domingo, 22 de febrero de 2015

Capítulo 22. Demonios



Notaba el palpitar del hielo en su cicatriz... Aquello le inflingía una dosis de dolor soportable, o al menos así lo era para ella, ya casi acostumbrada a su nueva condición; y además, la capacidad para poder reaccionar ante el mínimo cambio en el ambiente. No obstante, no estaba cómoda sabiéndose acompañada; no le importaba lo que le pasase a ella, pues consideraba que no tenía nada que perder, pero el hecho de poner en peligro a sus amigos, la inquietaba.



Por un instante, su voluntad se vino abajo al recordar el fracaso en todo cuanto había hecho, pero otra descarga de frío en su espalda le hizo recordar que, pese a todo, tenía que luchar, pasase lo que pasase. Hubiese sido demasiado fácil callar y permanecer hasta su adultez en aquel orfanato, pero ella nunca quiso dejarse pisar y pagó cada una de las consecuencias de sus actos. Apretó su mano en torno a la empuñadura de su espada y se ajustó bien la capucha, era una sombra... y como ello atacaría..



Kureimo se sitúo a su lado, blandiendo sus armas, unas elegantes espadas de color rosado, que brillaron al contacto con el ambiente. Elle notó el cambio en la presencia de su compañera, estaba lista para pelear, fuese con quien fuese. Juntas, avanzaron con paso firme, seguidas por los chicos.



La niebla verdosa fue disipándose progresivamente y el grupo se encontró en lo que probablemente fueron unos jardines. A pocos metros de ellos, había ruinas de una fuente, medio derruida y cuya agua mostraba un color marrón y un olor nauseabundo. Por el suelo estaban esparcidos fragmentos de estatuas, cachos de mármol de partes del cuerpo, aunque ninguno tan completo como para poder decir a ciencia cierta que raza representaban.





Dusht  dio un respingo y llamó a sus compañeras.




- Demonios... - susurró ante la atenta mirada de Elle

- ¿Cómo lo sabes? - preguntó Kureimo

- Los brujos rastrean a los demonios, al igual que yo a los humanoides - explicó Miau

- ¿Cuántos hay? - preguntó Lanza

- Muchos.. - el brujo tragó saliva - Creo.. creo que nos están rodeando

- Preparaos..
- dijo Miau al vislumbrarlos



Tan sólo unos segundos después, estaban totalmente rodeados. Sus adversarios eran, en gran mayoría sátiros, unos extraños seres con cuerpo humano y patas de cabra, cuya piel presentaba tonalidades rojizas. Los sátiros, como la mayoría de los demonios, tenían cuernos en la cabeza, necesarios para canalizar su magia sombría. Según había leído, eran seres muy poderosos y letales tanto en la lucha cuerpo a cuerpo como a distancia. Estaban acompañados de varios manafagos, las descripciones en los libros variaban, algunos decían que eran perros, otros lagartos, otros los definían directamente como "engendros".  Además de estos dos, también había alguna súcubo, maestras de la seducción, usaban todo su poder para atraer y seducir a sus contrincantes, embelesándolos para asestarles el golpe final cuando estos no tenían posibilidad alguna de defenderse.


Dusht  invocó un círculo de protección alrededor de ellos, unas letras verdes brillaron en el suelo y un destello se alzó sobre sus cabezas, Chantarelle dio un paso fuera antes de que se cerrase aquella protección mágica, quedando desvalida, o eso pensaron los sátiros cuando se abalanzaron contra ella.




Debajo de su capucha negra, esbozó una sonrisa y, casi inapreciable, formó un escudo protector para ella. Los sátiros se le habían echado encima, ante la atónita mirada de su grupo, pero ella surgió justo por detrás y, con la ayuda de su espada, fue dando mandobles y complicadas fintas hasta terminar con aquella primera avanzadilla en cuestión de minutos.




- Guauuu.... - exclamó Miau

- ¿No se supone que deberías maullar? - preguntó notablemente más relajada y hasta divertida

- No sabía que fueses paladín - dijo Kureimo

- Y no lo soy - guiñó un ojo, aunque algo en su interior se removió




Una nueva avanzada de sátiros avanzó hacia ella, hartos de estar de espectadores, Dusht  bajó su protección y entraron en la lucha.. Kureimo y Miau luchaban codo con codo contra un grupo de manafagos, los "perros" trataban de abrirse paso a dentelladas, mientras que Kureimo alternaba sus espadas contra ellos, a cada estocada, una de las enfermedades con las que combatían los caballeros de la muerte se abría paso a su objetivo, contaminando su sangre y debilitándolo. Miau, como gato que era, luchaba cuerpo a cuerpo, utilizando sus poderosas zarpas, que desgarraban la piel de los manafagos con la misma facilidad con la que se cortaba un pastel de bayas.



Por otra parte, Lanza y Dusht  luchaban a distancia, cubriendo las espaldas a sus amigos. Dusht  invocó a su esbirro demonio y este cargó contra los sátiros, mientras que su taumaturgo canalizaba toda su magia para invocar descargas de sombras con las que dañaría de gravedad a sus oponentes. Lanza, por su parte, utilizaba el poder del fuego contra ellos, con bolas de fuego que incineraban sólo con su contacto.



Poco a poco, el grupo pudo abrirse paso hasta lo que parecía ser la entrada de un subterráneo, protegida por un colosal guardia vil.  Kureimo fue directa hacia él, saliendo despedida por los aires en la defensa que este emprendió contra su ataque... La caballero de la muerte se levantó con pesadez, ante la atentísima mirada de Miau.




- Kure!!! ¿estás bien?



El grito de una de las súcubos, resonó en sus oídos... estaba alertando a todos los demonios. Lanza fue lo bastante hábil como para aplicarle una polimorfia y convertirla en pingüino, pero ya era tarde, demasiado tarde...








La situación se había complicado demasiado... Chantarelle se sentía desbordada... Por la puerta del subterráneo no dejaban de aparecer más sátiros, más súcubos y más guardias viles. Estupefacta, veía como sus amigos luchaban lo mejor que podían, eran buenos guerreros, pero la cosa les superaba... Kureimo lo llevaba bastante bien, apenas unas rozaduras del ataque anterior, pero Miau estaba herido, su pelaje negro quedaba opaco ante la sangre que brotaba de uno de sus costados... Dusht  estaba embelesado por una de las súcubos, y Lanza trataba de liberarlo de aquella monstruosa atracción.




 "Déjate morir.. Se mía..." escuchó en su mente




Negó con la cabeza con fuerza, era él..




“Se mía…” – repitió aquella tétrica voz



“Jamás!” – pensó con fuerza




Miró de nuevo su espada, “Mi último suspiro” presentaba ahora un fuego azulado. Notó el frío de la escarcha invadiéndola, pero gracias a la poción que Miau le había preparado, confiaba que ésta no pudiese apoderarse de su cuerpo.




- Nyn! – Kure reclamó su ayuda.




La caballero de la muerte tenía inmovilizado al colosal guardia vil con cadenas de hielo, pero la fuerza que ejercía comenzaba a quebrar el hielo. Chantarelle cogió carrerilla y descargó una fuerte estocada, al mismo tiempo que una bola de energía dorada, en el pecho del demonio, que se transformó en polvo.



Lanza jadeaba un poco más allá, su maná estaba a punto de agotarse. Por suerte, el mago fue capaz de conjurar una poderosa ventisca de hielo antes de caer sobre sus rótulas, exhausto.

Dusht  , por su parte, había aplicado una maldición de miedo sobre varios sátiros, permitiendo a Miau “cazarlos” mientras estos corrían de un lado para otro, aterrorizados.



Pocos minutos después, el paraje estaba desierto, a excepción de los cinco guerreros y de la enorme polvonera que se había formado en el suelo. Respiraron aliviados, disfrutando de unos strudels mágicos que Lanza había preparado.




- Ha sido… duro.. – comentaba Miau


- No te muevas! – le regañó Nyn – Si no paras no podré curarte


- ¿Creéis que se puede entrar ya? – preguntó Kure


- Eso espero… - dijo Dusht 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario