Como
cada mañana, Miau había dejado a Kureimo durmiendo para acudir junto a su
maestro, Tooranu. Corría veloz camino a Orgrimmar,
pues no quería llegar tarde, ni tampoco renunciar a su tranquilo hogar en los
Baldíos.
Se
sorprendió al ver que el número de guardias de la puerta se había triplicado.
¿Qué estaba pasando? Cuando estuvo casi en la puerta, adoptó su apariencia de
tauren y saludó a los guardias.
-
Identificación – pidió un gran orco
-
Miau, alumno de Tooranu– dijo entregándole una tarjeta.
-
Adelante
Todavía
extrañado por aquel gran aumento en la seguridad de la ciudad, atravesó la
puerta y adoptó de nuevo su forma felina, cruzando veloz la plaza. Pudo ver que
la gente se reunía en torno a un grupo de seis personas, a las que miraban con
admiración. Temeroso de llegar tarde, tomó carrerilla, dirigiéndose a la casa
de Tooranu…
El
viaje en zeppelín había sido aburridísimo.. Básicamente, se habían dedicado a
dormir y jugar a las cartas durante aquellos interminables cinco días. Ahora,
se sentía estupendamente al posar los pies en tierra firme, aunque esta tierra
fuese de color anaranjada, propia de Durotar.
Su
entrada en la ciudad había sido bastante escandalosa, caminaron rodeados de
guardias orcos, pero, en la plaza, una avalancha de gente los rodeó, queriendo
ver a los apuestos paladines y, especialmente, a él, el príncipe de Lunargenta.
Popcorn
miraba a Morgan, estaba empezando a ponerse nervioso, aquello no le gustaba, se
sentía apresado y un gritó luchaba desesperadamente por abrirse paso fuera de
su boca, pero logró mantener la compostura. Miró a sus compañeros, todos,
excepto Ighterion, parecían molestos por la situación. Por suerte, el embajador
de Lunargenta en Orgrimmar, Shelan, también paladín, acudió a su rescate,
abriendo paso al grupo rumbo al valle en el que estaba Thrall.
Aquel
bullicio la irritaba… Nunca le habían gustado las multitudes y Orgrimmar estaba
a rebosar de gente. Los continuos murmullos y griteríos a su alrededor hacían
que si cabeza estuviese a punto de estallar.
Dusht estaba a su lado en la cola, una larga fila
llena de gente que quería entrar a la ciudad, que, por lo visto estaba en medio
de una visita especial. Por lo que comentaban a su alrededor, el principe
heredero de Lunargenta estaba de visita, de ahí tanta seguridad.
-
Por favor… ¿es que no sabe defenderse solito? – susurró Dusht , fastidiado
-
Es un paladín – dijo irónica
Por
fin su turno…
-
Identificación – pidió un guardia
-
Mi nombre es Dusht y esta es mi hermana,
Nyn.
-
Podéis pasar
Dusht y Chantarelle caminaron con rapidez hasta la
calle mayor, evitando el montón de gente que se arremolinaba junto al banco. De
camino, vieron el cartel de un sastre y Dusht
tiró de la mano de su acompañante para entrar y comprar algo de ropa
nueva y una capa como la de ella.
Estaba
terminando de elaborar la última poción de maná del larguísimo pedido que
Thrall les había solicitado, cuando dos figuras encapuchadas entraron en la
tienda. Miau, que siempre había sido muy sensitivo, tembló ante la presencia de
una de ellas y el frasco se le cayó al suelo..
-
¿Quiénes sois? – preguntó serio
-
No temas, no venimos a nada malo – dijo uno.
El
extraño se quitó la capucha, dejando ver su rostro, Miau se relajó al ver aquel
rostro amable, pero era el otro sujeto el que le inspiraba terror
-
Nyn, quítate la capucha, ¿no ves que asustas al pobre muchacho? – bromeó Dusht
Ella
obedeció y dejo al descubierto su rostro, por un momento se sintió aliviado al
ver que era una elfa de sangre, pero después nuevas oleadas de pánico
recorrieron su cuerpo.
-
No me jodas.... un druida empático… - exclamó ella angustiada
-
¿Qué? – exclamó Miau
-
Sientes lo que soy… por eso tienes miedo.
-
Lo.. lo siento…. Soy muy sensitivo… - se disculpó, aún sin saber porqué
-
No importa… - suspiró – Necesito ver a Tooranu
-
Tooranu está con Thrall y el príncipe de Lunargenta – explicó – A lo mejor yo
puedo ayudarte
-
¿Eres su alumno?
-
Sí, mi nombre es Miau
-
¿Podemos ir a un sitio más tranquilo? – preguntó
Miau
los guió a la trastienda, pasando por el laboratorio hasta una sala de
descanso, allí, les ofreció un té de mentamiel, que os extraños aceptaron de
buena gana.
-
¿De qué conoces a Tooranu? – preguntó Dusht
-
Hace años vino a Lunargenta, yo llevaba desde pequeña estudiando alquimia por
mi cuenta y bueno, cuando visitó la ciudad, me las ingenié para colarme en su
simposio.
-
Chica mala.. – bromeó el brujo
-
Miau, tengo un enorme problema… y estoy buscando una poción o algo que me
ayude… Lo que yo tengo no tiene cura, como seguramente habrás sentido ya…
-
Nyn… - dijo Dusht con un tono de
advertencia
-
Necesito una poción de resistencia a la escarcha
-
Me temo que eso no existe… - habló Miau
-
¿ No hay nada? – se le quebró la voz
-
No.. lo.. lo siento- bajó la cabeza – Aunque…
-
¿Si? – apremió Dusht
-
Si tu problema es con la escarcha, lo que puedes hacer es contrarrestar el
efecto…
-
Explícate – dijo el brujo
-
El problema es que tendría que saber un poco más…
-
No podemos contarte más – le cortó Dusht
-
¿Qué me garantiza que no irás junto a Thrall o el príncipe a contárselo? – Elle
alzó la mirada, que se clavó en los ojos de él
-
Termino a las siete… os veo en la entrada secundaria de Orgrimmar – dijo
simplemente
-
Bienvenido, príncipe Kareth Theron – dijo con voz ronca
-
Jefe de guerra Thrall, un gusto conocerle – respondió – Le presento a mis
compañeros, Morgan, Kredis, Ighterion, Ithelis y Halthenis– presentó uno a
uno.
-
Un gusto conoceros a todos – el orco esbozó una sonrisa.
-
Sed bienvenidos a Orgrimmar, es un honor tenerles aquí - dijo una troll allí presente.
-
Gracias – respondió Popcorn con una sonrisa amable.
-
Supongo que estaréis cansados del viaje, Shelan, cuento contigo para acompañarles
a su hospedaje.
-
Sí señor, yo me encargo
Tras
aquella breve presentación, los paladines siguieron a Shelan a través de las
calles, hasta una inmensa casa recubierta de piedras de tonos rojizos.
Las
siete… llevaban ya rato esperando en la entrada secundaria de la ciudad,
temiendo que el tauren no apareciese, cuando un enorme gato negro apareció ante
ellos.. Dusht se preparó para atacar,
pero Elle lo paró en seco.
-
Es un druida…
-
Uff gracias, pensé que el brujo iba a asarme.. – bromeó – Seguidme, no es
lejos.
Comenzaba
a anochecer cuando llegaron a una pequeña cabaña oculta a los pies de un
pequeño bosque. Dentro, una elfa de sangre esperaba, con la mesa puesta, se
alarmó al ver a los extraños.
-
Kure, son amigos, no tienes de que preocuparte – dijo Miau
-
Eres una caballero de la muerte… - dijo Elle nada más verla.
-
Si, mi nombre es Kureimo, Kure para los amigos
-
Yo soy Dusht y ella es Nyn – presentó
Los
ojos de Chantarelle y de Miau se cruzaron un instante, él sabía que ella estaba
mintiendo.
-
Chantarelle…- dijo queriendo librarse de aquella mirada recriminante – Pero
olvidad ese nombre, soy solo Nyn.
-
Por primera vez, me alegra ser empático – bromeó el druida
-
Comprende que el hecho de que tú seas empático me pone en peligro…y a
vosotros..
-
Nosotros ya lo estamos, Nyn…- dijo Kureimo
-
Tu secreto, por mi secreto… - dijo Miau – Hace unas semanas que la expedición
de Kure fue atacada y secuestrada o algo peor.. ella fue la única que logró
escapar.
-
Hemos pedido a Thrall mil veces que nos dejase ir a buscarles.. y siempre una
respuesta negativa – continuó Kure – Por eso, cansados de esperar, hemos cogido
prestadas varias cosas… y queremos reunir un pequeño grupo para ir..
-
¿Y pretendéis que os ayudemos? ¿Así por
las buenas? – preguntó Dusht
-
No… os lo pedimos…
-
Seré sincera… Dalanar, mi prometido, se encuentra entre esos prisioneros,
además de algunos buenos amigos… - las lágrimas brillaban ahora en sus ojos.-
No quiero que terminen siendo unos horrendos necrófagos a la orden del rey
exánime…
-
¿El Lich está detrás de esto? – preguntó Chantarelle muy seria
-
Creemos que sí
-
Os ayudaré entonces…
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