martes, 24 de febrero de 2015

Capítulo 26. Azufre



Aún aturdido por el golpe, Popcorn se levantó con rapidez, mirando con espanto al imponente dragón de escamas negras que bramaba en dirección al grupo. Pero una pequeña figura trataba de llamar su atención desde el otro lado; reconoció de inmediato sus formas…

- Nyn… era de esperar.. – sonrió con resignación


El brillo de sus ojos era helado, al igual que lo que ella sentía, señal de la corrupción ejercida por Agonía de Escarcha, una sensación que la atraía tanto como hacía despertar en su corazón el más profundo odio.

Pero había logrado captar su atención para que dejase en paz al grupo y que así pudiesen escapar, recurriendo a técnicas prohibidas por ella misma, pero que para todo el mundo conformaba una bella danza de brillos dorados.  Como si fuese una bailarina, la elfa danzaba de un lado a otro, girando sobre si misma, con sus manos recubiertas por un cautivador brillo dorado que la envolvía y giraba en su cuerpo como un hula-hop.

Quiso repetirle a Kure que se marchase, pero el dragón se giró con brusquedad hacia ellos, furioso por la oleada de bolas de fuego que acababa de recibir. El draco se abalanzó sobre el brujo, que quedó atrapado entre sus fauces, retorciéndose de dolor…

-  No…. – susurró Nyn



Kureimo reaccionó rápido, desenvainando sus espadas y hundiendo una de ellas en la pata derecha del dragón, que soltó a Dusht. Ighterion y Kredis retiraron el cuerpo del brujo lo más rápido que les fue posible.

Mientras, el  dragón avanzó hacia la caballero de la muerte, que si antes había demostrado su valía, ahora estaba paralizada de miedo. Desde muy pequeña había tenido miedo a los dragones, aquellas enormes lagartijas que un día se comería a todos los habitantes de Azeroth para llenar sus enormes barrigas. Tenía a menudo pesadillas con aquellos reptiles gigantes, soñaba que corría por un desierto de arenas rojizas, perseguida por un dragón negro, muy similar al que ahora abría las fauces ante ella…

- Dalanar…. – murmuró justo antes de cerrar los ojos, en espera de su final

Pero aquel final nunca llegó,  tan sólo escuchó murmullos de asombro… Kure abrió los párpados con temor y se encontró una enorme cárcel de hielo con cadenas doradas, que impedía que el dragón cerrase sus fauces sobre ella…

- Mar….. cha..os… - dijo Nyn entre dientes

-Te ayudaremos! – ofreció Miau

- N..o…. – apenas podía hablar, concentraba su maná en hacer perdurar la prisión de hielo..-  Est..o.. es lo que soy.. y este es mi pro..pósito,  juré ven..ganza y eso es lo que haré hoy y cada día de mi vida.  Pe…ro vuestras vidas valen más que la mía, por eso qui..ero que os mar..cheis… ahora! 


Morgan dio un paso y colocó su mano en el hombro de Kureimo, transmitiéndole una tranquilidad infinita..

-  Marchaos, nosotros nos quedaremos con ella.

Chantarelle calló, la idea le desagradaba, pero sabía que era la única oportunidad que tenía de que saliesen de allí y, de hecho, funcionó, pues el grupo inició el ascenso; no sin que antes Kureimo la mirase con expresión desesperada…

-  Encuéntralo, por favor… - susurró


Por primera vez desde que habían entrado en aquel lugar, Chantarelle suspiró aliviada, sabiendo que sus amigos estaban a salvo, pese a que a cada segundo se encontraba más cansada, pues sujetar al gigantesco dragón con un hechizo que aún no controlaba del todo, era un trabajo duro…. Notaba como gotitas de sudor se amontonaban en su frente, convirtiéndose poco a poco en perlas de hielo.

Kareth se aproximó a ella, colocando su mano sobre el brazo de la elfa, esta pudo notar el calor que emanaba el cuerpo de él, un calor que no le molestaba, sino que relajaba la escarcha de su interior….

- Descansa unos segundos y deja que nosotros nos encarguemos – susurró…


Ella obedeció,  deshaciendo el hechizo de sujeción, la cárcel de hielo se fundió bajo el cuerpo del dragón y los paladines entraron en acción. Durante unos instantes, la elfa, observó la perfecta alineación y técnica de combate adoptada por los paladines. Ithelis cortaba cada llamarada de fuego oscuro con su escudo y frenaba cada ataque de garras o fauces con su espada. Al mismo tiempo, Kredis, Haltenis, Popcorn y Morgan golpeaban tanto como podían al dragón, complementando sus ataques para lograr un mayor daño a su objetivo. Ighterion, que era el sanador del grupo, imbuía con poder sagrado a sus compañeros para potenciar su daño y sanar cualquier posible herida.

Por un momento, se imaginó a sí misma con una armadura dorada… fuerte, imponente, orgullosa… Pero aquello, por mucho que lo había intentado, no era su destino…

“Destino…” – pensó – “¿Qué clase de pecado he cometido para recibir esta vida de castigo?”

Hasta ahora había aguantado de pie, pero en aquel momento se dejó caer, cansada… necesitaba recuperar maná… Cerró los ojos y pensó en su padre y  su madre, habían pasado muchos años de su muerte y el recuerdo de sus rostros cada día se hacía más tenue… Miró a Kareth… y algo en él… le recordó a su padre…







Kureimo cumplía con su parte del trato, guiando a sus compañeros hacia la salida, por aquel estrecho pasadizo que los había hecho sumirse en las profundidades de la tierra. Gracias al poder de sanación de Nyn, el grupo podía caminar por si solo, pese a que aún se sentían débiles y hambrientos.

Pero la caballero de la muerte sabía que su deber era sacarlos de allí de inmediato, pues si los paladines y Nyn fallaban.. el dragón los perseguiría… Apremió a su grupo, que subía tan rápido como sus miembros, entumecidos por causa de los grilletes, les permitían. Miau y Nitro cargaban con el cuerpo, aún herido, del brujo, tarea un tanto complicada, no por el peso, sino por la estrechez del pasadizo y la voluptuosidad de los druidas.

Por fin, el pasadizo dejó entrever la luz de la luna… y el escuadrón respiró por fin aire puro






Notaba el sudor resbalando por su frente… su espada y su armadura comenzaban a ser un estorbo ante tanto calor. Miró a Morgan, que jadeaba a su lado.

- No vamos a poder aguantar mucho más así.. – suspiró este

- Lo haremos


Entonces vio como ella se levantaba de nuevo y clavaba sus ojos verdes en él. Popcorn sonrió con cansancio al notar el aliviante frío de la mano de ella en su nuca y una sensación cálida, que le devolvió sus fuerzas perdidas durante la batalla. Morgan parecía experimentar la misma sensación, mirándole con asombro.



-   Shadron…


-   ¿Shadron? ¿La prole de Sartharion? – repitió Morgan

- Si… Es él, sin duda


-  ¿Qué iba a hacer Shadron aquí? Nunca ha salido del Sagrario Obsidiana – dijo Popcorn

- Nunca, hasta ahora… - lo miró -  Señor paladín, tiene usted que comprender que estábamos hablando de una cría, y los retoños suelen crecer y convertirse en imponentes dragones. 


-  Eso es cierto – rió Ighterion


-  Además de eso, está corrompido por Agonía de Escarcha


-  ¿Cómo puedes saber tú eso? – preguntó Morgan

-  Mirad sus ojos…


Pero antes de que pudiesen decir nada, ella ya se dirigía hacia el dragón, asestándole un golpe certero en el abdomen. Shadron bramó, iracundo y se encaró hacia la elfa.

- Tanque!! – llamó

E Ithelis acudió sin dudarlo, parando la embestida con su escudo. Ella saltó hacia atrás, colocándose al lado de Kareth y Morgan, los cuales, volvieron a la lucha.

Nyn se unió a la técnica de ataque de los paladines, haciendo la rotación junto a él. Cada golpe de su mandoble, equivalía a una estocada y un ataque mágico de ella, lo que confería gravedad a las heridas recibidas por el dragón. Pero, cuando Shadron parecía estar a punto de caer, se escuchó un tintineo helado y el dragón triplicó su tamaño



La elfa se puso de rodillas, cubriendo sus largas orejas con las manos, creyendo volverse loca. Lo que para los paladines sonaba como un tintineo, para ella eran miles de susurros de las almas atrapadas en la espada que la hirió… algunos la llamaban, otros la instaban a huir. Aplicó sobre si misma un escudo protector y, junto a Kareth, continuó la lucha.

Shadron escupía ahora fuego hacia todas partes, impactando contra las paredes, que parecían emitir una especie de gemido achicharrado. Los paladines notaban el intenso calor en sus armaduras de placas, el sudor de sus pieles hacían que la fina ropa que llevaban bajo sus armaduras se les pegaban a la piel. Por parte de Nyn, su fina ropa de tela se quemaba, de su capa apenas quedaban unos jirones, que dejaban al descubierto parte de su rostro, su cabello y la ropa que llevaba por debajo.

Morgan esperaba con atención que su capucha terminase de arder, pues por fin vería a la extraña elfa que les acompañaba. Pero, cuando esto sucedió, ella clavó sus ojos verdes en los suyos, provocando en el paladín una sensación de melancolía y tristeza. Ella se apresuró a retirar la mirada y atacar al dragón de nuevo, que la envistió con una de las alas con furia. Cuando Kareth quiso ir a ayudarla, una bocanada de fuego casi lo alcanza, de no ser por la intervención de Ithelis y de Kredis, quienes tiraron de él hacia atrás.

De nuevo el draco bramó y la cueva se estremeció ante el sórdido sonido, provocando el desprendimiento de las piedras que formaban la caverna, que comenzaron a caer precipitándose sobre el dragón mismo y los elfos. En pocos segundos, la estancia estaba llena de rocas de todos los tamaños. Nyn aprovechó la confusión para hundir a Mi Último Suspiro en el pecho de Shadron, logrando así perforar su órgano vital. Los paladines la miraron complacidos hasta que, en la agonía del draco, su último movimiento provocase un mayor desprendimiento, que separó a los paladines de la elfa...

Kareth quiso correr hacia ella, que lo miraba, por primera vez, con una expresión de terror en el rostro.

-   No me dejes morir… - susurró casi inaudible


Pero el camino que los unía se cerró para siempre, sepultando a la elfa bajo una marea rocosa… El príncipe de Lunargenta cayó al suelo de rodillas, gritando el nombre de ella, sin ser consciente de cómo sus compañeros lo levantaban para sacarlo de allí…


- Que los dieses te acojan en Qu’eleternum  - susurró Morgan
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario