un colosal oso.




- Cada vez que resiento alguno de tus recuerdos se me parte el alma – susurró el druida. - ¿Cuántos años tenías?


- Siete... Dos años después de la muerte de mis padres – explicó – Vivía en un orfanato y todos me trataban así.. 


- ¿Por qué? – quiso saber 


- Mi herencia...


- ¿Tu herencia? – no comprendió


- Miau, mis padres eran personas muy importantes en Lunargenta y ricos… Y yo era una pobre niña rica huérfana... – tragó saliva – Supongo que era divertido ridiculizarme.


- Pobre criaturita – se compadeció - ¿Subes? – ofreció


- Miau… Gracias – acarició su cabeza





Una vez de vuelta en suelo seco, Elle se sentía mucho más cómoda. Su fachada de fortaleza estaba de nuevo en pie y sus ganas de pelear volvían a estar activas.



El pasillo continuaba recto, con una ligera descendencia del terreno. Todo parecía de roca, tanto las paredes como el suelo, percibidos con el tacto, ya que estaban totalmente a oscuras. El trayecto parecía interminable, hasta que una tenue luz les indicó el final del pasadizo. Ante ellos se abrió una amplia sala, iluminada por una enorme hoguera central. La danza del fuego proyectaba las sombras de los demonios en las paredes rocosas, alargándolas y distorsionándolas a medida que estos se movían. Al fondo de la estancia, se abría una gran puerta, custodiada por dos guardias viles.




-Parece que hemos llegado a la hora de la cena – apuntó Lanza.




A un lado, varios sátiros peleaban por pedazos de carne asada, incluyendo en su trifulca a todo aquel que estuviese en medio. En pocos minutos, lo que parecía una apacible fiesta, se había convertido en una maraña de cornadas, mordiscos y latigazos.




- Es nuestra oportunidad – dijo Nyn desenvainando su espada.





La elfa de sangre se dirigió al centro del conflicto, camuflándose entre las sombras y pegando estocadas a diestro y siniestro. Los sátiros no empezaron a ser conscientes del ataque hasta que sintieron las oleadas de fuego realizadas a distancia por Lanza y Dusht  , momento en el cual, se organizaron para repeler a sus invasores.



Una mezcla de escarcha y adrenalina palpitaba por todo su cuerpo, desde que llegaron a aquel lugar lo había sentido… Aquella fuerte presencia la atraía, era fría, oscura y apestaba a Exánime. Su mente se había cerrado en torno a la pelea; terminar con aquellos esbirros era sólo el primer plato… Un brillo helado se manifestó en sus ojos verdes… Tomó impulso y otro sátiro se convirtió en polvo a sus pies..


No estaba siendo consciente de nada, su cerebro sólo procesaba “pelear/matar” contra todo aquello que no fuesen sus amigos. Por eso no se percató del pequeño grupo que acababa de entrar en la estancia.




Su espada dorada chocó contra la espada de fuego de su adversario, produciéndole un extraño cosquilleo en las manos. Por sus formas, a Ithelis, no le costó mucho adivinar que se trataba de una mujer, y sus largas y estilizadas orejas, que asomaban a través de la capucha, que era una elfa de sangre. A diferencia de los que parecían estar con ella, la elfa no cesó en su ataque, ni tuvo reparos en enfrentarse a él.

No le supuso mucho trabajo detener su ataque, a fin de cuentas, estaba acostumbrado a parar golpes yendo delante de su grupo, ese era el trabajo de tanque.

Su oponente atacó de nuevo, con más violencia, logrando desestabilizar por un instante sus defensas. Lanzó martillo de justicia, pero nada sucedió, ni siquiera martillo del honrado logró su objetivo. Aquello le sorprendió…tanto como alarmó… ¿Alguien inmune a sagrado?
Su siguiente golpe estuvo muy cerca de herirle en la cabeza, de no ser porque la espada de Popcorn chocó contra la de ella





Una parte de él suspiró aliviada… había llegado en el momento preciso y salvado la vida de su amigo. Notaba la fuerza de su oponente para deshacer el cruce de espadas, cuando lo hubo conseguido, pegó un salto para atrás, tomando distancia.

Por el rabillo del ojo vio como Ighterion de ocupaba de comprobar que Ithelis estuviera bien. Su agudo oído de elfo percibía también la voz de Morgan, haciendo unas preguntas a un pequeño grupo desconocido. Estaba atento a todo, menos a lo que debía aunque, por suerte, sus reflejos reaccionaron con velocidad interceptando su ataque




“Paladines…”- pensó con fastidio..

Sonrió con malicia al saber que había roto las defensas de lo que parecía un tanque; había sido una lástima que otro de ellos hubiese parado su ataque… Por un instante, se asustó de sus propios pensamientos.. ¿Realmente hablaba de asesinato? No… negó en sus pensamientos.. sólo quería jugar, tal y como habían hecho con ella; romper sus henchidos egos al verse derrotados por alguien como ella..

Su estocada había sido detenida por la espada dorada de su nuevo rival, un paladín de elegante armadura áurea. Su rostro estaba totalmente cubierto por una cimera, a juego con el resto del atuendo, adornada con rubíes.

Alzó un poco su otra mano y una bola de energía dorada impactó de lleno contra el hombro del paladín, expulsándolo hacia atrás





Entonces.. pudo verla… Aquella capa ocultaba aquellos inconfundibles ojos verdes.. Era ella..

-    ¿Nyn?

Pero ella no le escuchaba… A riesgo de resultar herido, se despojó de su casco, dejando al descubierto su rostro


-          ¿Kareth? – una nota de dolor se quebró en su garganta…

-          Si, soy….

El dolor del golpe cortó sus palabras

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