Tras
varios duros días de reuniones, planos de guerra, adulaciones… Popcorn se
sentía agotado… En aquel momento comprendía perfectamente por qué su padre era
tan reacio a las relaciones con las demás razas de la horda. Mientras que los
elfos eran pacíficos, los orcos parecían unas auténticas máquinas de hacer guerra.
En los pocos días que llevaba allí, había visto propuestas de guerra contra
cada una de las ciudades de la alianza, contra varios grupos de renegados y,
como no, contra el Rey Exánime, pero contra este último no parecían ponerse de
acuerdo.
Por
otra parte, los trolls, que habiendo sido destruida su isla se habían afincado
en Orgrimmar; no tenían nada que ver con sus vecinos. A los trolls no les
faltaban conocimientos en el arte de la guerra, pero sólo peleaban cuando no
quedaba otro remedio. Los trolls eran mundialmente conocidos por sus
habilidades como chamanes, muy cotizados en cualquier guerra o conflicto.
Popcorn
vio el atardecer desde la ventana, estaba absorto, pero prestó atención cuando
Thrall dijo que se terminaba la sesión. Se levantó cuando lo hizo el resto y se
despidió cordialmente del jefe de guerra, saliendo con tranquilidad hacia su
improvisado hogar en la ciudad roja.
La
vida en casa de Miau era tranquila, era un hogar un poco pequeño para los
cuatro, pero no le molestaba compartir cama con Kureimo. En el zepelín había
dormido con Dusht , y el calor del
cuerpo de él la había hecho sentirse incómoda, a pesar de que cada uno dormía
en una esquina. Pero dormir con la caballero de la muerte no le molestaba,
ciertamente, Chantarelle estaba casi tan fría como ella.
Habían
hablado mucho en los últimos días, Kureimo le había contado todo acerca su
expedición. Era un grupo de veinte personas, entre las que estaban Dalanar y
ella, estaban en Frondavil, inspeccionando sucesos extraños que habían llegado
al oído de Thrall. Nitroshima, un
valiente druida, lideraba aquella expedición. Kureimo sólo recordaba una niebla
verdosa y después el ataque. Ante la impotencia de ser superados en número,
Dalanar le había aplicado un potente escudo e instado a escapar a pedir ayuda,
les contó que ella no quería, pero que su prometido había insistido, poniéndola
a salvo. Huyendo por Vallefresno, se había topado con Miau, y ahí estaba.
Cuando
le tocó explicarse a Elle, lo resumió lo máximo que pudo, aunque a ellos no les
mostró su espantosa cicatriz. Miau, como empático, percibió cada nota de dolor
en su alma. Pero, por suerte, conocer lo que le acontecía, podría ayudarle a
preparar un elixir de fuego, que aplacaría la escarcha cuando fuese preciso,
aunque, no era dicho que funcionase al cien por cien, pese a todo, se puso a
trabajar en ello.
Ya
era de noche cuando salió de la cabaña, necesitaba estar sola un rato. Había
vivido casi toda su vida sola o, como mucho, con una persona, su hermana
pequeña. Suspiró, recordando a la dulce Ibi, ¿Estaría bien? ¿Sería ya la maga
más poderosa de Azeroth?. Sonrió al acordarse de ella, esperando que no le
faltase de nada en la escuela de magia de Dalaran.
Invocó
su corcel celestial y galopó veloz hacia Vallefresno, había leído tiempo atrás
que allí había una antigua ciudad élfica en la que quedaban resquicios de una
poza de agua mágica. Pensó que sería un buen lugar para reposar un poco y
relajarse.
No
tardó mucho en llegar, el lugar tenía una belleza inenarrable… A pesar de estar
todo en ruinas, el agua presentaba un destello azulado proporcionado por la luz
de la luna. Pequeñas vermis de maná nadaban en ella, ajenos a su presencia. Le
reconfortaba ser anónima en aquel lugar, vivir con un empático le estaba
resultando muy duro. Por otra parte echaba de menos todo… su calor, su casa en
Lunargenta, el sentirse bien consigo misma..
Se
quitó su larga capa negra y la depositó en una piedra, y se miró en el agua,
casi no se reconocía… Seguía teniendo un cuerpo esbelto, pero su piel era cada
vez más clara, su pelo estaba mucho más largo de lo habitual, y cuando antaño
había sido liso, ahora se le ondulaba ligeramente. Llevaba un vestido ligero de
color azulado, notando el frescor de la noche en su piel..
Desvió
la vista de su reflejo a sus manos y, cuando volvió a mirar el agua, descubrió
un rostro detrás de ella… Se giró alterada…
-
Oh… volvemos a vernos… - dijo una voz masculina
Ante
ella estaba aquel elfo, el que la había sorprendido bañándose desnuda en
Trabalomas. Estaba todavía más apuesto que la otra vez, su pelo también había
crecido un poco, iba vestido de negro, con una camisa y unos pantalones de
lino.
No
se esperaba encontrársela allí, ya había desechado todas las esperanzas que
tenía de volver a verla y ahora… ahí estaba. Parecía tener la misma pasión que
él por la belleza de la naturaleza nocturna, cosa que le alegró..
La
miró.. Estaba realmente preciosa… Aquel ligero vestido azul claro marcaba su
silueta. Pero lo que a él más le impresionaban eran aquellos ojos verdes..
Quería saber más de ella.. lo necesitaba..
-
Por lo menos esta vez estás vestida – quiso romper el hielo.
-
¿Te crees gracioso? – dijo algo avergonzada
-
No lo se, dímelo tú… - se acercó a ella, fundiéndose en sus ojos de nuevo..
Se
sentía extrañamente atraída por aquel elfo… le causaba..curiosidad..
-
Kareth, ¿verdad? – el asintió
-
Nyn, creo recordar - ella asintió – Ha sido una verdadera sorpresa encontrarte
aquí, no esperaba volver a verte.
-
¿Acaso lo querías?
-
Sí – respondió simplemente
-
¿Por qué? – preguntó ella en un susurro
-
No siempre te encuentras a una atractiva joven bañándose desnuda en una
espectacular cascada..- dijo divertido
-
Pervertido.. – rió ella
Se
sintió cautivado por su sonrisa… sonriendo él también..
-
¿Qué te pasa? – preguntó intrigada
-
Me gusta cuando sonríes- quiso resultar seductor
-
Esta conversación no tiene sentido… He de irme.. – dijo de pronto
-
Espera… - la sujetó por el brazo
Tiró un poco de ella para atraerla hacia sí… pero ella tropezó y cayó contra su pecho
Una
parte de su cuerpo no podía moverse, a pesar de que su razón la instaba a huir
rápido de allí… Notaba el frío de la
escarcha de su cicatriz más intenso que de costumbre, pero no le molestaba el
intenso calor de la piel de él…
-
Lo siento, no pretendía hacerte caer.. Sólo que te quedases un poco más…- dijo
con dulzura
-
¿Por qué? – su voz resultó tremendamente inocente
-
Porque me gusta tu presencia..
-
No debería.. no soy una buena persona – dijo sin pensar
-
Entonces, ¿cómo es que me encuentro a gusto?
-
No lo sé… quizás eres un loco temerario..
Aquello
le hizo reír, era algo que Morgan siempre le decía, que tendría que sentar un
poco la cabeza y dejar de comportarse como un loco temerario. Pero ahora no
quería pensar en Morgan, se enfadaría, sin duda, cuando descubriese que no
estaba en su cama. En aquel momento sólo podía pensar en ella.
Se
hizo el silencio un breve instante… la tensión se notaba en el ambiente… Era
obvio que se sentían atraídos el uno por el otro… aunque ella no estaba
dispuesta a reconocerlo.
Popcorn
trataba de pensar con frialdad, ¿qué estaba haciendo? Se estaba comportando
como un maldito adolescente cuya bragueta ocupaba más que su cerebro… No era la
primera mujer que veía en su vida pero, ¿por qué se estaba comportando así?
Ella
estaba a su lado, admirando la belleza de aquello que les rodeaba… No pudo
reprimir más sus instintos… Tiró de nuevo de su ligero cuerpo hasta que chocó
contra el suyo… Sus miradas se fundieron de nuevo en una sola…. Su corazón
latía a mil por hora, y, a pesar del frío que emanaba el cuerpo de ella, sentía
también su corazón latir con fuerza..
Y
entonces… sus labios se encontraron con los de ella…
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