Notaba
el palpitar del hielo en su cicatriz... Aquello le inflingía una dosis de dolor
soportable, o al menos así lo era para ella, ya casi acostumbrada a su nueva
condición; y además, la capacidad para poder reaccionar ante el mínimo cambio
en el ambiente. No obstante, no estaba cómoda sabiéndose acompañada; no le
importaba lo que le pasase a ella, pues consideraba que no tenía nada que
perder, pero el hecho de poner en peligro a sus amigos, la inquietaba.
Por
un instante, su voluntad se vino abajo al recordar el fracaso en todo cuanto
había hecho, pero otra descarga de frío en su espalda le hizo recordar que,
pese a todo, tenía que luchar, pasase lo que pasase. Hubiese sido demasiado
fácil callar y permanecer hasta su adultez en aquel orfanato, pero ella nunca
quiso dejarse pisar y pagó cada una de las consecuencias de sus actos. Apretó
su mano en torno a la empuñadura de su espada y se ajustó bien la capucha, era
una sombra... y como ello atacaría..
Kureimo
se sitúo a su lado, blandiendo sus armas, unas elegantes espadas de color
rosado, que brillaron al contacto con el ambiente. Elle notó el cambio en la
presencia de su compañera, estaba lista para pelear, fuese con quien fuese.
Juntas, avanzaron con paso firme, seguidas por los chicos.
La
niebla verdosa fue disipándose progresivamente y el grupo se encontró en lo que
probablemente fueron unos jardines. A pocos metros de ellos, había ruinas de
una fuente, medio derruida y cuya agua mostraba un color marrón y un olor
nauseabundo. Por el suelo estaban esparcidos fragmentos de estatuas, cachos de
mármol de partes del cuerpo, aunque ninguno tan completo como para poder decir
a ciencia cierta que raza representaban.
Dusht dio un respingo y llamó a sus compañeras.
-
Demonios... - susurró ante la atenta mirada de Elle
- ¿Cómo lo sabes? - preguntó Kureimo
- Los brujos rastrean a los demonios, al igual que yo a los humanoides - explicó Miau
- ¿Cuántos hay? - preguntó Lanza
- Muchos.. - el brujo tragó saliva - Creo.. creo que nos están rodeando
- Preparaos.. - dijo Miau al vislumbrarlos
Tan sólo unos segundos después, estaban totalmente rodeados. Sus adversarios eran, en gran mayoría sátiros, unos extraños seres con cuerpo humano y patas de cabra, cuya piel presentaba tonalidades rojizas. Los sátiros, como la mayoría de los demonios, tenían cuernos en la cabeza, necesarios para canalizar su magia sombría. Según había leído, eran seres muy poderosos y letales tanto en la lucha cuerpo a cuerpo como a distancia. Estaban acompañados de varios manafagos, las descripciones en los libros variaban, algunos decían que eran perros, otros lagartos, otros los definían directamente como "engendros". Además de estos dos, también había alguna súcubo, maestras de la seducción, usaban todo su poder para atraer y seducir a sus contrincantes, embelesándolos para asestarles el golpe final cuando estos no tenían posibilidad alguna de defenderse.
Dusht invocó un círculo de protección alrededor de
ellos, unas letras verdes brillaron en el suelo y un destello se alzó sobre sus
cabezas, Chantarelle dio un paso fuera antes de que se cerrase aquella
protección mágica, quedando desvalida, o eso pensaron los sátiros cuando se
abalanzaron contra ella.
Debajo
de su capucha negra, esbozó una sonrisa y, casi inapreciable, formó un escudo
protector para ella. Los sátiros se le habían echado encima, ante la atónita
mirada de su grupo, pero ella surgió justo por detrás y, con la ayuda de su
espada, fue dando mandobles y complicadas fintas hasta terminar con aquella
primera avanzadilla en cuestión de minutos.
-
Guauuu.... - exclamó Miau
- ¿No se supone que deberías maullar? - preguntó notablemente más relajada y hasta divertida
- No sabía que fueses paladín - dijo Kureimo
- Y no lo soy - guiñó un ojo, aunque algo en su interior se removió
Una
nueva avanzada de sátiros avanzó hacia ella, hartos de estar de espectadores, Dusht bajó su protección y entraron en la lucha..
Kureimo y Miau luchaban codo con codo contra un grupo de manafagos, los
"perros" trataban de abrirse paso a dentelladas, mientras que Kureimo
alternaba sus espadas contra ellos, a cada estocada, una de las enfermedades
con las que combatían los caballeros de la muerte se abría paso a su objetivo,
contaminando su sangre y debilitándolo. Miau, como gato que era, luchaba cuerpo
a cuerpo, utilizando sus poderosas zarpas, que desgarraban la piel de los
manafagos con la misma facilidad con la que se cortaba un pastel de bayas.
Por
otra parte, Lanza y Dusht luchaban a
distancia, cubriendo las espaldas a sus amigos. Dusht invocó a su esbirro demonio y este cargó
contra los sátiros, mientras que su taumaturgo canalizaba toda su magia para
invocar descargas de sombras con las que dañaría de gravedad a sus oponentes.
Lanza, por su parte, utilizaba el poder del fuego contra ellos, con bolas de
fuego que incineraban sólo con su contacto.
Poco
a poco, el grupo pudo abrirse paso hasta lo que parecía ser la entrada de un
subterráneo, protegida por un colosal guardia vil. Kureimo fue directa
hacia él, saliendo despedida por los aires en la defensa que este emprendió
contra su ataque... La caballero de la muerte se levantó con pesadez, ante la
atentísima mirada de Miau.
-
Kure!!! ¿estás bien?
El
grito de una de las súcubos, resonó en sus oídos... estaba alertando a todos
los demonios. Lanza fue lo bastante hábil como para aplicarle una polimorfia y
convertirla en pingüino, pero ya era tarde, demasiado tarde...
La
situación se había complicado demasiado... Chantarelle se sentía desbordada...
Por la puerta del subterráneo no dejaban de aparecer más sátiros, más súcubos y
más guardias viles. Estupefacta, veía como sus amigos luchaban lo mejor que
podían, eran buenos guerreros, pero la cosa les superaba... Kureimo lo llevaba
bastante bien, apenas unas rozaduras del ataque anterior, pero Miau estaba
herido, su pelaje negro quedaba opaco ante la sangre que brotaba de uno de sus
costados... Dusht estaba embelesado por
una de las súcubos, y Lanza trataba de liberarlo de aquella monstruosa
atracción.
"Déjate
morir.. Se mía..." escuchó en su mente
Negó
con la cabeza con fuerza, era él..
“Se
mía…” – repitió aquella tétrica voz
“Jamás!”
– pensó con fuerza
Miró
de nuevo su espada, “Mi último suspiro” presentaba ahora un fuego azulado. Notó
el frío de la escarcha invadiéndola, pero gracias a la poción que Miau le había
preparado, confiaba que ésta no pudiese apoderarse de su cuerpo.
-
Nyn! – Kure reclamó su ayuda.
La
caballero de la muerte tenía inmovilizado al colosal guardia vil con cadenas de
hielo, pero la fuerza que ejercía comenzaba a quebrar el hielo. Chantarelle
cogió carrerilla y descargó una fuerte estocada, al mismo tiempo que una bola
de energía dorada, en el pecho del demonio, que se transformó en polvo.
Lanza
jadeaba un poco más allá, su maná estaba a punto de agotarse. Por suerte, el
mago fue capaz de conjurar una poderosa ventisca de hielo antes de caer sobre
sus rótulas, exhausto.
Dusht , por su parte, había aplicado una maldición
de miedo sobre varios sátiros, permitiendo a Miau “cazarlos” mientras estos
corrían de un lado para otro, aterrorizados.
Pocos
minutos después, el paraje estaba desierto, a excepción de los cinco guerreros
y de la enorme polvonera que se había formado en el suelo. Respiraron
aliviados, disfrutando de unos strudels mágicos que Lanza había preparado.
-
Ha sido… duro.. – comentaba Miau
-
No te muevas! – le regañó Nyn – Si no paras no podré curarte
-
¿Creéis que se puede entrar ya? – preguntó Kure
-
Eso espero… - dijo Dusht
No hay comentarios:
Publicar un comentario