lunes, 16 de febrero de 2015

Capítulo 20. El murmullo del agua



Tras varios duros días de reuniones, planos de guerra, adulaciones… Popcorn se sentía agotado… En aquel momento comprendía perfectamente por qué su padre era tan reacio a las relaciones con las demás razas de la horda. Mientras que los elfos eran pacíficos, los orcos parecían unas auténticas máquinas de hacer guerra. En los pocos días que llevaba allí, había visto propuestas de guerra contra cada una de las ciudades de la alianza, contra varios grupos de renegados y, como no, contra el Rey Exánime, pero contra este último no parecían ponerse de acuerdo.



Por otra parte, los trolls, que habiendo sido destruida su isla se habían afincado en Orgrimmar; no tenían nada que ver con sus vecinos. A los trolls no les faltaban conocimientos en el arte de la guerra, pero sólo peleaban cuando no quedaba otro remedio. Los trolls eran mundialmente conocidos por sus habilidades como chamanes, muy cotizados en cualquier guerra o conflicto.


Popcorn vio el atardecer desde la ventana, estaba absorto, pero prestó atención cuando Thrall dijo que se terminaba la sesión. Se levantó cuando lo hizo el resto y se despidió cordialmente del jefe de guerra, saliendo con tranquilidad hacia su improvisado hogar en la ciudad roja.


La vida en casa de Miau era tranquila, era un hogar un poco pequeño para los cuatro, pero no le molestaba compartir cama con Kureimo. En el zepelín había dormido con Dusht  , y el calor del cuerpo de él la había hecho sentirse incómoda, a pesar de que cada uno dormía en una esquina. Pero dormir con la caballero de la muerte no le molestaba, ciertamente, Chantarelle estaba casi tan fría como ella.


Habían hablado mucho en los últimos días, Kureimo le había contado todo acerca su expedición. Era un grupo de veinte personas, entre las que estaban Dalanar y ella, estaban en Frondavil, inspeccionando sucesos extraños que habían llegado al oído de Thrall.  Nitroshima, un valiente druida, lideraba aquella expedición. Kureimo sólo recordaba una niebla verdosa y después el ataque. Ante la impotencia de ser superados en número, Dalanar le había aplicado un potente escudo e instado a escapar a pedir ayuda, les contó que ella no quería, pero que su prometido había insistido, poniéndola a salvo. Huyendo por Vallefresno, se había topado con Miau, y ahí estaba.



Cuando le tocó explicarse a Elle, lo resumió lo máximo que pudo, aunque a ellos no les mostró su espantosa cicatriz. Miau, como empático, percibió cada nota de dolor en su alma. Pero, por suerte, conocer lo que le acontecía, podría ayudarle a preparar un elixir de fuego, que aplacaría la escarcha cuando fuese preciso, aunque, no era dicho que funcionase al cien por cien, pese a todo, se puso a trabajar en ello.




Ya era de noche cuando salió de la cabaña, necesitaba estar sola un rato. Había vivido casi toda su vida sola o, como mucho, con una persona, su hermana pequeña. Suspiró, recordando a la dulce Ibi, ¿Estaría bien? ¿Sería ya la maga más poderosa de Azeroth?. Sonrió al acordarse de ella, esperando que no le faltase de nada en la escuela de magia de Dalaran.


Invocó su corcel celestial y galopó veloz hacia Vallefresno, había leído tiempo atrás que allí había una antigua ciudad élfica en la que quedaban resquicios de una poza de agua mágica. Pensó que sería un buen lugar para reposar un poco y relajarse.


No tardó mucho en llegar, el lugar tenía una belleza inenarrable… A pesar de estar todo en ruinas, el agua presentaba un destello azulado proporcionado por la luz de la luna. Pequeñas vermis de maná nadaban en ella, ajenos a su presencia. Le reconfortaba ser anónima en aquel lugar, vivir con un empático le estaba resultando muy duro. Por otra parte echaba de menos todo… su calor, su casa en Lunargenta, el sentirse bien consigo misma..


Se quitó su larga capa negra y la depositó en una piedra, y se miró en el agua, casi no se reconocía… Seguía teniendo un cuerpo esbelto, pero su piel era cada vez más clara, su pelo estaba mucho más largo de lo habitual, y cuando antaño había sido liso, ahora se le ondulaba ligeramente. Llevaba un vestido ligero de color azulado, notando el frescor de la noche en su piel..


Desvió la vista de su reflejo a sus manos y, cuando volvió a mirar el agua, descubrió un rostro detrás de ella… Se giró alterada…


- Oh… volvemos a vernos… - dijo una voz masculina




Ante ella estaba aquel elfo, el que la había sorprendido bañándose desnuda en Trabalomas. Estaba todavía más apuesto que la otra vez, su pelo también había crecido un poco, iba vestido de negro, con una camisa y unos pantalones de lino.






No se esperaba encontrársela allí, ya había desechado todas las esperanzas que tenía de volver a verla y ahora… ahí estaba. Parecía tener la misma pasión que él por la belleza de la naturaleza nocturna, cosa que le alegró..


La miró.. Estaba realmente preciosa… Aquel ligero vestido azul claro marcaba su silueta. Pero lo que a él más le impresionaban eran aquellos ojos verdes.. Quería saber más de ella.. lo necesitaba..



- Por lo menos esta vez estás vestida – quiso romper el hielo.

- ¿Te crees gracioso? – dijo algo avergonzada

- No lo se, dímelo tú… - se acercó a ella, fundiéndose en sus ojos de nuevo..





Se sentía extrañamente atraída por aquel elfo… le causaba..curiosidad..


- Kareth, ¿verdad? – el asintió

- Nyn, creo recordar  - ella asintió –  Ha sido una verdadera sorpresa encontrarte aquí, no esperaba volver a verte.


- ¿Acaso lo querías?


- Sí – respondió simplemente

- ¿Por qué? – preguntó ella en un susurro

- No siempre te encuentras a una atractiva joven bañándose desnuda en una espectacular cascada..- dijo divertido

- Pervertido.. – rió ella




Se sintió cautivado por su sonrisa… sonriendo él también..



- ¿Qué te pasa? – preguntó intrigada

- Me gusta cuando sonríes- quiso resultar seductor

- Esta conversación no tiene sentido… He de irme.. – dijo de pronto

- Espera… - la sujetó por el brazo 




Tiró un poco de ella para atraerla hacia sí…  pero ella tropezó y cayó contra su pecho 





 
Una parte de su cuerpo no podía moverse, a pesar de que su razón la instaba a huir rápido de allí…  Notaba el frío de la escarcha de su cicatriz más intenso que de costumbre, pero no le molestaba el intenso calor de la piel de él…



- Lo siento, no pretendía hacerte caer.. Sólo que te quedases un poco más…- dijo con dulzura

- ¿Por qué? – su voz resultó tremendamente inocente

- Porque me gusta tu presencia..

- No debería.. no soy una buena persona – dijo sin pensar

- Entonces, ¿cómo es que me encuentro a gusto?

- No lo sé… quizás eres un loco temerario..



Aquello le hizo reír, era algo que Morgan siempre le decía, que tendría que sentar un poco la cabeza y dejar de comportarse como un loco temerario. Pero ahora no quería pensar en Morgan, se enfadaría, sin duda, cuando descubriese que no estaba en su cama. En aquel momento sólo podía pensar en ella.


Se hizo el silencio un breve instante… la tensión se notaba en el ambiente… Era obvio que se sentían atraídos el uno por el otro… aunque ella no estaba dispuesta a reconocerlo.


Popcorn trataba de pensar con frialdad, ¿qué estaba haciendo? Se estaba comportando como un maldito adolescente cuya bragueta ocupaba más que su cerebro… No era la primera mujer que veía en su vida pero, ¿por qué se estaba comportando así?


Ella estaba a su lado, admirando la belleza de aquello que les rodeaba… No pudo reprimir más sus instintos… Tiró de nuevo de su ligero cuerpo hasta que chocó contra el suyo… Sus miradas se fundieron de nuevo en una sola…. Su corazón latía a mil por hora, y, a pesar del frío que emanaba el cuerpo de ella, sentía también su corazón latir con fuerza..


Y entonces… sus labios se encontraron con los de ella…

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