La
elfa lo siguió hasta una taberna, un local antiguo y cuya apariencia exterior
no proporcionaba deseo alguno de entrar; sin embargo, el interior era acogedor.
Se encontraban en Rémol, un pequeño asentamiento de no-muertos cercano a
Entrañas, pero en la taberna, el gran bullicio estaba compuesto por toda clase
de seres. Un grupo de no-muertos jugaban animadamente a las cartas en una mesa
redonda, más allá, había dos orcos sentados en la barra que bebían cerveza con
cierta ansiedad, uno de ellos parecía lamentarse y el otro lo consolaba. En la mesa junto a la puerta, tres goblin
discutían sobre unos planos de una nueva máquina.
Dusht la cogió de la mano y tiró de ella hasta una
mesa un poco apartada, situada casi debajo de la escalera que daba al piso
superior. Pero, antes de poder llegar a ella, una figura se cruzó en su camino.
-
Vaya.. vaya… Si el poderosísimo Dusht vuelve
a Rémol… - dijo una voz burlona
-
Oh… Slashere.. – dijo sin demasiado entusiasmo
-
Gran General Slashere – se presentó con altanería
-
Lo que tu digas..- se hizo a un lado y siguió tirando de Chantarelle
-
Eh.. ¿Dónde han quedado tus modales? -
mostró una sonrisa burlona – Tienes el honor de hablar conmigo y pasas de mí,
eso no está bien.
-
Slash, estoy ocupado… y acompañado – una idea maliciosa se formó en su mente –
Sígueme el juego – le susuró a Elle
Pasó
su brazo alrededor de la cintura de ella, el calor del cuerpo de él la
sobrecogió y comenzó a sentirse incómoda, muy incómoda, pero aguantó.
-
Verás, Gran General Slashere, mientras tu estás por esta simple taberna
pavoneándote de tu rango, a mi me gustaría cenar con esta atractiva señorita,
la cual podría dar mil vueltas a cualquiera de tus hechizos con solo levantar
un dedo. De hecho, hasta yo mismo, del que tanto te burlas, podría hacerlo. – Dusht parecía muy decidido a hacerle frente.
-
Ja, eso me gustaría verlo – miró a la extraña acompañante de reojo
-
Será otro día, tenemos hambre y ya estamos llenos de tu presencia – una sonrisa
triunfal se dibujó en su rostro – Hasta luego.
Por
suerte, el elfo ya la volvía a sujetar por la mano. Tomaron asiento y pidieron
algo de comer, la verdad es que estaba hambrienta..
-
Siento todo este espectáculo.. – dijo cabizbajo
-
¿Antiguas rivalidades?
-
Si… - suspiró – Slashere y yo comenzamos en la academia de brujos al mismo
tiempo, sólo que a él todo le ha ido mejor.. Siempre fue el más listo, el más
guapo, el más poderoso… y ahora hasta tiene un rango.. – resopló, fastidiado
-
Un rango no lo es todo, no son más que palabras adornando un nombre, hasta un
nombre es un mero adorno.. Lo importante es lo que hay en el interior de la
persona.
-
Sabias palabras.. hmm… - se quedó pensativo un instante – No me has dicho tu
nombre – dijo casi un susurro
Sus
ojos se tropezaron de nuevo. Una parte de ella quiso mentir, utilizar el nombre
de su madre una vez más pero, por otro lado, la culpabilidad y un frío
sentimiento hicieron que no fuese capaz de hacerlo..
-
Chantarelle… - susurró
-
Espera… ese nombre…
-
No trates de recordar donde lo has oído… por favor.. – imploró – Llámame
simplemente Elle, o Nyn, no quiero que nadie sepa como me llamo- sus palabras
resonaron amargas
Dusht comprendió al instante, él tampoco había
tenido una infancia fácil. Sus padres habían desaparecido cuando él tenía diez
años, y su vieja abuela se había hecho cargo de él. Sus notas en la academia de
brujos habían empeorado considerablemente y el muchacho de había vuelto huraño,
cuando antes era un jovencito dicharachero y encantador.
Cenaron
en silencio. La comida estaba exquisita, carne asada de zancudo, adobado con
zanahorias y champiñones fantasma, para beber hidromiel y de postre tarta de
arándanos.
-
Elle, ¿qué es lo que pasó antes en el bosque? – preguntó con cierto temor
-
No estoy segura, Dusht .. – suspiró
hondo – Alquila una habitación para esta noche, te lo mostraré..
El
brujo abrió mucho los ojos..¿Alquilar una habitación? ¿En qué clase de
perversión estaba pensando aquella elfa?
Se imaginó a si mismo desnudándola y acariciando su piel, seguro que era
suave… muy suave… Se puso tan rojo como la toga que vestía la tabernera y trató
de calmarse antes de regresar junto a Elle con la llave. Se la entregó y la
siguió escaleras arriba en silencio, cerrando la puerta a su espalda una vez en
sus aposentos.
La
habitación era escueta, una cama grande, una mesa con una silla y un pequeño
cuarto de baño con una ducha, un lavabo con espejo y un retrete. Chantarelle se
quitó la capa y la depositó en la silla. Dusht
permaneció de pie, contra la puerta, sin poder apartar sus ojos de ella,
tratando de calmar los latidos de su corazón.
-
Lo que te voy a contar..- suspiró – No me resulta sencillo hablar de ello, de
hecho serás la única persona que lo sabrá, la única persona a la que siento que
se lo puedo contar… y espero que no huyas…
Ella
suspiró hondo, dándole la espalda, mientras desabrochaba la lazada que sujetaba
su toga en la parte delantera, dejándola caer a continuación.. En aquel momento
su casi completa desnudez quedó a la vista, pero la mirada de Dusht se posó en aquella cicatriz, nuevamente
cubierta de escarcha…
De
nuevo otra negativa…
Miauu
suspiró con fastidio y miró a su amiga, Kureimo, parecía estar conteniendo
las lágrimas…
Salieron
de aquel edificio y tomaron la Calle Mayor
de vuelta a casa. Cuando llegaron, Kure se tumbó en la cama y lloró
desconsoladamente. Miau moría de tristeza por verla así y se sentía impotente,
viendo como su amiga se consumía día a día, sin que él pudiese hacer nada..
Transformado
en gatito, como solía estar, caminó en silencio y se sentó a un lado de la
cama. La elfa buscó su contacto y se abrazó a él. El druida notaba la humedad
fría de sus ojos empapando su pelaje negro, pero no le importaba, sólo quería
que estuviese bien.
-
No entiendo porque Thrall se niega… - su
voz se entrecortaba
-
No lo sé.. yo tampoco puedo entenderlo – reconoció Miau
Habían
acudido a Thrall con la esperanza de que les ayudase a llevar a cabo una
expedición para salvar al escuadrón del que Kureimo formaba parte, pero la
respuesta por parte del jefe de guerra había sido clara.. NO
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