Aún
aturdido por el golpe, Popcorn se levantó con rapidez, mirando con espanto al
imponente dragón de escamas negras que bramaba en dirección al grupo. Pero una
pequeña figura trataba de llamar su atención desde el otro lado; reconoció de
inmediato sus formas…
El
brillo de sus ojos era helado, al igual que lo que ella sentía, señal de la
corrupción ejercida por Agonía de Escarcha, una sensación que la atraía tanto
como hacía despertar en su corazón el más profundo odio.
Pero
había logrado captar su atención para que dejase en paz al grupo y que así
pudiesen escapar, recurriendo a técnicas prohibidas por ella misma, pero que
para todo el mundo conformaba una bella danza de brillos dorados. Como si fuese una bailarina, la elfa danzaba
de un lado a otro, girando sobre si misma, con sus manos recubiertas por un
cautivador brillo dorado que la envolvía y giraba en su cuerpo como un
hula-hop.
Quiso
repetirle a Kure que se marchase, pero el dragón se giró con brusquedad hacia
ellos, furioso por la oleada de bolas de fuego que acababa de recibir. El draco
se abalanzó sobre el brujo, que quedó atrapado entre sus fauces, retorciéndose
de dolor…
-
No….
– susurró Nyn
Kureimo
reaccionó rápido, desenvainando sus espadas y hundiendo una de ellas en la pata
derecha del dragón, que soltó a Dusht. Ighterion y Kredis retiraron el cuerpo del brujo lo más rápido
que les fue posible.
Mientras,
el dragón avanzó hacia la caballero de
la muerte, que si antes había demostrado su valía, ahora estaba paralizada de
miedo. Desde muy pequeña había tenido miedo a los dragones, aquellas enormes
lagartijas que un día se comería a todos los habitantes de Azeroth para llenar
sus enormes barrigas. Tenía a menudo pesadillas con aquellos reptiles gigantes,
soñaba que corría por un desierto de arenas rojizas, perseguida por un dragón
negro, muy similar al que ahora abría las fauces ante ella…
- Dalanar….
– murmuró justo antes de cerrar los ojos, en espera de su final
Pero
aquel final nunca llegó, tan sólo
escuchó murmullos de asombro… Kure abrió los párpados con temor y se encontró
una enorme cárcel de hielo con cadenas doradas, que impedía que el dragón
cerrase sus fauces sobre ella…
- Mar…..
cha..os… - dijo Nyn entre dientes
-Te
ayudaremos! – ofreció Miau
- N..o….
– apenas podía hablar, concentraba su maná en hacer perdurar la prisión de hielo..- Est..o.. es lo que soy.. y este es mi pro..pósito, juré ven..ganza y eso es lo que haré hoy y
cada día de mi vida. Pe…ro vuestras
vidas valen más que la mía, por eso qui..ero que os mar..cheis… ahora!
Morgan
dio un paso y colocó su mano en el hombro de Kureimo, transmitiéndole una
tranquilidad infinita..
-
Marchaos,
nosotros nos quedaremos con ella.
Chantarelle
calló, la idea le desagradaba, pero sabía que era la única oportunidad que
tenía de que saliesen de allí y, de hecho, funcionó, pues el grupo inició el
ascenso; no sin que antes Kureimo la mirase con expresión desesperada…
- Encuéntralo,
por favor… - susurró
Por
primera vez desde que habían entrado en aquel lugar, Chantarelle suspiró
aliviada, sabiendo que sus amigos estaban a salvo, pese a que a cada segundo se
encontraba más cansada, pues sujetar al gigantesco dragón con un hechizo que
aún no controlaba del todo, era un trabajo duro…. Notaba como gotitas de sudor
se amontonaban en su frente, convirtiéndose poco a poco en perlas de hielo.
Kareth
se aproximó a ella, colocando su mano sobre el brazo de la elfa, esta pudo
notar el calor que emanaba el cuerpo de él, un calor que no le molestaba, sino
que relajaba la escarcha de su interior….
-
Descansa
unos segundos y deja que nosotros nos encarguemos – susurró…
Ella
obedeció, deshaciendo el hechizo de
sujeción, la cárcel de hielo se fundió bajo el cuerpo del dragón y los
paladines entraron en acción. Durante unos instantes, la elfa, observó la
perfecta alineación y técnica de combate adoptada por los paladines. Ithelis cortaba cada llamarada de fuego oscuro con su escudo y frenaba cada ataque de
garras o fauces con su espada. Al mismo tiempo, Kredis, Haltenis, Popcorn y
Morgan golpeaban tanto como podían al dragón, complementando sus ataques para
lograr un mayor daño a su objetivo. Ighterion, que era el sanador del grupo,
imbuía con poder sagrado a sus compañeros para potenciar su daño y sanar cualquier
posible herida.
Por
un momento, se imaginó a sí misma con una armadura dorada… fuerte, imponente,
orgullosa… Pero aquello, por mucho que lo había intentado, no era su destino…
“Destino…”
– pensó – “¿Qué clase de pecado he cometido para recibir esta vida de castigo?”
Kureimo
cumplía con su parte del trato, guiando a sus compañeros hacia la salida, por
aquel estrecho pasadizo que los había hecho sumirse en las profundidades de la
tierra. Gracias al poder de sanación de Nyn, el grupo podía caminar por si
solo, pese a que aún se sentían débiles y hambrientos.
Pero
la caballero de la muerte sabía que su deber era sacarlos de allí de inmediato,
pues si los paladines y Nyn fallaban.. el dragón los perseguiría… Apremió a su
grupo, que subía tan rápido como sus miembros, entumecidos por causa de los
grilletes, les permitían. Miau y Nitro cargaban con el cuerpo, aún herido, del
brujo, tarea un tanto complicada, no por el peso, sino por la estrechez del pasadizo
y la voluptuosidad de los druidas.
Notaba
el sudor resbalando por su frente… su espada y su armadura comenzaban a ser un
estorbo ante tanto calor. Miró a Morgan, que jadeaba a su lado.
- No
vamos a poder aguantar mucho más así.. – suspiró este
- Lo
haremos
Entonces
vio como ella se levantaba de nuevo y clavaba sus ojos verdes en él. Popcorn
sonrió con cansancio al notar el aliviante frío de la mano de ella en su nuca y
una sensación cálida, que le devolvió sus fuerzas perdidas durante la batalla.
Morgan parecía experimentar la misma sensación, mirándole con asombro.
- Shadron…
- ¿Shadron?
¿La prole de Sartharion? – repitió Morgan
- Si…
Es él, sin duda
-
¿Qué
iba a hacer Shadron aquí? Nunca ha salido del Sagrario Obsidiana – dijo Popcorn
- Nunca,
hasta ahora… - lo miró - Señor paladín,
tiene usted que comprender que estábamos hablando de una cría, y los retoños
suelen crecer y convertirse en imponentes dragones.
-
Eso
es cierto – rió Ighterion
- Además
de eso, está corrompido por Agonía de Escarcha
- ¿Cómo
puedes saber tú eso? – preguntó Morgan
- Mirad
sus ojos…
Pero
antes de que pudiesen decir nada, ella ya se dirigía hacia el dragón,
asestándole un golpe certero en el abdomen. Shadron bramó, iracundo y se encaró
hacia la elfa.
- Tanque!!
– llamó
E Ithelis acudió sin dudarlo, parando la embestida con su escudo. Ella saltó
hacia atrás, colocándose al lado de Kareth y Morgan, los cuales, volvieron a la
lucha.
La
elfa se puso de rodillas, cubriendo sus largas orejas con las manos, creyendo
volverse loca. Lo que para los paladines sonaba como un tintineo, para ella
eran miles de susurros de las almas atrapadas en la espada que la hirió…
algunos la llamaban, otros la instaban a huir. Aplicó sobre si misma un escudo
protector y, junto a Kareth, continuó la lucha.
Shadron
escupía ahora fuego hacia todas partes, impactando contra las paredes, que
parecían emitir una especie de gemido achicharrado. Los paladines notaban el
intenso calor en sus armaduras de placas, el sudor de sus pieles hacían que la
fina ropa que llevaban bajo sus armaduras se les pegaban a la piel. Por parte
de Nyn, su fina ropa de tela se quemaba, de su capa apenas quedaban unos
jirones, que dejaban al descubierto parte de su rostro, su cabello y la ropa
que llevaba por debajo.
Morgan
esperaba con atención que su capucha terminase de arder, pues por fin vería a
la extraña elfa que les acompañaba. Pero, cuando esto sucedió, ella clavó sus
ojos verdes en los suyos, provocando en el paladín una sensación de melancolía
y tristeza. Ella se apresuró a retirar la mirada y atacar al dragón de nuevo,
que la envistió con una de las alas con furia. Cuando Kareth quiso ir a
ayudarla, una bocanada de fuego casi lo alcanza, de no ser por la intervención
de Ithelis y de Kredis, quienes tiraron de él hacia atrás.
De
nuevo el draco bramó y la cueva se estremeció ante el sórdido sonido, provocando
el desprendimiento de las piedras que formaban la caverna, que comenzaron a
caer precipitándose sobre el dragón mismo y los elfos. En pocos segundos, la
estancia estaba llena de rocas de todos los tamaños. Nyn aprovechó la confusión
para hundir a Mi Último Suspiro en el pecho de Shadron, logrando así perforar
su órgano vital. Los paladines la miraron complacidos hasta que, en la agonía
del draco, su último movimiento provocase un mayor desprendimiento, que separó
a los paladines de la elfa...
Kareth
quiso correr hacia ella, que lo miraba, por primera vez, con una expresión de
terror en el rostro.
- No
me dejes morir… - susurró casi inaudible
Pero
el camino que los unía se cerró para siempre, sepultando a la elfa bajo una
marea rocosa… El príncipe de Lunargenta cayó al suelo de rodillas, gritando el
nombre de ella, sin ser consciente de cómo sus compañeros lo levantaban para
sacarlo de allí…
- Que los dieses te acojan en Qu’eleternum -
susurró Morgan
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